Con gol de Mouche, Boca le ganó 1-0 a River en Mendoza y, con la victoria de Chaco, se adueñó de los dos Superclásicos. Los de Falcioni festejaron ante el eterno rival y levantaron la Copa Luis Nofal. Ah, Trezeguet se fue lesionado a los 10 minutos… Aires de revancha merodeaban el Malvinas Argentina mendocino. Boca y River volvían a verse las caras tras el 2-0 del Xeneize en Chaco, y ambos anhelaban festejar ante el eterno rival. Pero quien nuevamente terminó con una sonrisa fue el elenco de Falcioni, que además celebró la obtención de la Copa Luis Nofal. En un marco de público impecable, Boca y River mostraron algunas imágenes futbolísticas que ya se habían palpitado en Chaco. El Millo arrancó con mucha presión, mientras que el Xeneize fue pura contundencia y oportunismo. Almeyda tuvo que reflotar el barco cuando la lesión de Trezeguet en apenas 10 minutos de juego obligó a dar un abrupto golpe de timón a los planes iniciales.
Y los recuerdos de Chaco se reavivaron aún más cuando, en el mejor momento de River, Boca encontró el gol tras un desborde con centro de Ledesma y el posterior cabezazo de Mouche. Sí, cualquier similitud con el primer Súper es pura coincidencia. Después del gol, el desorden y la falta de un líder futbolístico se adueñaron de los de Núñez. Carlos Sánchez se convirtió en el pulmón y en el corazón de un equipo que no ayudaba en nada al uruguayo, y lo hundía en una soledad que lo desgastaba jugada a jugada. Cavenaghi, muy impreciso, estuvo lejos de su mejor nivel y falló mucho cerca del arco. La ausencia de Schiavi, que salió lesionado en el entretiempo, no cambió en nada la mentalidad de la defensa xeneize, que conformó una verdadera muralla inquebrantable. Solidez defensiva y contundencia en ataque. Las dos claves del Boca campeón volvieron a rendir sus frutos y lo llevaron a quedarse con los dos Superclásicos de verano. Merecido.
Fuente: Unitel.
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