La ciudadanía no se dejó burlar

José Gramunt de Moragas, S.J.

Por Jose Gramunt de Moragas Los primeros cómputos de las elecciones judiciales del pasado domingo en las grandes ciudades y en las intermedias, aún cuando no son los definitivos, sí marcan una significativa mayoría del voto nulo, junto con el voto en blanco. La noche del pasado domingo, a medida que llegaban estos resultados, Don Evo cambiaba de semblante ante las pantallas de la televisión. A partir del rostro triunfante y dominador que le caracteriza, pasó en fracción de segundos a un rostro funerario. Es natural, no esperaba tal fracaso a la “inédita” criatura de las elecciones judiciales.

Faltan los cómputos del campo que, por lo que se sabe, serán lo que les han impuesto por consigna masista. Pero la inmensa mayoría del vecindario urbano que acudió a las urnas demostró no haber caído en el engaño. La frase quizá más dura contra la falaz lección judicial, la pronunció el ex presidente Jorge Tuto Quiroga: fue como escupir en plena cara a la voluntad soberna del pueblo. En efecto, la convocatoria a esas elecciones fue una taimada quimera que se forjó el gobierno para fingir legalidad a la elección de magistrados entre los leales al gobierno.



¿Y ahora qué? ¿Imponer por real decreto de Don Evo a los que él mismo habrá elegido entre los que figuraban como candidatos en la papeleta-sábana? Esta “solución” sería otra alcaldada imperdonable del caudillo. Si, por el contrario, a Don Evo le queda un poco de vergüenza, debería anular esas elecciones. Cosa no del todo imposible dado que el Sr. Presidente gobierna al soplo de sus intuiciones cambiantes.

Entre otras soluciones que se barajan, aunque sin suficiente fundamento jurídico, sería la designación de un grupo de sabios jurisconsultos, políticamente independientes y éticamente rectos, entre los cuales la asamblea legislativa plurinacional escogería a los mejores para los tribunales Constitucional, Supremo de Justicia, Consejo de la Judicatura y Tribunal Agroambiental.

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Pasado el primer susto del fracaso electoral, Don Evo retomó las riendas del jamelgo resabiado del gobierno masista y volvió a su especial habilidad de prometer grandes proyectos que ni él puede garantizar su cumplimiento. El proyecto estrella, paliativo de los anteriores fracasos, será la puesta en marcha de una nueva etapa de gestión gubernamental que desarrollará la industria productiva intensiva, en mano de obra y capaz de competir en los mercados internacionales. Con este giro, el gobierno trataría de complementar el actual predominio casi excluido de las industrias extractivas como la minería y los hidrocarburos, siempre sujetos a las veleidades de las cotizaciones internacionales.

Otra pregunta. Si en seis años de gobierno no ha sabido ser capaz de poner en marcha la industria productiva, sino que la desmanteló cuando nos engañó anunciando que las exportaciones, por ejemplo, de muebles y tejidos, a Venezuela superarían a las norteamericanas, ¿con qué razonamientos objetivos convencerá sobre la confianza y la seguridad jurídica que exigen los mercados potenciales?

Recapitulando. La ciudadanía exige magistrados políticamente independientes y que cumplan y hagan cumplir la ley. Los mercados exigen, competitividad y seguridad jurídica. Las otras promesas son tiros al aire.

ANF