Investigación: Rózsa estaba empeñado en consumar su guerra

“Me han enterrado. Muerto, claro está, y en las circunstancias más fantásticas. La primera vez hasta publicaron un necrológico, fotografía y todo, en un diario de Buenos Aires; la última vez (¡?), se comunicó de mi asesinato en Budapest (Hungría), al canciller alemán Helmut Kohl, al Congreso Americano, a Amnesty International, al Sabor (Parlamento croata) etc…”.

imageEduardo Rózsa.| Foto archivo – Agencias

El 17 de abril de 2009 no se publicó ningún necrológico de Eduardo Rózsa Flores, pero las portadas de todos los diarios bolivianos informaron de su muerte. El primero en enterarse de su deceso no fue un canciller europeo, sino el presidente boliviano, Evo Morales, quien, desde Cumaná (Venezuela), informó que aquel que supuestamente quiso cometer magnicidio, pereció junto a dos cómplices suyos, tras un enfrentamiento de media hora.



Casi aislado, con el bolsillo cada vez más vacío y la presión de volver a Hungría, Rózsa trabajaba en Bolivia en busca de apoyo para implementar el “plan de defensa”. Si en septiembre de 2008 disfrutó de bonanza, en febrero de 2009 sobrevino la sequía de recursos y la escasez de respaldo.

Pese al poco apoyo de sus intermediarios, insistía en llevar adelante el plan que ideó para ser consumado por extranjeros y jóvenes cruceños. La información obtenida en sus computadoras, chats, e-mail, declaraciones y entrevistas, lo señalan así.

Las palabras de un supuesto entierro son la introducción de “guerra sucia”, el libro escrito por Rózsa sobre su participación en el conflicto de los Balcanes. “Tampoco soy héroe, soy demasiado cobarde para aspirar a tal título”, apunta el autor que, a sí mismo, se ve como “el más joven” en algunos de sus emails.

No se ve héroe, pero el suyo es un relato al detalle y en primera persona de la guerra en la ex Yugoslavia. Y se parece al email que envió a camaradas suyos para convencer con sus ideas o para quejarse de su situación en Santa Cruz. Mitómano, lo llamaron unos. Otros lo calificaron de “idealista extemporáneo”.

Pero en Bolivia terminó sus días con el perfil de un presunto mercenario tras haber entrenado en artes violentas a grupos de jóvenes y acusado de haber cometido un atentado terrorista.

Chico en Santa Cruz

Si en Croacia empezó como un miembro de la Guardia Nacional, en Santa Cruz organizó el plan de seguridad con él como cabecilla. Era el jefe de un plan de defensa en borrador.

En ese ejercicio, Rózsa buscó información de seguridad, tomó contacto con grupos, hacía tratativas con supuestos proveedores de armas, organizó e hizo viajes, definió criterios del plan, esbozó condiciones del personal que iba a reclutar y, como si fuera poco, era el ecónomo del grupo.

Estaba en su salsa y seguro de que lo hacía en absoluta reserva. En febrero, en amplía conversación por chat, dice a Mario Tádic, que estaba de ida a Bolivia. “Hasta ahora aquí, todo bien… nadie saca la información”.

En la hipótesis de conflicto que formuló para lograr adhesiones, Rózsa partía de que tras la victoria del referendo constitucional del 25 de enero de 2009, “el Gobierno decidió emprender acciones conjuntas con las FFAA, la Policía y los movimientos sociales afines destinadas a eliminar los focos de resistencia e implantar medidas de control militar-policial sobre las ciudades y poblaciones que se resistan, al tiempo de desplegar contingentes de ‘movimientos sociales’ para realizar un cerco a los departamentos ‘rebeldes’ y de persistir en su actitud, proceder a su ‘ocupación social’”.

Con esa hipótesis, Rózsa elaboró el “plan de defensa departamental” expuesto en una presentación de 36 diapositivas y en el que destacó la división geográfica de Santa Cruz en seis grandes regiones; la identificación de los puntos vitales y críticos de cada una de estas zonas, y el levantamiento de “cordones sanitarios” en los sectores de fuerte presencia masista: el Plan 3000, el mercado de La Ramada o Los Lotes.

El caldo de cultivo para el planteamiento delineado por Rózsa fue la presión desatada por los movimientos sociales liderados por Fidel Surco, entonces líder de la Coordinara Nacional para el Cambio (Conalcam).  Fue el famoso cerco a Santa Cruz de septiembre de 2008.

“Hizo una presentación en power point en el que mostraba el trabajo que había hecho para defender los lugares estratégicos (…) Eduardo manifestó que estaban 5 ó 7 personas en Bolivia y que si era necesario podían llegar más personas del extranjero, entre ellos los Carapintadas, de Argentina, y otros que estaban en Croacia”, relató Svonko Matkovic Ribera ante el fiscal Marcelo Soza el 29 de marzo de 2010.

Para la compra de armas, Rózsa pretendía recaudar hasta 20 millones de dólares en una región que se sentía agredida por el Gobierno, al punto de que en junio de 2008 había surgido la idea de proyectar la Unión Juvenil Cruceñista y convertirla en la Unión Juvenil Nacional como mecanismo de defensa social.

¿Hubo conspiración en Santa Cruz? “Claro que sí, hay pruebas de ello”, responde el periodista Carlos Valverde, quien tiene la tesis de que Rózsa fue traído a Bolivia por el Gobierno de Evo Morales para infiltrar a las organizaciones cruceñas.

Como instructores

El viceministro César Navarro recuerda que los miembros de la Comisión Multipartidaria, en 2009 quedaron impresionados cuando uno de ellos, Pablo Banegas, preguntó al húngaro Elod Tóásó por Tibor Révész, un rumano, líder de una logia nacionalista, quien estuvo en Bolivia, junto a Rózsa. “Y Tóásó empezó a morderse las uñas, no pudo declarar. Empezó a temblar; entonces, todos los de la comisión dijimos que ‘este cojudo era peligroso’”, recuerda Navarro.

En noviembre de 2008 Michael Martin Dwyer viajó desde Irlanda, junto a Tíbor Révész, líder de la logia Selkzer, a Bolivia para participar en un curso de capacitación para guardaespaldas, entre ellos 17 extranjeros.

De su parte, Rózsa dio lecciones militares a jóvenes de la Unión Juvenil Cruceñista y la derechista Falange Socialista Boliviana.

La capacitación en defensa personal se hizo bajo la apariencia de seguridad para las comparsas carnavaleras. “Fueron unos muchachos que iban a cuidar a la gente, tenían que ser guardia de comparsas o de algo”, declaró Mario Tádic, colaborador de Rózsa. Ahora bien, los reclutados de la UJC fueron llevados al Polígono de Río, ubicado entre Paila y San Lorenzo, según contó Ignacio Villa Vargas, en una de sus declaraciones.

El propio Matkovic confirma que Rózsa reclutó a jóvenes falangistas para su plan que a fines de marzo no contaba con el respaldo de Rubén Costas, prefecto de Santa Cruz. El miliciano lo llamó “maricón”.

Rózsa tenía el objetivo, según datos de este diario, en Bolivia y España, de movilizar a “500 combatientes locales y dos centenares extranjeros”.

Temerarios y solos

“No soy quién para dar consejos a personas mejor preparadas de lo que yo algún día podré estar, pero o no saben lo que está pasando aquí –-lo que no lo creo– o el egoísmo les ha hecho olvidar la responsabilidad que asumieron, en su momento, de defender la justicia y la libertad”, escribe Rózsa en un email a uno de sus mentores desde Santa Cruz.

El miliciano esperaba definiciones cuando el respaldo de la llamada bilogía (Toborochi y Caballeros del Oriente) había llegado a su fin. Cuando hizo la citada presentación en power point, Rózsa tenía en mente cambiar la dirección de su plan, en lugar de uno de defensa departamental, podría ser de protección de las cooperativas de Santa Cruz: Cotas, CRE, Saguapac. “Hay que mejorarla orientándola más a la defensa de organizaciones estratégicas de Santa Cruz”, le habría dicho el miliciano a Matkovic.

Además de que manejaba el grupo verticalmente, el cabecilla administraba la gotera económica. En uno de los hoteles cuando dejaron de darles servicio de restaurante por la altísima deuda, Rózsa montó un escándalo por teléfono hasta que uno de los intermediarios pagó la cuenta.

Elod Tóásó contó también que “cuando necesitaba dinero para comida o algo, él me daba cinco bolivianos”. Tádic, el otro superviviente, dijo que Eduardo controlaba todo, incluso el dinero para el cigarrillo y la Coca Cola.

El Gobierno también sabía que Rózsa no estaba en condiciones de ejecutar su plan. “Estaba buscando la manera de salir del país, eran sus últimos días en Bolivia”, confió una fuente.

Aislado, Rózsa estaba decidido a ejercer presión para lograr apoyo. Sólo así se puede entender que Hugo Achá, uno de los intermediarios y esposo de una diputada opositora, haya recibido una torta con un mensaje de QEPD.

César Navarro | Viceministro

“Para la compra de armas, Eduardo Rózsa pretendía recaudar hasta 20 millones dólares en una región que se sentía agredida por el Gobierno, al punto que en junio de 2008 había surgido la idea de proyectar la Unión Juvenil Cruceñista y convertirla en la Unión Juvenil Nacional como mecanismo de defensa social.”

Svonko Matkovic

“ Eduardo manifestó que estaban 5 ó 7 personas en Bolivia y que si era necesario podían llegar más personas del extranjero, entre ellos los Carapintadas, de Argentina, y otros que estaban en Croacia”

Los Tiempos – 29/04/2011