Angela Merkel, la gran esfinge en la crisis europea

Angel Merkel, ¿solución o problema?

En el centro del huracán que afecta a la Unión Europea y al euro está ella como una esfinge que parece tener la clave de la solución. La canciller alemana, Angela Merkel, sólida y llena de enigmas sobre el futuro de la moneda única, tira de las riendas de Europa.

Está en el ojo del huracán y todos la cortejan. El viernes pasado, el primer ministro británico, David Cameron, se reunió con ella para discutir sus visiones diferentes de Europa. Si bien ambos reconocieron sus diferencias, parte subrayaron que están de acuerdo en la necesidad de tomar acciones contundentes para estabilizar la eurozona.

Este miércoles, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, da a conocer un estudio que argumenta que si los países de la eurozona emiten bonos conjuntos, esto puede ayudar a estabilizar la crisis que rodea la moneda única. Sin embargo, Angela Merkel ya dijo que no es la solución apropiada para este momento. Y Barroso sabe que, sin su aprobación, el plan no funcionaría.



Pero ¿quién es Angela Merkel? ¿Es la solución o el problema a lo que ocurre en Europa? En Francia tienen más confianza en ella que en Sarkozy y en Estados Unidos la ven como la mujer más poderosa del mundo. Ella, discreta, no tiene reparos para hacer la cola en un supermercado o para tirarles de las orejas a los líderes europeos.

Merkel es cortejada por múltiples líderes.
Aburrida… y poderosa

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La han calificado de provinciana, timorata y hasta de aburrida por sus trajes opacos y su estilo contenido opuesto a su expansivo homólogo francés.

Mientras Sarkozy se jacta de su mujer, la cantante y modelo Carla Bruni, Merkel pocas veces deja ver a su actual marido (se ha casado dos veces), un profesor de química al que se le conoce como el hombre invisible. Aún así, el líder francés y sus demás colegas europeos toman nota de lo que dice porque saben que es la que pone las condiciones.

Hija de un pastor luterano y de una profesora de latín, no sólo es la primera mujer en dirigir el estado alemán, sino la primera persona de la ex República Federal Alemana en presidir el gobierno.

Nació y creció detrás del muro de Berlín, entre campiñas y edificios grises donde formó parte de las Juventudes Comunistas. Allí se enamoraría de la física cuántica, de un físico -Ulrich Merkel- del que todavía conserva su apellido de casada y de los vientos de cambio que comenzaban a soplar sobre la Cortina de Hierro.

Justo después de la caída del muro comienza su rápido ascenso político. Con la unificación alemana, Merkel se acerca a la Unión Demócrata Cristina (CDU), un partido jerarquizado y dominado por hombres donde iría escalando posiciones a pesar del recelo de sus colegas, incluido su mentor, el excanciller Helmut Kohl.

Durante sus gobiernos fue ministra de las carteras de juventud y medio ambiente pero además fue la primera en pedir la renuncia de su padrino por el escándalo de donaciones ilícitas que afectó al partido.

La chica de Kohl (mein Mädchen), como el canciller solía referirse en tono jocoso sobre Merkel, dejaba claro que sus valores eran tan acerados como su ambición política. Para el año 2000 ya era presidente del partido y cinco años después canciller de Alemania. En 2009 repetiría con la votacion más alta.

Su papel en la crisis europea

A las preocupaciones de Alemania se sumaron las de la Unión Europea.

De repente la inadvertida canciller no sólo estaba al frente de la economía más grande de la unión sino del timón de un continente tambaleante.

Si en un principio era reacia ha rescatar a países endeudados como Grecia, la amenaza de contagio y la incertidumbre del euro han llevado a Merkel a proponer y ampliar el fondo de rescate, más de 211.000 millones de euros (US$284.000) de cuenta de los alemanes, una cifra que preocupa a la sociedad teutona que ya comienza a dudar de la apuesta de la líder. Hay quienes recuerdan cómo en las pasadas elecciones la política confundía términos económicos como renta neta y renta bruta.

Merkel, no obstante, es directa: «Si fracasa el euro, fracasa Europa», acaba de subrayar en el último congreso de la CDU. En ese sentido sus puntadas de sastre que buscan cerrar las grietas de la crisis, como fijar en las constituciones un techo al déficit público, han ido acompañadas de elogios.

Una de las más valoradas ha sido el pulso que mantuvo con la banca europea para que aceptaran perder el 50% de sus préstamos a Grecia so pena de sufrir las consecuencias de un impago griego. Un riesgo que asumió sin aspavientos como cuando le entregó un premio a la libertad de expresión a Kurt Westengaard, el dibujante danés que realizó la polémica caricatura de Mahoma que provocó la protesta de varios países arábes.

Polifacética, en las fotos y en la vida.

Sin embargo, muchos -especialmente fuera de Alemania- la ven más como un obstáculo en la actual crisis. «Desde el inicio de la crisis, en 2007-8, Angela Merkel no ha cesado de darnos pruebas de que no está hecha de la misma materia que los grandes líderes», dice Jean Qatremer, veterano corresponsal del diario francés Liberation en Bruselas, citado por el diario The Guardian.

Y sentencia: «ella está navegando, pero sin visión política real, sin autoridad. Tanta lentitud, tanta incapacidad de darse cuenta de la gravedad de la situación, es asombrosa. Angela Merkel se ha convertido en el principal problema de Europa».

Sin embargo, la sociedad teutona sigue valorando como positiva su gestión mientras que en el resto del continente algunos la ven como una ancla de seguridad en medio de vaivenes. Merkel, por su parte, no deja de ir al supermercado, hacer cola como cualquier ciudadano y comprar leche y fruta para preparar el desayuno de su esposo, uno de los pequeños placeres que conserva.

No pasa sus veranos en la Costa Azul ni en Mallorca sino que se refugia con su marido -no tiene hijos- en una cabaña de El Tirol alpino. De allí suelen a escuchar las óperas de Wagner en algún festival local. Demasiado normal y apacible para ser la líder más poderosa de la Unión Europea. Ese es uno de sus enigmas, al igual que su humor.

Para describirlo en Alemania cuentan que después de ganar las elecciones de 2009 Merkel visitó la casa del liberal Guido Westerwelle para pactar una coalición. El apartamento estaba decorado con collages de santos y actrices porno. Después de sellar el pacto uno de sus acompañantes le dijo, afectado, que no volvería por las imágenes.

«¿Cuáles imágenes?», le respondió la líder

Fuente: bbc

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