Mas-King a los medios

Walter “Puka” Reyesvilla

PUKA_thumb1_thumb Hacia fines de 1974, la Iglesia, junto a otras organizaciones de carácter humanitario, se plantó fuerte frente a la dictadura de Banzer y consiguió que ésta decretase una amnistía para varios compatriotas exiliados por aquel régimen. El mejor regalo de Navidad, para las familias de los amnistiados, fue el regreso del ser querido que por sus convicciones democráticas había sido desterrado.

Mañana se instalará, en Cochabamba, una suerte de sóviet hecho a la medida del gran jefe. Los cada vez menos audibles aplausos y las sucesivas derrotas políticas y sociales que sufrió el régimen a lo largo del año, que está a punto de concluir, precipitaron esta forzada convocatoria destinada a elevar la alicaída moral del régimen. Ensordecedoras ovaciones y zalameros panegíricos serán la banda sonora del cónclave masista a ser pagado con los impuestos de todos.



Su accionar divisionista, revanchista, persecutorio y soberbio le ha pasado factura al régimen y no es “reconduciendo el ‘proceso de cambio’” que va a salir de su crisis, porque ésta está más en las almas de sus enajenados líderes —y más de un seguidor, habrá que agregar—.

En el clásico estilo del régimen, circulan varias “agendas” para esta especie de acto circense; pero en ninguna de ellas figura algo tan esencial como lo descrito al comienzo, un gesto de grandeza: amnistía para los presos políticos y cese de la persecución a los opositores; que las familias se reúnan en Nochebuena con sus seres queridos actualmente en el exilio. Sólo así tendría sentido toda la alharaca que propalan los “encumbrados”.

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Pero contrariamente a tal actitud, lo que se anuncia son represalias contra los medios de comunicación no oficialistas, a la usanza de la represión contra los marchistas del TIPNIS, es decir, acallando la libre expresión con la aplicación de la tristemente célebre cinta MASking.

Entre otras estulticias, el Ministro de Gobierno ha responsabilizado a los medios de la inseguridad ciudadana que campea en el Estado Plurinacional. Si 2010 fue el año del rodillazo y el gasolinazo, 2011 bien podría ser calificado como “El año del MASkinazo”, a menos que una amnistía permita el reencuentro de la familia boliviana.

La Prensa – La Paz