Cuarenta años después

Humberto Vacaflor Ganam

humberto-vacaflor3 El 21 de agosto de 1971 Hugo Banzer derrocó a Juan José Torres y condujo una dictadura con vocación política algo confusa pero que tuvo, respecto de los medios de comunicación, una actitud muy clara.

Banzer nunca superó el dilema de si debía apoyar o no al estatismo en la economía, ni siquiera cuando en 1973 irrumpió en Chile un aliado con ideas muy claras, guiado por los “Chicago boys”.



Antes de que él llegara al poder, en Bolivia se estaban sucediendo los gobiernos de militares con graves cargos de conciencia por la participación que habían tenido en la guerrilla del Che Guevara, como fue el caso de Alfredo Ovando y luego de Torres.

Los dos habían aprobado la ejecución del Che, cuando René Barrientos les consultó la noche del 8 de octubre de 1967. Sólo el general León Kolle Cueto, comandante de la FAB, había votado en contra de la muerte del guerrillero.

En el transcurso de los días y meses siguientes, la muerte del Che sacudió la conciencia de los bolivianos a tal punto que puso en figurillas a generales militantes en el frente de la defensa de la “seguridad nacional”.

Lo último que supe del general Torres en 1967, antes de mi viaje a una beca en Roma, fue que él me acusaba de formar parte de la red de propaganda internacional de la guerrilla. Y por eso, en su calidad de jefe de la sección II del Ejército, me expulsaba de Camiri, donde yo estaba como enviado del diario Presencia.

Cuando volví de Roma, en noviembre e 1970, Torres era el presidente de Bolivia, encabezando un gobierno revolucionario que estaba inspirado en los principios del Che. Mi viaje había durado solamente dos años pero los cambios que ocurrieron en ese tiempo habían sido muy grandes.

Si los militares habían sentido semejante remezón con la muerte del Che, los periodistas no seríamos la excepción. En abril de 1971 redactamos una tesis política que propiciaba el socialismo. Y participamos en la Asamblea Popular.

Fue cuando desde Brasil y Argentina surgieron imperativas exigencias para frenar la corriente que había surgido en Bolivia. Y se dio el golpe de Banzer.

Humberto Cayoja me contó alguna vez cómo fue el viaje de regreso de Asunción a Bolivia, con Banzer en la comitiva, en que él (Cayoja) cayó herido por una bala fortuita y fue descartado como cabecilla de la revuelta.

La rebelión militar fue resuelta fácilmente. Sólo el coronel Rubén Sánchez Valdivia resistió a las fuerzas del banzerismo, pero fue doblegado. Marcelo Quiroga Santa Cruz combatió en Laikakota.

Ya en el poder, Banzer aplicó la primera represión masiva contra el periodismo. Visto a la distancia de cuarenta años, hay que admitir que fue una represión hecha de frente.

Dos colegas me trajeron una especie de chantaje. Si yo me iba de Bolivia, ocho periodistas de Presencia serían perdonados. El acuerdo no se cumplió de parte de la dictadura. Nunca cedas a los chantajes de dictadores.

Ahora, cuarenta años después, el estilo es diferente. Como periodista, ya no te exilian; te confinan. El estilo de ahora es ladino. Solapado. Es decir cobarde. Pero millonario.