Antes se definía como “rompehuelgas” a los matones contratados para acabar violentamente con las protestas sociales. De la misma forma, se conocía como paramilitares a las fuerzas de represión irregulares manejadas por los gobiernos con inclinaciones autoritarias.En el régimen de Evo Morales, acostumbrado a la construcción de eufemismos, se camufla a unos y otros bajo el rótulo de “organizaciones sociales”, aunque lo más preciso sería llamarlas parasindicales, ya que en demasiadas ocasiones son el fruto del paralelismo inducido o financiado desde el Estado.Es a estas milicias a las que el mandatario convoca, invirtiendo la realidad, a “defender la democracia”, cuando lo cierto es que les está planteando someter por la fuerza a las manifestaciones obreras. Esto es, acabar con la democracia social.Añádase que en varios momentos estos grupos han recibido instrucción armada por parte del Ejército, con lo cual el símil con el paramilitarismo resulta plenamente justificado.Azuzando el ambiente aparece la presidenta del Senado, Gabriela Montaño, del ala jacobina del MAS, llamando a “levantar el diálogo con la COB” en una peligrosa incitación a la confrontación.Este es el gobierno que se queja cuando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos investiga los abusos cometidos en los últimos años, bajo la excusa de que la etiqueta de “antiimperialista” que se autoasigna le da derecho a la impunidad.Que tome debida nota la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre la manifiesta intención presidencial de romper las huelgas con las milicias parasindicales…[email protected]