Administrando la incompetencia

Karen Arauz

karen-arauz La icónica frase del presidente Paz Estenssoro al lanzamiento de su política económica mediante el 21060 "Bolivia se nos muere" toma hoy, a la luz de lo que está aconteciendo, una renovada dimensión.

Es probable que hoy no sea sólo la economía la que nos hace recordar esa frase dramática de honda impresión. Es la profunda sensación de que nos estamos quedando con más paisaje que país. Posiblemente suene exagerado, hasta chauvinista, pero si nos detenemos -sin prejuicios- a observar un par de temas que ocupan y preocupan a la ciudadanía, quien sabe lleguemos a la conclusión, de que en efecto así es. Nunca antes los gobiernos de diferente laya fueron tan esforzados por dividir y enfrentar a los bolivianos tan patentemente como hoy. Las diferencias, existieron siempre y así será hasta el fin de los tiempos pues hay opiniones tan diversas como individuos sobre qué clase de país quieren todos y cada uno de ellos. Los alucinantes esfuerzos stalinistas de algunos, nos hacen pensar en un concepto que quisiéramos ignorar: inviabilidad.



El paro de transporte sobre todo en la ciudad de La Paz, ha desnudado una vez más la indefensión de la gente común para quienes la política no es de su interés particular. La mayoría tiene como prioridad vivir, o sobrevivir. La retórica estudiada a la que recurren los gobernantes, se está convirtiendo en una verdadera pesadilla. El machacón discurso en sentido que todo lo que pasa es en virtud a la malévola intención de desgastar al gobierno, suena tan hueco, tan insustancial, que la gente esta sintiéndose insultada y hondamente humillada. No es posible que no se tenga en cuenta y más bien se trate de desvirtuar las razones legítimas de ciertas protestas sectoriales. Los métodos son siempre discutibles. Lo que no se puede discutir y que ya es demasiado obvio que el gobierno se toma como "personal" cualquier posición contraria a la suya.

García Linera es la imagen viva más visible de las contradicciones y el doble discurso con el que se intenta confundir a la sociedad. Su posición sobre qué y cómo debería actuar el Alcalde paceño relacionado al paro de transporte, es diametralmente opuesto a lo que considera qué y cómo se encara la demanda del sector salud. Azuzar a la población a que tome las calles y enfrente a los médicos en huelga, se lee de dos maneras. O su delirio de revolución totalitaria se le escapa de rato en rato entre su ropaje de demócrata, o los que están desestabilizando al gobierno son ellos mismos buscando la adopción de medidas que consoliden sus públicas aspiraciones de hegemonía del poder absoluto. Afortunadamente, sus planes han sufrido grandes retrasos -el gasolinazo fue un freno fundamental- y parte de la sociedad desencantada ya no cree que éste es el gobierno por el que estuvieron dispuestos inclusive, a perder su libertad.

Es obvio que el paro de transporte al ser contra el Alcalde del MSM -su peor pesadilla por ahora- sin exponerse de modo frontal a tomar partido por los transportistas, les complace enormemente. Al fin una protesta contra otros que no sea el MAS y su depauperado proceso de cambio. Es así que la policía brilla por su ausencia, excepto cuando un grupo de ciudadanos se animan a rechazar los bloqueos. Allí aparecen, armados de cascos, escudos y sendas bombas de gas lacrimógeno rodeando a los transportistas en una actitud de protección tan obvia como si fueran socios, que si no diera bronca, diera risa. Ni hablar de los famosos caimanes y buses del ejército que en las circunstancias que son de su conveniencia, auxilian a la ciudadanía. Gran gauchada resultó la ley municipal del transporte porque ayuda al gobierno a que la artillería de improperios de un gremio fuerte por su naturaleza, sea dirigido a otra parte y le brinde un algo de oxígeno. Y en las expresiones de los choferes se ve con claridad, la misma afinidad con el poder que tuvieron en la década del 80, cuando le pidieron al presidente dictador del momento, la medida de sus pantalones. El transporte sindicalizado, seamos claros, lo único que espera es seguir haciendo de las suyas, pero con nuevas tarifas. Y con el invalorable apoyo de ciertos policías que saben que juntos, hacen plata.

El letrado vicepresidente ha hablado de su gran capacidad para administrar los conflictos. Claro, con la policía, ejército y una buena cantidad de tira sacos, más vale que al menos eso administren. Momentáneamente. Ojalá demostraran la misma capacidad para poner en marcha al país, de cuyas improvisaciones tenemos en la inminente salida de la Jindal, su mejor y más nuevo ejemplo.

Pero el racismo que exacerban, la inagotable fluidez de odios y resentimientos que desparraman a su paso, ese dividir para reinar, es lo que pone en peligro de debacle a Bolivia. Las diferencias naturales, están siendo usadas sin contemplaciones y es muy claro que en lo último que piensan es en el bienestar de la sociedad en su conjunto.

La Paz se prepara nuevamente a ser escenario, de más protestas, más marchas y mayor conflictividad. Y una vez más, el estoicismo de su gente le pintará un gran signo de interrogación a los planes de dominio de un grupo que cada día se desnuda en su mediocridad y que será resaltado en la historia como de absoluta incompetencia.