Aprovechando que la justicia controlada por el oficialismo acaba de excluirlo del caso Chaparina (Yucumo), el ex ministro de gobierno Sacha Llorenti hizo su reaparición pública en un acto literario-político celebrado en el mismísimo Palacio Quemado.
Allí, quien fuera llamado “el Mariscal de Yucumo” por la brutal represión policial contra los indígenas defensores del TIPNIS llevada a cabo en esa zona del Beni, presentó el libro “La verdad secuestrada”, que pretende ser un análisis de los medios de comunicación en Bolivia, a excepción de los gubernamentales.
Según adelantó el vicepresidente Álvaro García Linera, quien ofició de presentador, en tan ilustre obra se afirma que la prensa “miente, engaña y denigra” cuando cuestiona los actos del régimen.
La súbita reaparición de Sacha viene a confirmar, por una parte, la preocupación que existe en el gobierno de Evo Morales por el accionar de la prensa libre, que ha reflejado importantes casos de corrupción y narcotráfico en la actual administración, desde el escándalo del narco-general Sanabria (acaecido durante la gestión del ministro Llorenti) hasta los negociados en YPFB, pasando por las denuncias de Veja contra Quintana.
Es evidente la apuesta por el silenciamiento del periodismo.
Al mismo tiempo, la vuelta de Sacha es un grave síntoma de la inequidad del sistema judicial bajo la férula de los magistrados “electos” en comicios de partido único.
De no ser así, probablemente se encontraría dando explicaciones ante un tribunal por las mujeres indígenas amordazadas y gasificadas, por los brazos rotos y los niños extraviados en el monte en busca de sus padres.
Se equivocó Llorenti de título. Es la justicia la que está secuestrada…