Tras la entrega de "Comba", el líder de Los Rastrojos, se abrió la sucesión en la conducción de la peligrosa bacrim colombiana. Un ejército de hombres armados quedó acéfalo. Otras bandas criminales pugnan por controlarlos.
Son más de 1.500 hombres que forman parte del ejército criminal que Javier Antonio Calle Serna, más conocido como "Comba", dejó a la deriva cuando negoció su entrega a la justicia de los Estados Unidos. Están desperdigados en nueve zonas de Colombia, aunque hacen base en Nariño, el departamento que concentra la mayor cantidad de cultivos de coca en el país unas 15 mil hectáreas, según apuntó el diario local El Tiempo.
Según el medio colombiano, el escenario es poco promisorio: "Se espera la atomización del grupo entre varias facciones y la entrada de Los Urabeños (otra bacrim) a zonas plenamente controladas por la banda rival".
Entre los posibles herederos queda Diego Pérez, más conocido como "Diego Rastrojo", que, aunque se rumoreaba que también negociaba su entrega en los EEUU, comanda una facción de la banda que tiene nexos con los cárteles de Los Zetas y Sinaloa, en México.
De hecho, tal como apunta El Tiempo, el gobierno de Juan Manuel Santos identificó una vendetta de la mafia, que ha dejado al menos veinte asesinatos en Cali y Bogotá. Las bacrim (como se abrevia a las "bandas criminales") actúan de forma similar a los paramilitares, porque poseen una estructura vertical, dominio territorial y vínculos con sectores estatales y las fuerzas públicas.
Están catalogadas como las sucesoras de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), cuyos integrantes -de extrema derecha-, se desmovilizaron entre 2003 y 2006, durante el gobierno de Álvaro Uribe, a cambio de beneficios jurídicos.
Además de Los Rastrojos y Los Urabeños, Los Paisas, el Ejército Revolucionario Popular Anticomunista de Colombia (ERPAC), las Águilas Negras y la Oficina de Envigado son las estructuras responsables del 90% de las acciones delictivas de Colombia.
Fuente: Infobae