La etnia “yuracaré-mojeña”

Juan Marcelo Columba-fernández

COLUMBA-110x110 Soy “yuracaré-mojeño”, entonces, me corresponde este espacio de poder por cuota étnica. Ese parece ser el razonamiento de fondo que origina el conflicto en la Asamblea Legislativa de Santa Cruz de la Sierra, ante el desconocimiento de un fallo judicial que instruye la posesión de una asambleísta que asume esa identidad “indígena”. Este hecho, que motivó una orden de detención del Vicepresidente de este órgano de decisión departamental, permitiría el control del partido de gobierno (MAS) en esta instancia legislativa cruceña controlada por la oposición.

Actualmente en Bolivia, la lengua materna es el fundamento de la identidad étnica de treinta y seis naciones “indígenas”. La reconstrucción de identidades étnicas y la afiliación a las mismas, se basa en un criterio lingüístico. Así, una identidad “Yuracaré-Mojeña” debería tener como base lingüística una lengua “Yuracaré-mojeña” para diferenciarse de otras etnias o culturas regionales. ¿Existe una base lingüística correspondiente a una identidad étnica del pueblo indígena “Yuracaré-Mojeño”?



La más reciente versión de “Ethnologue”, una publicación del Instituto Lingüístico de Verano, institución que estudia las lenguas menos conocidas del mundo a partir de una base de datos lingüística mundial, no incluye registros de una lengua “Yuracaré-Mojeña”. En el apartado correspondiente a Bolivia, esta pormenorizada publicación sobre las lenguas en el mundo, registra únicamente a la lengua “Yuracaré” como una lengua aislada, situada a lo largo del rio Chapare entre los departamentos de Cochabamba y Beni. En lo referente a “Mojeño” o “Yuracaré-Mojeña”, no presenta registros de tales lenguas.

El prestigioso estudioso de las culturas precolombinas, Dick E. Ibarra Grasso, en su obra “Lengua indígenas de Bolivia”, tampoco detalla la existencia de una familia lingüística o lengua “Yuracaré-Moxeña”. El autor, menciona la lengua “yuracaré” y la caracteriza como una lengua “sub-andina” por su posición geográfica en la zona boscosa del norte de Cochabamba cuya denominación correspondería a la etimología quechua de “yura” (blanco) y “kari” (hombre).

Otro distinguido académico, Mario Montaño Aragón, en su “Antropología Cultural Boliviana”, detalla solamente veintiséis lenguas en el territorio boliviano, entre las cuales se registran por separado las familias lingüísticas “Mojeño” y “Yuracaré”. El estudioso no señala evidencia alguna de la lengua ni el dialecto “Yuracaré-Mojeño”.

Ni siquiera el documento matriz que origina la división étnica en Bolivia, la constitución política del Estado, incluye una lengua “Yuracaré-Mojeña” entre los treinta y seis idiomas oficiales de las “naciones y pueblos indígena originario campesinos” (sic).

Quienes reivindican esta identidad étnica con un objetivo político son personas bien reales, sin embargo, ¿alguno de ellos tiene como lengua materna el “Yuracaré-Mojeño” o se comunican, tal vez, en algún dialecto del “yuracaré” o del “mojeño” o de otra lengua regional? Se hace necesaria una suerte de “peritaje lingüístico-antropológico” para determinar esta situación.

Pareciera ser que estamos asistiendo a un caso de “politización de la identidad étnica” en el oriente boliviano, es decir, una instrumentalización de las identidades étnicas para copar espacios políticos, sin considerar bases culturales ni lingüísticas serias. El concepto de “pueblo yuracaré-mojeño” carece de bases lingüísticas, antropológicas y constitucionales sólidas que permitan su acceso, por cuota étnica, a la Asamblea Departamental de Santa Cruz.

No sorprendería que los conflictos político-culturales de este tipo sean alentados por una élite gobernante que, siguiendo la máxima de “dividir para reinar”, ha constitucionalizado la atomización la sociedad boliviana en identidades étnicas, privilegiando clichés plurinacionales en lugar de promover la investigación profunda sobre la actual realidad cultural y lingüística mestiza del oriente boliviano.