Evaluación y perspectivas

Armando Méndez Morales*

ARMANDO_thumb Termina el año 2011 y vienen evaluaciones de todo tipo. Los dos principales indicadores de la economía, que son el comportamiento de la producción y de la inflación, estarán en el orden del cinco por ciento para el primero y del siete por ciento para el segundo. Se los puede calificar de bueno el primero y regular el segundo.

Un hecho que se debe destacar es que el presidente Evo Morales concluye su sexto año de gobierno, un sexenio; no es poco tiempo, por tanto, merece una evaluación.



Dos hechos marcan este periodo: el primero, el cambio de la constitución política del estado refrendada por un referéndum y, segundo, el retorno del rol activo del estado en la actividad económica nacional. Nos guste, o no, esto implica un cambio que podrá ser coyuntural o estructural; el tiempo lo dirá. Tiendo a pensar que el rol activo e interventor del estado sobre la actividad económica y a cargo de las fundamentales empresas vino para quedarse mucho tiempo, al margen de lo que vaya a ocurrir con las elecciones presidenciales de fines del año 2014. Los abundantes pedidos de atención gubernamental, que se vieron en la “cumbre social” reciente, serán moneda corriente en los siguientes años. Todo tendrá que atender el estado.

El Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del Presidente Morales, presentado a mediados del año 2006, señala algunas metas, que vale la pena recordar, para comparar con lo efectivamente ocurrido. También se puede efectuar una balance con lo acontecido durante el sexenio anterior, 2000-2005.

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El crecimiento promedio anual del PIB durante el sexenio 2000-2005 fue del 2,9 por ciento, cuando es del 4,5 por ciento durante el gobierno del Presidente Morales, un cincuenta por ciento más alto. Es cierto que el primer sexenio estuvo influido por la crisis de la economía asiática de fines del siglo pasado, que afectó a toda la región y, este último, viene acompañado por un periodo altamente favorable para Bolivia, en cuando a los términos de intercambio de su comercio internacional.

En cuanto a la tasa de inflación los resultados son los siguientes: 3,4 por ciento promedio anual para el periodo 2000-2005 y 8,6 por ciento para 2006-2011. Más del doble durante el gobierno de Morales.

¿Que proyectaba el Plan de Desarrollo, en cuánto a estas dos fundamentales variables macroeconómicas? Con relación al PIB esperaba un crecimiento promedio anual del orden del 6,3 por ciento y del 3 por ciento en inflación. No se cumplieron.

Las variables macroeconómicas claves para entender el comportamiento de la producción en el corto plazo, en cualquier país, son la inversión y la demanda externa cuanto más abierta es la economía. Se observa que la inversión con relación al PIB para el año 2005 alcanzó al 14 por ciento y del 18 por ciento para el año 2011, cuando el plan de desarrollo esperaba alcanzar un 26 por ciento. Esta es una primera explicación del por qué no se alcanzó la tasa de crecimiento del PIB del 6,3 por ciento.

Siempre se ha considerado que un problema fundamental de Bolivia es la falta de ahorro, sin embargo, la realidad de lo que ocurre no confirma esto. Para el año 2005 se alcanzó un ahorro del orden del 20 por ciento con relación al PIB, seis puntos porcentuales más que la inversión; del 26 por ciento para el año 2011, ocho puntos porcentuales más que la inversión. Cabe la pregunta ¿Por qué no se invierte? habiendo ahorro.

Las exportaciones e importaciones han tenido un comportamiento destacable, más en el segundo sexenio que en el primero. En el primer sexenio las exportaciones crecieron a una significativa tasa anual promedia del 18 por ciento, subiendo a un 21 por ciento en el segundo, lo que se tradujo en que las exportaciones con respecto al PIB lleguen a representar el 43 por ciento del PIB, cuando para el año 2005 fue del 30 por ciento. Las importaciones en promedio crecieron al mismo ritmo que las exportaciones (21%) en este segundo sexenio cuando en el primero sólo lo hizo a una tasa anual del 2,5 por ciento. Esto quiere decir que jugó un rol preponderante las exportaciones, en el primer sexenio, en la recuperación de la economía nacional y, en el segundo, del buen comportamiento tanto de las exportaciones como de las importaciones.

En cuanto a la situación del sector fiscal es aconsejable hacer a un lado las empresas públicas, dado que prácticamente ya no existían hasta antes de la llegada del gobierno de Morales. Sin considerar este sector se tiene el siguiente comportamiento: Los ingresos fiscales crecieron a un ritmo del 11 por ciento anual durante el primer sexenio y del 15 por ciento en el segundo. En cuanto al gasto, contrariamente a lo que se piensa, el gobierno del Presidente Morales no aumentó mucho el ritmo de expansión del gasto fiscal, lo hizo al 11 por ciento anual frente a un 10 anterior. Lo que incrementó, al interior del gasto, fue la inversión pública subiendo a un 15 por ciento cuando antes había estado en el orden del 11.

El comportamiento arriba comentado explica el inusual superávit fiscal durante estos seis años de gobierno de Morales. La incongruencia está que en estos seis años se ha continuado con el endeudamiento público, como fue la característica del pasado cuando había déficit, habiendo ahora superávit fiscal. El endeudamiento es compatible cuando hay déficit.

Se podría suponer que el superávit fiscal durante este tiempo estuvo presente sólo en las instancias del gobierno central, gobernaciones y municipios, y no en las empresas públicas. Las cifras señalan para este sexenio que también las empresas públicas, en conjunto, tienen superávit. Por tanto, sigue válida la interrogante: ¿Por qué el gobierno de Morales, durante sus seis años de gobierno, ha continuado endeudando al sector público?

El Plan nacional de Desarrollo señalado plantea un objetivo, que se debe alcanzar para el año 2015: “Una nueva matriz productiva con mayor valor agregado basada en la industrialización de los recursos naturales”. De manera compatible con la Constitución Política del Estado se destaca que esto se debe lograr con “un Estado promotor y protagonista del desarrollo productivo”. El estado pasó a ser el responsable del desarrollo económico de Bolivia para lo cual se requiere superar el viejo y crónico problema de la dominante producción de materias primas.

Las tendencias históricas no avalan que Bolivia esté siguiendo esta ruta, sino todo lo contrario. El año 2000 la composición de las exportaciones de Bolivia era la siguiente: 57 por ciento proveniente de la industria manufacturera y 43 por ciento de materias primas, parecía que se había logrado el objetivo que recoge el plan de desarrollo del 2006. Sin embargo, para el año 2005 la situación se revierte: Las exportaciones industriales caen al 33 por ciento y las materias primas suben al 67 por ciento. Más aún, para el año que concluye las exportaciones industriales han caído relativamente hasta ubicarse en un 25 por ciento y las materias primas han subido hasta ubicarse en un 75.

Para el año 2012 el gobierno espera que la economía crezca a un 5,5 por ciento junto a una tasa de inflación del 5 por ciento, objetivos que podrían ser incompatibles. Un 5,5 es superior al 4,5 por ciento observado en estos seis años, lo que puede significar una excesiva presión sobre la actual capacidad potencial de la economía boliviana, lo que puede incrementar las presiones inflacionarias por encima del cinco por ciento buscado.

La tasa de crecimiento de la economía boliviana del orden del 4,5 por ciento anual puede estar indicando que es la tasa potencial de largo plazo del PIB, ya que esta fue la que también prevaleció en el sexenio 1993-1998, con un sistema económico en el que ya no había empresas estatales. Por tanto, el reto de largo plazo es superar la tasa potencial de crecimiento de la economía boliviana, ahora bajo total responsabilidad del estado por decisión manifiesta de los bolivianos al aprobar por referéndum, con el 61 por ciento de votos, la vigente Constitución Política. Hay que destacar que La actual del 4,5 por ciento es completamente insuficiente para acelerar el desarrollo económico del país, única manera de superar la pobreza y única manera de que la creciente clase media mejore sus estándares de nivel de vida.

*Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas