Evo y el proceso de cambio

Daniel A. Pasquier Rivero

PASQUIER_thumb El presidente Evo Morales ha fallado a todas las expectativas. Qué distante se ve ahora el 2005, con un candidato vencedor en elecciones democráticas, reconocido por la mayoría en el país y recibido con regocijo en el exterior. La imagen dentro y fuera era lo más auspiciosa, esperanzadora. Se abría paso un campesino de raíces indígenas para ponerse al mando de la Nación; los extranjeros lo saludaban como al primer presidente indígena no sólo de la República de Bolivia sino también de América, obviamente llevados más por su entusiasmo que por su ignorancia, aprovechada magistralmente por toda la parafernalia mediática que se convertiría después en característica compañera de su gobierno, que al final, tampoco puede taparlo todo.

El 2011 se inicia con una violencia inesperada, que va en aumento, contra el gobierno y contra su política económica: los sectores sociales menos protegidos, los más pobres, no encuentran satisfacción a sus necesidades, que son de sobrevivencia -el aumento del 10% a un salario mínimo de 94.3 dólares mensuales; en el caso de militares y policías el 20%, lo llevaría a 116.4 dólares/mes. Para las bases, por supuesto, no es coherente que encima la respuesta a las reivindicaciones venga cargada de gases, golpes, heridos y desaparecidos. Bastaron cinco años, uno ya de su segunda gestión, para que el ídolo mostrara en serio los pies de barro: las empresas estatales (nacionalizadas) son noticia sólo por actos de corrupción e ineficiencia; el aparato productivo no tradicional reducido al mínimo; vuelta al déficit fiscal cuando los ingresos por exportaciones de las materias primas tradicionales alcanzan precios históricos internacionales (la onza de oro 1.500 US$); la economía formal en retroceso, una senadora oficialista llama a los empleados “una minoría”, lo cual es cierto, pues la informalidad, el desempleo encubierto, alcanza el 73%. Pero el cultivo de coca sigue en aumento, y con ello el lógico incremento de la producción de cocaína, que ronda las 200 toneladas/año. La transnacional más exitosa del Estado Plurinacional, con enlaces, por los decomisos de droga reportados, en todos los continentes.



El desastre en la gestión económica pone en jaque la gestión política. La dificultad para alimentarse en una mayoría en el país ha puesto en cuestionamiento al liderazgo y hasta la legitimidad del vice y presidente. ¿Porqué tuvo que salir Evo de prisa o por la puerta de atrás en Oruro, en La Paz, en Tarija, e inventar agenda sobre la marcha? El millonario avioncito y un helicóptero siempre en apronte. ¿Porqué el presidente de todos se reúne sólo con los del Chapare, de donde parecen salir las decisiones finales? ¿Quién en la zona cocalera influye tanto en el ánimo del presidente? ¿No es de fiar la turba de plurinacionales que revolotean alrededor de él en la sede de gobierno? Tambores de conspiración sonaban imaginariamente hace tres años en el oriente; ¿se trasladan las sospechas al occidente? La expresión facial del vicepresidente lo dice todo; ha perdido serenidad en sus exposiciones ante las cámaras, medio que siempre juzgó dominar, quizás como reflejo de la preocupación seria que embarga su espíritu, igual que a la mayoría de la población, sobre el futuro inmediato del país. ¿El proceso de cambio en riesgo?

En La Paz, como principal centro de expresión política, se han escuchado en marchas, en entrevistas callejeras, en encuestas, y a través de la Tv, blogs, facebook, twitter y hasta en medios impresos de todo el país, que se empieza a distinguir entre el presidente Evo, cocalero y líder de los cocaleros, del “proceso de cambio”. Las voces más claras han salido de líderes indígena originarios CONALCAM, “el proceso de cambio va con Evo o sin Evo”, y con ello, el partido, “El MAS es un accidente histórico” (documento del PSUTB). Lo realizado, ¿no era del agrado, o no fue consultado, con las bases? El Estado Plurinacional como proyecto tesis salido de sesudos con escritorios lejos de la realidad nacional, vuelve sobre el tapete. ¿Cómo un proyecto tan “originario” tuvo que ser parido con tal desconocimiento de la realidad económica política y social del país? Con humo se elevan ilusiones, pero no se da satisfacción a necesidades cercanas a la hambruna.

Las carencias duelen más que dar la espalda a los líderes. Y la reacción torpe, esta vez contra su propia gente, sus bases, de varias autoridades, asambleístas y hasta pinches locales, está a punto de encender la mecha. Está claro que unos pocos se han beneficiado escandalosamente “del proceso” y que ha sido también a costa de muchas deslealtades. Eso lo siente en la piel hasta el más cuerudo. Para salvar sinceros afectos o para no darse por enterados algunos bien intencionados hablan sobre “el mal asesoramiento” que recibe el presidente, que no se equivoca por ignorancia sino porque hay un entorno (el eterno entorno que acompaña a los que gobiernan, sobre todo a los quieren concentrar el máximo de poder) que tiene otras intenciones. Pero Evo no es ajeno a responsabilidades, porque quienes lo han seguido de cerca, conocen el accionar del presidente, reconocen su inclinación a no ceder, hasta encapricharse en sus decisiones (ejemplar es el “le meto nomás”, que otros arreglen el entuerto). Las bases lo saben, han lidiado con muchos antes de ahora y devuelven cortesías. No tienen miedo. Por eso se busca “el dividirlos”, y se consigue a base de prebendas. Oxígeno, pero no solución.

Enfrentar a pobres contra los pobres, ¿la última jugada? Se irá enfriando el apoyo conseguido al recurrir al sentimiento patriótico de “recuperar el mar”; quedará la sensación del fracaso, los falsos avances en la negociación con Chile: la “soberanía” era ilusión. Y de dignidad ¿qué?, aceptando miserias de Brasil y EEUU “para modernizar y fortalecer el proceso de erradicación de la coca excedentaria e ilegal en todo el país". Evo y el proceso de cambio, ¿marcharán por caminos distintos?