Gamal Serhan Jaldin
Después de la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado y la segunda victoria electoral de Evo Morales, parece que al gobierno del Movimiento al Socialismo se le agotaron las ideas (y por ende las banderas), y viene dando cada vez más frecuentemente muestras de agotamiento de su gestión.
La nacionalización e industrialización de los hidrocarburos y la Asamblea Constituyente agotaron rápidamente la agenda política del Movimiento al Socialismo, que cumplidas esas tareas -cual tierra prometida- hizo creer a la mayoría de la población que todo cambiaria. Lo cierto es que lo único que ha cambiado es que existe una nueva oligarquía que concentra el poder, la oligarquía cocalera.
Andrés Soliz Rada, ex ministro de hidrocarburos de Evo Morales, en un artículo que titula ¿Hubo nacionalización? dice “cinco años después del Decreto del 01-05-06, el país no ha exportado ni un metro cúbico de gas con valor agregado, importa diesel, gasolina y GLP, el cambio de matriz energética está en pañales, no tenemos plantas separadoras de líquidos y la posibilidad de gasoductos al Mutún, al salar de Uyuni y al occidente del país es un sueño lejano. No se determinó en los contratos un cronograma de desembolsos para explorar y desarrollar nuevos campos. YPFB no es capaz de calcular el monto de nuestras reservas”, y lo más grave es que hemos incrementado la dependencia de los ingresos fiscales del Estado de los hidrocarburos en vez de utilizarlos para diversificar la economía nacional.
La Asamblea Constituyente pario un Proyecto de Constitución que tuvo que ser reformado por el Congreso, y más allá de los simbolismos no ha cambiado en nada la realidad de la población boliviana y no logro re-constituir el pacto político y social, siendo utilizado este mecanismo para la toma del control total de las instituciones del Estado a manos de un proyecto de corte hegemónico que utiliza la leyes para perseguir, encarcelar y sentenciar a cuanta voz disidente se alce contra el gobierno.
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Como lo anticipo uno de los gurús de la economía Jeffrey Sachs “Bolivia es una burbuja que se va pinchar”, y la burbuja se pinchó. Prueba de ello es que en diciembre del año pasado el gobierno a título de la nivelación de los precios de los carburantes intento implementar un gasolinazo que desnudo la fragilidad de las finanzas públicas del Tesoro General de la Nación y el alto incremento en gasto corriente del gobierno y su consecuente déficit presupuestario. Si a esto le sumamos la crisis energética (apagones en todas las regiones del país) y la crisis alimentaria (no solo hemos dejado de exportar alimentos, sino que ahora los importamos), podemos afirmar que tenemos una seria crisis económica que nada tiene que ver con la crisis financiera de los países “desarrollados”.
La aprensión del Gral. Sanabria por la DEA, revelo la penetración de los carteles mexicanos y colombianos (fundamentalmente) en altas esferas de gobierno que garantizaban la protección para sus operaciones ilícitas. El último informe de las Naciones Unidas, no solo revela en crecimiento de las plantaciones de coca a la escalofriante cifra de 31,000 hectáreas, sino que además confirma lo que el Cardenal Terrazas había denunciado respecto a la situación del narcotráfico en el Chapare, sentenciando que el 97% de la coca que se produce en dicho lugar se destina al narcotráfico.
La VIII marcha de los indígenas de tierras bajas desnudó el falso discurso indigenista y de protección del medio ambiente, no solo internamente sino fundamentalmente en el exterior donde el Avatar Chuto de Evo Morales había vendido muy bien su disfraz. Generando -entre otras cosas- una ruptura de su base social que lo había llevado al gobierno.
Un país con crisis económica, con matices de convertirse en un narco-Estado, con conflictos territoriales y bloqueos permanentes, con disputas permanentes entre los militantes del partido oficialismo y con una base política y social mermada, reflejan sin lugar a duda la decadencia del gobierno.