José Gramunt de Moragas
Octubre tiene importantes historias en el devenir de los siglos. Citaré tan solo tres hechos, cronológicamente distantes entre sí, pero de sobra conocidos por todos. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón descubrió lo que conocemos como América.
La profunda huella que dejó Colón fue el hermoso castellano que sigue floreciendo en estas tierras y se propaga como el segundo lenguaje de comunicación mundial.
El 7 de octubre (noviembre para el calendario gregoriano), Vladimir Ilich Lenin desencadenaba la revolución bolchevique y sus huestes tomaban al asalto el palacio de invierno de los zares en Petrogrado. La huella que hundió en las tierras de la santa Rusia se extendería por todo el mundo con el nombre de comunismo, pero dejó de producir fértiles cosechas cuando se cayó el muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.
En octubre del 2003, Evo Morales provocaba un luctuoso enfrentamiento entre las fuerzas del orden, y sus agitadores derribaron al gobierno de Sánchez de Lozada. Fue el llamado “Octubre Negro”. La huella caló profunda entre los pueblos indígenas, y entre los cocaleros del Chapare, pero no tanto entre las etnias orientales. Con seis años en el poder, ganado en elecciones democráticas, abrumadoramente en su favor, Don Evo pretendió igualar a todos los originarios en un solo conglomerado socio político que sostuviera al gran jefe indígena.
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Sin embargo, no lo consiguió sino que más bien los enfrentó, tal y como se está viendo estos días con la marcha de los originarios del oriente, enfrentados con los colonos cocaleros. Se repite en este caso aquel dicho cínico de que todos somos iguales ante la ley, pero hay unos que son más iguales que otros. En efecto, unos defienden sus derechos a vivir en un hábitat natural, en medio de la mayor reserva de agua cristalina que existe en Bolivia, bajo una arboleda de maderas preciosas, cazando y pescando en una variada fauna terrestre, volátil y acuática, trabajando en sus artesanías. Y, frente a ellos, ya hace algunos años que llegaron los depredadores que van dejando el bosque sin árboles de maderas preciosas, otros que desertizan la tierra fértil, dejándola yerma y estéril, y someten a los habitantes originarios a servidumbres para estrujar la Pachamama con el cultivo de la “hoja sagrada” cuyo destino es la droga. Y de ahí los Sanabrias y sus compinches, etc. Entretanto, el gobierno de Evo Morales, el que brillaba en los foros ecologistas mientras maldecía al imperialismo colonialista y salvaje, mantiene su decisión irreductible de construir la carretera que se ha convertido en “la madre de todas las batallas”.
¿Todos iguales para el Gobierno? No señor, los originarios del TIPNIS son humillados, golpeados y detenidos por “órdenes superiores”. No se sabe cuáles. Mientras que los cocaleros y otros grupos llamados “interculturales”, forman la guardia pretoriana del Gobierno.
No quisiera formular pronósticos, pero tengo la sensación de que en este mes de octubre del 2011 ocurrirán hechos de importancia. El que más me preocupa es cómo se resolverá en enfrentamiento del Gobierno con los indígenas del Parque Nacional Isiboro Sécure. Mi segunda preocupación está en qué pasará con las elecciones judiciales. Por de pronto, creo que ésta es una más de las martingalas con las que el Gobierno trata de embaucar a la gente.
El Día – Santa Cruz