Tiempo, espacio, poder e iniciativa

Agustín Saavedra Weise *

a-saavedra31 Según lo expresado por el Gral. (R) Heriberto Justo Auel durante una conferencia dictada el 7 de julio de 1999 en la Escuela Superior de Guerra de la República Argentina, el tiempo es un elemento esencial en cualquier elaboración estratégica. Varía porque hay un acelerador científico tecnológico en las comunicaciones, en los transportes, en los medios de investigación. Piensen ustedes qué puede ocurrir con un dirigente estratificado en la situación anterior, en el ritmo anterior, frente al actual dinámico ambiente internacional. A ello agreguemos la relatividad del tiempo, lo eterno que puede ser un momento de dolor y lo instantáneo que puede ser un momento de felicidad, aunque ambos duren exactamente lo mismo. El “llegar a tiempo”, “hacer las cosas a tiempo”, en el tiempo justo, es otro valor fundamental de la victoria y de la sorpresa estratégica que confunde o intimida al enemigo.

Esas variaciones conceptuales se combinan. ¿Cuál es el otro elemento esencial de toda estrategia? El espacio. Las visiones del campanario se obtenían desde el lugar más alto de la aldea, la torre de la iglesia. Ese observatorio está actualmente en el satélite. Ahora la aldea es mundial, es global. Pero además, nosotros desde el campanario nos podíamos ayudar con un anteojo de campaña, ahora el satélite puede darnos el detalle, hasta de lo que está debajo de la superficie, o darnos la capacidad que tiene una reserva minera, o lo que comentan los miembros de Al Qaeda en ‘x’ lugar del planeta. Cualitativamente, el espacio ha variado en sus dimensiones, ya que aparecen otros ‘espacios’ que antes no eran considerados. Hoy todo comandante militar, todo líder político, tiene que saber que cualquier operación está siendo observada espacialmente y en tiempo real mientras se desarrolla, tanto por el oponente como por el propio frente interno. Además, el espacio, el lugar físico que ocupamos, es fundamental para todo nuestro plan. Puede favorecernos o perjudicarnos. Todo dependerá de las circunstancias y del hábil uso que hagamos de la maniobra en el marco del espacio disponible para nosotros frente al de los contendores, sea cual sea la naturaleza de estos.



Una tercera dimensión –imprescindible para lograr una maniobra política exitosa–, el poder, también ha cambiado. Cabe aquí agregar al conocimiento como fuente de poder, de dominio de unos sobre otros. Una sociedad que no posee una masa crítica de su demografía en el exigible nivel de conocimientos tecnológicos, carece de posibilidades de innovación e inserción en economías globalizadas. Perderá poder y su rango relativo irá en rápido retroceso. Cuando esa masa crítica sea mayor, mayor será el poder. Allí está el valor decantado de la educación y de la instrucción. Las naciones jamás deben perder esta visión realista de largo alcance del poder, ya sea en su versión dura –la fuerza– o en su versión blanda –diplomacia e influencia–, ya que son válidas para todo el conjunto de sus actividades en materia de política exterior y política interna.

Finalmente, desde mi modesto punto de vista, hay que agregar una última dimensión a estos pensamientos básicos generados por Auel. Se trata de la iniciativa, la capacidad de adelantar nuestros pasos frente al rival al mismo tiempo que auscultamos los pasos posibles que nuestro enemigo (militar, político, empresarial o comercial) tiene a su disposición o intentará realizar.

Sin estos razonamientos elementales, jamás se podrá generar un criterio global capaz de llevarnos exitosamente mediante decisiones adecuadas al punto deseado, al objetivo procurado, al triunfo en definitiva. Tiempo, espacio, poder e iniciativa son partes indivisibles de cualquier concepción estratégica.

* Ex canciller, economista y politólogo

El Deber – Santa Cruz