El TIPNIS en el debate permanente. La configuración política después de la marcha. El MAS en busca de su nueva agenda. El MSM tras la ‘oposición de izquierda’. El Pacto de Unidad, el corazón partido del MAS y el Gobierno.
Marcha. Una vista de la columna de indígenas en la población de Carrasco el pasado 6 de octubre. Foto La Razón
El TIPNIS obliga a, por lo menos, repensar lo plurinacional
La configuración política después de la marcha.
El Estado Plurinacional es un hueso duro de roer, de aplicar en la práctica. De cómo entiende y asume cada quien este gran proyecto político también diferencia a cada actor político. Uno de los momentos límite del Estado Plurinacional sin duda ha sido el TIPNIS y la forma de encararlo.
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IVÁN BUSTILLOS ZAMORANO, La Razón
Hace dos meses, el 11 de septiembre, Animal Político había adelantado que el conflicto por el TIPNIS era algo más que una carretera: allí se jugaba —aún se juega— el Estado Plurinacional y el “proceso de cambio”. Mal que bien, en esa “selva” se iba a ver cuánto de cierto, denso y consistente era, es, el Estado Plurinacional.
Palabras más, palabras menos, en esa edición, el ministro de la Presidencia, Carlos Romero, hacía una crítica al “desarrollo estanco”, aislado, al que tiende el territorio indígena; al desafío que tienen el Estado y los pueblos indígenas de integrar esos territorios al desarrollo nacional y que ellos no se conviertan en “archipiélagos”.
Ya son tres semanas desde que el presidente Evo Morales cedió a la demanda indígena de prohibir la carretera por el núcleo del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) e ir más allá todavía: declarar “intangible” dicho territorio.
Algo definió, sin duda, el TIPNIS y su inesperada resolución en el mundo en chiquito (la “economía concentrada”) que es la política nacional. Algo cambió —se puede decir— en vista del resultado general de las elecciones judiciales del 16 de octubre y su inédito “mita a mita” entre los votos válidos y los votos nulos.
FISURA. Al Movimiento Al Socialismo (MAS) el TIPNIS le removió el piso, de manera leve, da a entender el senador Adolfo Mendoza. Hasta la rajadura, complementa abiertamente el sociólogo Raúl Prada, ahora disidente de ese partido político.
El resultado inmediato para el oficialismo, se puede decir, es la reunión de diciembre. Allí, el objetivo es repensar nuevamente el bien común, profundizar el “terriblemente polisémico” (de múltiples sentidos) concepto del Estado Plurinacional, como percibe Mendoza, quien para nada quiere hablar de “reconducción” (el término introducido por los “resentidos” del vicepresidente Álvaro García Linera), sino más bien “una conducción distinta para la implementación de la Constitución en esta fase de construcción del Estado Plurinacional”.
Nones. Para Prada, el TIPNIS puso de la manera más cruda (el retroceso del Presidente en un viejo anhelo suyo, incluso contra su base cocalera) el debate sobre la “reconducción” del proceso de cambio.
Éste está convencido —“un hecho confirmado”, dice— de que la decisión de vetar la vía por el TIPNIS fue una determinación en solitario del Mandatario, “contra su gabinete, contra el Vicepresidente y con apoyo del canciller David Choquehuanca”.
Por eso —señala— se puede hablar de una verdadera “fisura” en el MAS. “Yo creo que el Presidente ha visto el peligro, que si quiere sobrevivir va a tener que encabezar él la reconstrucción del proceso junto a las organizaciones sociales; la próxima crisis ya no sobrevivirá ni el propio Jefe del Estado”, especula el sociólogo.
No es que la “reconducción” vaya a iniciarse en la reunión convocada para diciembre por el Gobierno, sino que ya está en curso, insiste Prada: ya las organizaciones sociales están discutiendo qué es lo que ha pasado con el TIPNIS y qué hacer ahora.
Para Mendoza, en cambio, la crisis provocada por el TIPNIS (que sobre todo es una “condensación de la política”), si bien comprende tensiones, sobre todo plantea oportunidades: “Porque la sociedad se muestra desnuda a sí misma en el espejo. A partir del (conflicto) como posibilidad del conocimiento, de autoconocimiento, éste aparece como una oportunidad para discutir los grandes temas”.
ESPERANZA. Pero si hay quien festeja, aunque de manera muy recatada, es la oposición; “las oposiciones”, como insisten al unísono sus representantes.
Para el Movimiento Sin Miedo (MSM), en palabra de la diputada Marcela Revollo, el mayor quiebre ocasionado por el TIPNIS es la ruptura dentro del “bloque popular hegemónico” que sostuvo al MAS hasta ahora. “El eje ahora es el diálogo entre sectores medios urbanos populares con los indígenas, sin la mediación del MAS”, afirma la asambleísta.
Ahora la pelea, dice, es por arrebatar, “recuperar” el “sentido amplio” de la construcción del Estado Plurinacional, fuera de la apropiación que hizo de éste el MAS; sacar fuera lo plurinacional de la pretensión del MAS del “partido único”. El MAS cree que la reunión de diciembre será la tabla de salvación —afirma— cuando el verdadero “debate público” ya se dio, se está dando, con el conflicto del TIPNIS. Lo que saldrá de la reunión de diciembre a lo sumo será la agenda del entorno masista, dice.
Para Unidad Nacional (UN), en voz de su líder, Samuel Doria Medina, lo más significativo que dejó el TIPNIS es que el Gobierno ya no representa ni al cambio ni a los indígenas, al Estado Plurinacional. “Con el conflicto del TIPNIS ha quedado claro que Evo está en contra del Estado Plurinacional; cuando ha tocado ver un tema concreto de la Constitución (el territorio indígena), el Ejecutivo ha ido en contra de la propia Carta Magna, contra la forma de vida de los indígenas del TIPNIS”.
En lo relativo a la agenda de diciembre y sus promesas, el dirigente dice que el problema no es otra agenda, sino que, por un lado, el MAS cumpla la inconclusa (la industrialización del gas) y que cambie la forma de conducir el proceso.
Por su lado, el senador Bernard Gutiérrez, de la agrupación Convergencia Nacional (CN), el TIPNIS antes que el mero desgaste del MAS, lo que trajo es su desenmascaramiento; un hecho que precisamente se tradujo en los votos nulo y blanco de las elecciones judiciales.
Insistiendo en que el voto nulo sobre todo es un triunfo ciudadano, no de los partidos políticos, Gutiérrez ve en dichos resultados un “gran desafío” para la oposición. “Nos está convocando (la ciudadanía) para que asumamos la Bolivia que viene. Es nuestra responsabilidad como generación; nos está diciendo que debemos alistar un proyecto de país y de poder, que represente una alternativa seria y responsable al próximo proceso”.
Para el dirigente político, el rechazo al MAS y el Gobierno abre un práctico “proceso de transición” hacia nuevos posicionamientos políticos, un período en el que “lo viejo (el MAS) no termina de morir, y lo nuevo no termina de nacer”.
El MAS en busca de su nueva agenda
Diciembre es sólo una fecha, insiste el senador por el MAS Adolfo Mendoza, con la idea de que la nueva agenda que debe construir el sobre todo es un proceso; por eso “debe empezarse ya nomás”, destaca el asambleísta.
El TIPNIS, con todo lo doloroso que haya sido, ha abierto varias perspectivas de debate sobre cómo construir el Estado Plurinacional, varias “variables”, como le gusta decir al legislador
Por ejemplo, señala que en el debate sobre la carretera, antes que ver si se estaba o no de acuerdo, lo saludable era cómo la gente iba “apropiándose” de la Constitución, usándola para el debate, precisamente. Otro tema que todavía marcará agenda es el modelo de desarrollo que debe seguir el país, cómo equilibrar el crecimiento con la defensa de la Madre Tierra. Aquí, advierte acaso haya que cuidarse de cierto “fundamentalismo ecologista” que fue el que distorsionó el debate sobre el TIPNIS.
Una tercera variable —apunta— es la necesidad de “evaluar la dirección política de esta revolución política y cultural”, no sólo el quehacer de los ministros en el lío del TIPNIS o la “débil capacidad de procesar las demandas ciudadanas” (por parte del Gobierno), sino también “que la dirección política sea una dirección ética y moral que imprima una necesidad de traducirse en una elaboración renovada de la idea del bien común”. A esto responde, precisamente, el llamado del Mandatario a elaborar una nueva agenda.
Otro tema a encarar, sigue, es la necesidad de enfrentar los particularismos (los intereses de grupo) en pos del bien común.
El MSM tras la ‘oposición de izquierda’
Si hay algo peculiar en los votos nulo y blanco del 16 de octubre es que éstos no son en favor de nadie, afirma la diputada por el Movimiento Sin Miedo Marcela Revollo.
Pero sí es un “espacio fértil, creativo, amplio para construir una alternativa en el escenario del cambio; una alternativa para recuperar el proceso de cambio”, destaca la asambleísta.
Es innegable que el gobierno del MAS sigue siendo el gobierno de las organizaciones sociales, “pero ahora no de todas” las organizaciones sociales. “Éste es un gran dato… esta agenda nos está permitiendo recuperar el sentido amplio de lo que es la construcción del Estado Plurinacional”, apunta Revollo.
La dirigente del Movimiento Sin Miedo señala que la gente “ha roto el miedo”, empezando por los indígenas marchistas.
El MSM, afirma, es copartícipe en la construcción del Estado Plurinacional, y esto precisamente es la diferencia con la “otra oposición”: “la diferencia substancial es que nosotros tuvimos la claridad, el compromiso, la fortaleza y la propuesta para construir este nuevo escenario de un nuevo Estado”.
La otra oposición, la de la derecha, según Revollo, es la que se quedó “en la vereda de enfrente”, que desde allí torpedea todo lo que significa el Estado Plurinacional y el proceso de cambio.
El próximo debate —enfatiza— será el económico; no por nada el Presidente sugirió una próxima discusión sobre la actual subvención a los hidrocarburos. De continuar bajo la tutela masista, la reunión de diciembre sólo será para reafirmar los errores gubernamentales, dice.
UN, la urgencia de enfrentar los fallos hoy
Al igual que el resto de la oposición, Unidad Nacional cuida de no apropiarse del voto nulo y blanco de las recientes elecciones judiciales. Ni pensar en posibles secuelas en 2014: “Está usted electoralizando” el tema, retruca Samuel Doria Medina ante esta posibilidad. Lo que ahora interesa a esta agrupación política, apunta, es resolver los temas urgentes, de actualidad.
“Estamos trabajando en que no se posesionen esos jueces (electos el 16 de octubre), que no tienen legitimidad. Por otro lado, esperemos que no haya gasolinazo; el Jefe del Estado con el solo anuncio ha generado que se despierten las expectativas inflacionarias. No es problema de prudencia, sino que se trate la economía de manera seria”.
Con respecto a Unidad Nacional, un poco esquivo, el dirigente Doria Medina afirma: “Estamos trabajando para generar una alternativa porque el actual Gobierno se ha alejado totalmente del proceso de cambio”.
En relación a que la oposición política al MAS no tuviera mayor discurso que el reactivo, de mera reacción a las provocaciones del MAS, el empresario cementero dice que esto expresa una imagen falsa. “No creo que haya sido así, ha habido propuestas, alternativas que se han planteado en la Asamblea Legislativa, que el Gobierno las ha rechazado (como promover mejor las candidaturas por mérito de los postulantes al Órgano Judicial); (el MAS) no ha dejado sino la alternativa del voto nulo”.
Con respecto al debate acerca de un posible gasolinazo, Doria Medina afirma que el problema no es la subvención, sino el gasto dispendioso del actual Gobierno.
Convergencia: hacia la ‘Bolivia Horizontal’
Si la visión de la historia reciente del vicepresidente Álvaro García Linera es el tránsito del “Estado aparente” al Estado Plurinacional, la propuesta de Convergencia Nacional es ir del Estado Plurinacional a la “Bolivia horizontal”, destaca el senador de CN Bernard Gutiérrez.
Una Bolivia horizontal que supere al Estado Plurinacional “raquítico y sin institucionalidad” que tenemos hoy día, explica el legislador opositor.
Consultado acerca de la falta de un líder visible de la oposición en vista a las elecciones de 2014, Gutiérrez cuestiona la “visión caudillista” de los movimientos políticos vigentes hasta ahora en el país. La visión de que toda la vida política gire en torno a caudillos. Es esto lo que hay que sustituir por la institucionalidad en los partidos políticos, afirma.
Es lo que está empeñada en llevar a cabo la “nueva generación” política que ahora encarna Convergencia Nacional junto a otros sectores sociales. De hecho, insiste, se espera que con Evo Morales se cierre la mencionada “historia política caudillista”.
Una vez que una de las demandas ciudadanas hacia la oposición es la exigencia de un discurso diferente o alternativo al predominante hoy día, el asambleísta de CN reconoce que la tónica de cualquier discurso hoy tiene que moverse en torno o contra el Estado Plurinacional. Pero recuerda que se trata de la visión de país del MAS; un proyecto que “cautivó a indígenas, campesinos e interculturales”; pero al mismo tiempo, dice, “el Estado Plurinacional también es Sanabria (general de Policía implicado en narcotráfico), la frágil institucionalidad, autos chutos…”.
El Pacto de Unidad, el corazón partido del MAS y el Gobierno
Si hay alguna base social orgánica que ha sostenido al MAS y al Gobierno, ésta es el denominado Pacto de Unidad, la unión de cinco grandes organizaciones sociales indígena campesinas. Esta unidad es la que se ha roto, coinciden nuestros entrevistados.
El Pacto de Unidad está (estaba) conformado por la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB), la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia-Bartolina Sisa (CNMCIOB-BS), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), y la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB).
A la fecha, forman bloque la CSUTCB, las “bartolinas” y los “interculturales”, al frente de Conamaq y CIDOB.
El representante del Conamaq, Rafael Quispe, señala que una de las causas de la ruptura del Pacto es la diferente visión de desarrollo que mostraron, sobre todo en relación al TIPNIS, las organizaciones: “extractivista”, las campesinas, y de respeto a la Madre Tierra, las indígenas.
Para el senador del MAS Adolfo Mendoza, lo que “lesionó” a este gran acuerdo que viene incluso desde la Asamblea Constituyente son los “particularismos” de cada uno de sus miembros. Con todo, dice, allí no hay distanciamientos, sino sólo “una pluralidad de voces sobre temas concretos”.
Para la diputada del MSM Marcela Revollo, el Pacto se rompió poco después de ser aprobada la nueva Constitución (enero 2009), “cuando mineros, cocaleros e interculturales asumieron la parte dominante y dejaron fuera a los indígenas y originarios”.
Según Raúl Prada, el TIPNIS sólo fue el punto culminante de la ruptura, que vino precedida por varias tensiones anteriores. Punto de quiebre, coinciden otros, el gasolinazo
Intangibilidad, nueva trinchera del conflicto
El TIPNIS en el debate permanente.
La Razón
Al autor le llama la atención el cambio de actitud del Gobierno en relación a su percepción sobre la intangibilidad del TIPNIS. Considera que la administración de Evo Morales antes del acuerdo pretendía “tocar” el parque y tras la ley de protección busca evitar incluso la incidencia de las comunidades indígenas en ese territorio.
Ismael Guzmán
es sociólogo del CIPCA-Beni.
El epílogo de la VIII Marcha Indígena no fue su arribo a la ciudad de La Paz, como muchos supusieron, ni la firma del acuerdo con el Gobierno sobre los 16 puntos de la plataforma de demandas; tampoco la odisea del retorno de las y los marchistas a sus comunidades. Pues, como la telenovela de alta audiencia que prolonga su final hasta el hastío, ahora se cierne sobre este conflicto Gobierno-indígenas un nuevo episodio expresado en la interpretación del concepto de “intangibilidad”.
El concepto de intangibilidad fue un requerimiento de los pueblos indígenas que lo plantearon con el fin de lograr un blindaje contra el avasallamiento de su territorio y el aprovechamiento ilegal de los recursos naturales por parte de actores externos, llámense éstos ganaderos, colonizadores interculturales, madereros y otros, pero también contra las políticas públicas ‘desarrollistas’ del Estado, como la implementación de megaproyectos o programas productivos concebidos bajo modelos de desarrollo foráneos a las lógicas económicas indígenas.
Desde la perspectiva del sector indígena, la intangibilidad no implica coartar derechos de pueblos indígenas que habitan el territorio; de hacerlo, significaría atentar contra sus derechos protegidos por la Constitución Política del Estado (CPE). Además, prohibir las formas propias de vida y de relacionamiento con la naturaleza de los pueblos indígenas, conlleva inducciones dirigidas a la migración hacia las ciudades, lo que en los hechos contribuiría a desestructurar el sistema de comunidad propio de estos pueblos.
Desde el Gobierno se insinúan posturas opuestas a las de los pueblos indígenas respecto del alcance del concepto de intangibilidad. Se ha señalado que con la Ley 180, de Protección del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), ni los indígenas podrán cazar o pescar en su territorio. Llama la atención el cambio radical de postura en el discurso del Gobierno: al principio se empecinó en la idea que el TIPNIS sí se toca, que la carretera va, pero una vez obligado a desistir de este propósito, la postura pareciera trasladarse al otro extremo, es decir, el TIPNIS no se toca; es más, no lo tocan ni siquiera sus habitantes de ascendencia ancestral.
En el marco del debate actual, consideramos necesario expresar algunas consideraciones. Un primer aspecto a tomar en cuenta a la hora de reglamentar el carácter de intangibilidad del TIPNIS es su cualidad de territorio indígena, que implica que se trata de un espacio socioambiental que adquiere sentido, es territorio sólo en la medida que los pueblos indígenas lo habitan; es decir, son ellos que le dan ese sentido de territorio al espacio físico. Por reconocimiento constitucional, es un territorio indígena y esa cualidad no puede ser eliminada ni por una ley ni por un decreto.
Pero, además, no se trata simplemente de habitantes de dicho territorio; se trata de pueblos con cultura propia, con una cosmovisión, con una forma de organización propia. Esta condición sociocultural implica la existencia en este espacio territorial de una forma de aprovechamiento de los recursos naturales, una forma de gestión territorial y, sobre todo, una forma de relacionamiento entre los pueblos indígenas y su entorno natural, circunscrito en una territorialidad con antecedentes históricos.
Por tanto, es a esta dimensión socioambiental a la que se deberá proteger con el mecanismo jurídico de la intangibilidad, puesto que es este sentido de territorio indígena, esta forma de relación entre los pueblos indígenas y la naturaleza, por lo general respetuosa y armoniosa, el que está expuesto a la intervención de otros actores con otras formas de manejo y acceso a los recursos naturales, con otras formas de producción y de explotación de la biodiversidad.
Los pueblos indígenas que habitan el TIPNIS, y los que habitan los otros territorios indígenas, son sujetos de desarrollo cultural, social y espiritual a partir de su propia cosmovisión. Pero eso sólo será posible en la medida en que puedan ejercer el principio de autodeterminación en sus espacios históricos en los que tradicionalmente interactúan, donde puedan ejercer su autonomía como forma constitucional de gobierno, donde puedan implementar sus formas de vida y hacer uso sostenible de los recursos naturales. Éstas son condiciones esenciales para su desarrollo como pueblos, condiciones por las que han marchado desde 1990, y siguen haciéndolo.
Otro aspecto a considerar en la búsqueda de un acuerdo definitivo es el hecho de que en un escenario de relaciones sociopolíticas no tiene pertinencia reducir el concepto de intangibilidad a un sentido meramente físico-ambiental. No se trata de aislar la naturaleza del ser humano, se trata de preservar formas de relación al interior de los territorios indígenas que, en esencia, constituyen paradigmas de otra idea de desarrollo. En un Estado en el que el imaginario social tiene como referente esencial el principio de la plurinacionalidad es de suponer que prevalecen los simbolismos culturales, incluso en la acción política, de modo que la intangibilidad no puede estar despojada de una connotación sociocultural y ello implica respetar las cosmovisiones de los pueblos originarios, que son titulares de los territorios indígenas, porque, al final, son las que dan contenido al principio de lo plurinacional.
El concepto de intangibilidad incorporado en la Ley 180 de Protección del TIPNIS es, por tanto, un componente valioso para la protección del territorio indígena de los impactos perturbadores provenientes de fuera, que penetran sin consentimiento. Por lo tanto, contribuirá en la búsqueda del vivir bien de los pueblos indígenas. Sólo habrá que esperar que en su reglamentación prime la sabiduría y no se interponga ningún rasgo de revanchismo.
La VIII Marcha desde la vigilia de San Francisco
El activismo urbano por el TIPNIS.
La Razón
La periodista hace un recuento sobre la vigilia de la plaza San Francisco que por 29 días respaldó a la VIII Marcha Indígena en Defensa del TIPNIS. Recuerda que la vigilia fue un centro de acción/reacción, de debate, de información y de solidaridad.
Marielle Cauthin
es periodista y activista por los derechos indígenas.
Uno de los precedentes que marcó la VIII Marcha Indígena en Defensa del TIPNIS fue, sin duda, el activismo en las ciudades a favor de las demandas de los pueblos indígenas. Así, los 65 días que duró la caminata hasta su llegada a La Paz fueron también días de otras acciones de protesta con mayor o menor éxito que, sin embargo, recuerdan la importancia del activismo real y del poder de los movimientos sociales en las calles.
Una de estas historias es la que se puede contar desde el piquete de vigilia instalado el 20 de septiembre en la plaza San Francisco, en La Paz. El piquete fue liderado por mujeres de la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB), el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq) y la Confederación de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB); una veintena de mujeres indígenas de tierras altas y bajas que por 35 días convivieron en una improvisada acampada y dejaron —al igual que las mujeres de la marcha— sus hogares, sus tierras, sus familias y sus hijos e hijas para iniciar una medida de presión pacífica y demandar al Gobierno respeto a la marcha y diálogo.
Ciudades. Este espacio fue compartido por artistas e intelectuales comprometidos y defensores de los derechos humanos como Luis Rico, Silvia Rivera Cusicanqui, Sarela Paz, Xavier Albó, Amparo Carvajal, el padre Carmelo Galdós, entre otros, además de estudiantes y profesionales activistas que acompañaron a las indígenas esos mismos días en lo que luego sería la larga espera de la llegada de la VIII Marcha.
Pero la vigilia no fue un hecho aislado. En el país, en ese momento, se instalaron casi de forma paralela vigilias en Cochabamba y Santa Cruz; ya se habían convocado a marchas y caravanas desde la ciudad para dar encuentro a los marchistas varados en Yucumo; se convocaba a marchas urbanas en diferentes ciudades y —en el caso de La Paz— la vigilia fue el espacio físico de concentraciones para estas acciones, incluyendo las movilizaciones convocadas por el Magisterio Urbano de La Paz y la Central Obrera Boliviana (COB), la despedida de la caravana de encuentro y conciertos musicales de protesta y solidaridad.
En este espacio se concentró y coordinó la ayuda humanitaria con la marcha indígena; allí se recolectó alimentos, ropa, agua y medicamentos, que luego se enviaron a los marchistas. La firma de libros de apoyo, en un ritmo de casi mil por día, fue otro de los aspectos cuantitativos del masivo apoyo de las ciudades a la marcha. Además del activismo en las calles y desde la misma vigilia, el ciberactivismo ayudó a la difusión de información y convocatorias para marchas y solidaridad a través de mailing list, redes sociales y páginas web. Así, la vigilia fue un centro de conferencias de prensa y fue la referencia directa en la ciudad de las acciones de la marcha.
Acción-reacción. A la vigilia también le tocó distinguir los distintos escenarios en los que debía plantear la protesta. En un contexto de contrasentidos conceptuales desde el Gobierno para con las medidas de protesta del movimiento indígena: de marchas a contramarchas oficialistas, como la autoconvocada por la Federación Túpac Katari; vigilias y contravigilias oficialistas, como la de Yucumo; bloqueos a favor de la marcha que fueron despejados por la Policía Boliviana, tal el caso de los guaraníes versus bloqueos contra la marcha, que fueron tolerados como el de Yucumo.
Al mismo tiempo de demostrar que las mujeres indígenas del norte de La Paz, del TIPNIS (Territorio Indígena del Parque Naciona Isiboro Sécure), del valle bajo de Cochabamba, de la zona lacustre del Titicaca, entre otras, ellas podían encabezar movilizaciones urbanas de largo aliento y ser lo suficientemente maduras para evitar roces con los partidos políticos de derecha y mantener la independencia de la medida.
El sexto día de la vigilia la marcha indígena fue reprimida violentamente y este espacio albergó a las críticas y solidaridades contra la medida del Gobierno: De esta forma, se demandó la atención del pliego de demandas de la marcha y denunció los atropellos que hasta ese momento se habían dado: el cerco policial, el bloqueo de pobladores de Yucumo, el secuestro de automóviles que transportaban a niños y mujeres embarazadas, alimentos, agua y medicamentos hacia la marcha.
La Paz. El miércoles 19 de octubre, luego de 65 días en las rutas y 29 días de vigilia, la marcha ingresó al centro de La Paz. Desde ese momento la vigilia de San Francisco se trasladó a la plaza Murillo y se unió a la nueva acampada que esperaría el acuerdo con el Gobierno. Al ser la primera vez que se realizó una medida de este tipo y bajo estas condiciones, la presión sobre el Gobierno aumentó, al punto que el presidente Evo Morales —que en todo el trayecto de la marcha se negó a dialogar con ellos e incluso a recibirlos hasta el último momento— tuvo que salir la noche del 20 para saludar a la nueva vigilia que esperaría seis días en la plaza los resultados de la negociación, bajo un cerco policial que en los primeros instantes no permitió la llegada de alimentos y ropa de abrigo.
El acuerdo llegó el lunes 24 de octubre y el martes 25 —luego del acto de despedida de la marcha en plaza San Francisco— también la vigilia se despidió; las carpas se desarmaron, las mujeres salieron rumbo a sus comunidades sabiendo que la marcha y la espera fueron una importante experiencia de apoyo al movimiento indígena de tierras bajas desde el centro de La Paz.