Evo y Ollanta


4430-ollanta_humala_evo_morales Durante el debate de la segunda vuelta presidencial en Perú, el pasado domingo, el candidato populista Ollanta Humala repitió una de las líneas discursivas que llevaron a Evo Morales al gobierno en las elecciones del 2005, confirmando que ambos son actores de un mismo guión que se repite en diversos países, en una tragicomedia solventada con petrodólares venezolanos.

“Nosotros garantizamos la paz social”, dijo Humala, “y el libre tránsito”, aludiendo con esto último a los bloqueos que tienen lugar en el sur del vecino país. Hace más de cinco años y medio, el binomio Morales-García Linera ensayaba una fórmula similar en Bolivia, por boca del postulante a la vicepresidencia. “Sólo nosotros garantizamos la gobernabilidad social”, dijo en ese entonces Álvaro García Linera, agregando: “porque los movimientos sociales están con nosotros”.

Lo que se buscaba era inducir una suerte de Síndrome de Estocolmo colectivo, en una sociedad desgastada por los bloqueos que los propios “garantes de la paz social” habían promovido durante años. En un país “secuestrado” por radicales autoritarios, conversos sin fe a la democracia, se logró forzar a buena parte de la población a asimilar la falacia de que era mejor dejar gobernar a los desestabilizadores con la esperanza de una reducción de la conflictividad.



Sin embargo, tras casi seis años de gobierno de Evo Morales, la experiencia muestra un resultado muy diferente. Estudios estadísticos señalan que la conflictividad social alcanzó un pico sólo igualado en 1971, durante la dictadura militar de izquierda del general Torres. En parte, los conflictos fueron creados por el propio régimen, como parte de la estrategia para la imposición de una nueva Constitución, pero también han surgido otros en los últimos tiempos, fruto del desencanto popular con el incumplimiento gubernamental de sus promesas. Y es que la demagogia no dura demasiado…

Volviendo a la situación actual del Perú, es curioso el bloqueo de Puno a pocos días de la segunda vuelta. ¿Se trata una vez más de inducir el sofisma de “dejemos gobernar a los desestabilizadores”, para allanarle el camino hacia la primera magistratura a Ollanta Humala?

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Esperemos que los hermanos peruanos tomen debida nota de la experiencia boliviana, que demuestra que la conflictividad social no se soluciona dándoles el timón a los demagogos. La única solución verdadera está en la reducción de la pobreza y en la elevación de los niveles educativos, objetivos ambos que requieren gestión, pragmatismo y respeto a la iniciativa privada.

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