Paso a paso y de manera inexorable, el montaje judicial del caso Rozsa se va cayendo a pedazos. El informe del Grupo de Trabajo contra las Detenciones Arbitrarias de la ONU supone una nueva etapa en ese proceso, al establecer ocho irregularidades en la detención del húngaro Elod Toaso, uno de los acusados de pertenecer a la célula comandada por Eduardo Rozsa.
De acuerdo al documento de Naciones Unidas, Toaso debería ser puesto en libertad condicional de manera inmediata, además de recibir “una reparación por el mal causado por los agravios“.
La ONU subraya, por una parte, el incumplimiento del periodo máximo de detención (24 meses, mientras que Toaso lleva 32).
Por otra parte, cuestiona que el caso haya sido radicado en La Paz y Cochabamba, cuando los presuntos hechos se habrían dado en Santa Cruz. Interesante salvaguardia del principio de jurisdicción territorial, que en su momento no tuvo adecuada defensa por parte de las autoridades departamentales cruceñas.
Las posturas adoptadas por la ONU suponen un nuevo revés para la versión oficial de los hechos, que ya anteriormente había sufrido varios tropezones.
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Quizá el más importante de todos fueron las revelaciones del ex “testigo estrella” del caso, Ignacio Villa Vargas alias “El Viejo”, quien reconoció ante el juez que sus primeras declaraciones ante el fiscal Soza fueron obtenidas bajo tortura con el objetivo de “implicar a varias personas”.
A esto debe agregarse el video donde se ve a agentes del Ministerio de Gobierno sobornando al mismo Villa Vargas, así como otras filmaciones donde se vería un “plantado” de evidencias en el Hotel Las Américas y en el stand de Cotas.
Sin sangre en la cara, los voceros gubernamentales se apresuraron a saltar a la palestra para discutir las conclusiones de la ONU. Al mismo tiempo, han estrenado un nuevo capítulo de la telenovela con la deportación a Argentina de un ex militar de ese país, a quien acusan de haber tenido contactos con el grupo Rozsa con miras a… ¡atentar contra Evo Morales!
Si un bluff se derrumba hay que crear otro. Esa parece ser la consigna del régimen…