Gran despliegue y escasos resultados

María Teresa Zegada*

Maria_T_Zegada_C Las coyunturas de crisis y conflictividad se convierten, como diría Zavaleta, en momentos de visibilidad, puesto que permiten percibir el alcance y naturaleza de los conflictos, la correlación de fuerzas y, por supuesto, el realineamiento plasmado en sus resultados.

La suscripción del acuerdo COB-Gobierno después de varios días de movilización, que contempla el incremento del 1% en los salarios y otros puntos complementarios, muchos de ellos traducidos en “la conformación de comisiones”-es decir en la postergación de las soluciones-, muestra una desproporción entre el importante despliegue que realizó la Central Obrera en todo el país y los exiguos logros alcanzados.



La pregunta correcta no es quién ganó o quién perdió, sino qué está demostrando el conflicto y su resolución.

El resultado, si bien en apariencia es altamente positivo para el Gobierno porque cedió muy poco en relación a su oferta inicial, en realidad afectó uno de los ejes políticos sobre los cuales asienta su legitimidad: su relación con los trabajadores asalariados del país, y que también repercutió en su popularidad en otros sectores ciudadanos que fueron afectados directa o indirectamente por el conflicto.

Este resultado, que podría haber sido festejado por otros gobiernos de corte neoliberal, hiere al Movimiento Al Socialismo en un punto neurálgico, primero porque no logró satisfacer adecuadamente las demandas salariales, es decir las amplias expectativas de los trabajadores, ni tampoco consiguió ubicar su exitosa negociación en el marco de una línea programática clara, en aras a la cual podría haber valido la pena socavar las demandas sociales.

Estos resultados por sus características, si bien no han modificado la correlación de fuerzas, dejan al país en la incertidumbre respecto a la capacidad económica del Estado para encarar las tareas ineludibles de inversión y el desarrollo, y de atención a las crecientes necesidades sociales, dado el incremento de los precios de los artículos de la canasta familiar.

En el otro bando, el aparente reposicionamiento de la Central Obrera resulta menoscabado por las características del conflicto, pues en él se percibe cómo la fuerza en realidad no provenía de la dirigencia cobista y su capacidad política y aglutinadora, sino de la fuerza de las demandas de sus sectores, esta vez los maestros, trabajadores en salud, mineros, jubilados, entre otros.

En otras palabras, la sostenibilidad del conflicto así como la presión al Gobierno no estuvo sostenida en sus dirigentes -en su caso ambivalentes y presionados por las bases- sino en los sectores, cada uno de los cuales incorporó sus demandas en pliego petitorio común, pero detrás de intereses particulares.

Por ello, algunos abandonaron el conflicto una vez verificada su demanda, otros en cambio expresaron su descontento con el acuerdo final, pero terminaron acatando disciplinadamente la decisión acusando a sus dirigentes de traidores al movimiento, a la espera del próximo congreso para el ajuste de cuentas respectivo.

Así y todo, los trabajadores enunciaron su victoria, que según ellos reside en “haberle dado una lección a la soberbia del Gobierno”, vaya victoria.

El Gobierno los acusó de conspiradores y agentes encubiertos de la derecha, vaya capacidad de la derecha de movilizar al país.

*Socióloga

Página Siete – La Paz