Es cosa de todos los días voltear la etiqueta o ver el sello de origen de casi cualquier producto y leer esas tres palabras «Made in China» (hecho en China). Pocos tienen problema con eso; son productos legítimos que están manufacturados por licencia en ese país asiático donde la mano de obra es más barata.
Al mismo tiempo, muchos estamos conscientes de que China también es fuente de una gran industria de falsificación de marcas y productos que se venden en el mercado negro (y no tan negro) y forman parte de un fenómeno que mueve US$650.000 millones al año, según cálculos hechos por el G-20.
El gobierno chino es consciente del problema, por eso, desde 2010 lanzó una campaña sin precedentes contra la piratería.
Sin embargo, lo que apenas comienza a revelarse, después de una investigación del Congreso de EE.UU. sobre el armamento del Pentágono, es que productos y sistemas auténticos tienen uno o, quizás, varios componentes piratas, también hechos en China.
La investigación identificó por lo menos 1.800 casos de elementos electrónicos falsificados en los sistemas que manejan las armas de Estados Unidos y por lo menos 1 millón de piezas de calidad dudosa.
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Falsificaciones por todas partes
Si eso está pasando en una ámbito de alta sensibilidad y que supone intenso escrutinio, la pregunta es si puede estar ocurriendo con otras industrias.
Pues bien, según los expertos consultados por BBC Mundo, componentes «truchos» se encuentran en casi todas las líneas de productos importados legítimamente de China. Esto incluye repuestos de autos y aviones, electrónicos, electrodomésticos, farmacéuticos, productos de belleza y tocador, juguetes y hasta alimentos.
«Yo estimo que 40% de los artículos tienen un elemento pirata. Alguna parte de ellos tiene un producto auténtico que ha sido sustituido», comentó Rosemary Coates, presidente de Blue Silk Consulting, una empresa global de asesoría de las fuentes de producción y manufactura en China.
La industria que está más afectada por este fenómeno es la electrónica, pues sus productos son de alto valor y porque sus componentes cuestan fabricar, así que los reemplazan por copias.
«Hoy en día algunas copias son tan buenas que casi no se pueden detectar. No son malas, pero no son las originales y ciertamente son ilegales si llevan la marca de la compañía», resaltó Coates. «También está el problema de que no han pasado las pruebas de control de calidad».
Nada de esto sucede subrepticiamente. Todo está marcado con el sello de fábrica -tiene que estarlo para entrar a Estados Unidos- procede de una fábrica licenciada y es distribuida por una empresa auténtica. Pero el producto puede no ser 100% original.
Rosemary Coates dice que, a menudo, suele suceder lo que ella denomina el «desvanecimiento de calidad».
Típicamente, un empresario encuentra a un proveedor calificado que le produce un excelente primer lote de producto, «buenísima calidad, empaque impecable», que le representa 30 o 40% de ganancia al distribuidor en EE.UU.
«Saltan de la alegría pues han encontrado la persona perfecta», explica.
Sin embargo, el proveedor opera con un margen mínimo, tal vez del 3%. Naturalmente quiere reducir sus gastos, como cualquier empresario, pero la única manera que lo puede hacer es sustituyendo materiales y elementos.
Si se trata de algún cosmético, indica la consultora, le puede cambiar algunos químicos en el color o el aroma por otros más baratos.
«De repente el tercer o cuarto lote ya no es igual. No es que sea malo, pero no es lo mismo. Es parte del juego comercial en China».
Shanzhai
Para Lianchao Han, experto en leyes comerciales del Hudson Institute, un centro de investigación en Washington, la situación no es parte de un juego sino parte de una cultura en China conocida como shanzhai.
«Shanzhai es la industria casera que opera en las ciudades y en el campo produciendo falsificaciones de todo tipo», expresó Han.
Es una cultura que está arraigada en la mentalidad china, asegura el analista, y permite que el chino se le mida a cualquier empresa ya sea grande o chica.
«Si ven la oportunidad, se lanzan a copiarlo para hacer el dinero fácil», manifestó. «Se ha vuelto el patrón de vida en China».
Según Lianchao Han, shanzhai puede producir químicos que son reemplazados en farmacéuticos y cosméticos, metales de baja calidad que componen electrodomésticos, elementos pirateados dentro de repuestos de autos o avión, circuitos baratos dentro de aparatos electrónicos.
«Algunas falsificaciones son hechas con tecnología muy sofisticada», dice, «con ingeniería invertida con la que desarman un producto y lo copian exactamente pieza por pieza».
La situación está ocurriendo desde hace décadas, comentó el experto, y hasta ahora viene a cautivar la atención con la revelación de los componentes falsificados en el armamento estadounidense.
Consecuencias
Las implicaciones son enormes por la falta de control de calidad.
«Las piezas pueden fallar o desgastarse más rápido de lo esperado», manifestó Rosemary Coates. «Eso no es tan grave si pasa con una computadora, pero imagínese si es el repuesto de un avión».
«El problema es no poder tener un control preciso de la cadena de distribución», dijo Steven Tepp, jefe del Consejo de Propiedad Intelectual de la Cámara de Comercio de EE.UU.
Muchos componentes llegan al producto final a través de varios canales de distribución, no se originan directamente con el fabricante.
Es así como se dio el caso de la leche en polvo de bebé distribuida en China que mató a varias criaturas antes de que la retiraran del mercado, o los cosméticos en los que se encontraron heces, «no porque los hubieran puesto a propósito, sino porque los falsificadores tienen estándares bajos de sanidad», añadió Tepp.
El funcionario de la Cámara de Comercio recuerda un caso en Panamá, donde el Ministerio de Salud compró una orden de jarabe para la tos para distribuir en los barrios pobres de la capital.
«Se dieron cuenta de que tenía químicos utilizados en líquidos de radiadores de automóviles», afirmó. «Pero no antes de que murieran más de 100 personas por ingerirlo».
Medidas
La salvaguarda para Rosemary Coates de Blue Silk Consulting es que todos los involucrados tomen la responsabilidad de validar cada paso en el proceso de producción y distribución. Pero «eso es muy costoso y algunas veces imposible de determinar».
Linchao Han sostiene que la solución debe ser más extrema.
«La producción debe ser retirada de China y trasladada a países más confiables como en Sudamérica», sostuvo. «Significaría un alza en los precios, pero a largo plazo se justificaría».
Pero Steven Tepp asegura que China está tomando medidas decisivas para acabar con la piratería.
«Entre 2010 y 2011 hubo una campaña especial antipiratería sin precedentes», explicó. «Duró nueve meses, fue anunciada por los niveles más altos del gobierno y tuvo una respuesta palpable».
La clave, dice, es asegurar que la actividad de copias ilícitas sea retribuida con duras multas y castigos para cambiar la cultura.
Reconoce, sin embargo, que a pesar de los esfuerzos todavía hay mucho camino que recorrer.
Fuente: bbc