Mario Cronenbold, el vendedor que se abre camino desde Warnes y ahora tiene línea directa con Evo Morales. El ascenso de Sport Boys ha proyectado más su figura. Es el ‘Cronenbold’ que se hizo del MAS, el promotor de conciertos que pasó a la política. Salió de la pobreza, conoció la calle y comenzó a trabajar a los 14 años.
Mario Cronenbold, el vendedor que se abre camino desde Warnes
UNA CARRERA POLÍTICA EN ALZA.
Foto: Sport Boys y el estadio son su instrumento de campaña permanente y su mayor éxito.
El día en que Mario Cronenbold decidió meterse a la política, Álvaro García Linera le regaló una frase que le ha servido para avanzar: “Para tener algo mejor uno debe dejar lo bueno que ya tiene”. Era diciembre de 2009 e Isaac Ávalos lo había llamado por teléfono para invitarlo a una reunión en Casa Blanca. Cronenbold había conocido al dirigente campesino cuando le prestaba el salón de la Universidad Udabol y Ávalos ya lo había invitado a unirse al MAS. “Solo me voy a meter si el presidente o el vicepresidente me invitan”, le dijo y así fue. El vicepresidente, con una frase, lo convenció de dejar atrás los conciertos y la gerencia de márquetin de Blooming para comenzar un camino incierto, para lanzarse al vacío de la política, para que se quede una vez más sin nada. Él aceptó y apareció casi como un bufón en el cierre de campaña del MAS en Santa Cruz, bailando caporal y sonriendo para la foto.
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Un apellido bonito
Mario es hijo de Dorys Aponte y de Rolando ‘Cachivachi’ Cronenbold. Dice que lo de ‘charlatán’ y bailador se lo sacó a su padre, que tal vez esas dotes fueron las que enamoraron a su madre y la convencieron para irse de su casa con ‘el gran Cachivachi’. “La llevó a una quinta por Montero, casi como una sirvienta, hasta que mi madre se cansó y se volvió a Minero”, cuenta. “El apellido Cronenbold solo me ha servido para que no me hagan rebaja en ningún lado. Con el único de mi familia que compartí fue con mi padre. Al resto los conocí por mi trabajo”, dice.
Mario creció en Minero, donde su abuelo les construyó una casita de tablas en la que en las noches de frío el surazo silbaba una canción de miseria. Su madre era boletera del cine durante la noche, pero de día viajaba hasta Chané, donde tenía otro trabajo. A Mario le tocó criar a su hermano menor, Rolando, siete años menor. En ese tiempo, comía salado solo una vez al día, en el almuerzo. El desayuno y la cena eran iguales, una tasa de té de palta con dos panes.
El tiempo libre sobraba para jugar fútbol, para bañarse en la barranca del río o para meterse en problemas. Una jocha lo obligó a dejar Minero. Una noche, jugando a lanzarse cohetes con otro grupo de niños, quemaron la cabaña de uno de los ricos del pueblo. Como castigo, su madre lo mandó a Santa Cruz para que viviera con su abuela en el barrio Lazareto. Tenía 12 años.
Warnes, el desafío
Cronenbold maneja con calma su vagoneta Mitsubishi Montero, pero no deja de prestar atención a los tres teléfonos que no paran de sonar. Contesta casi sin ver y atiende pedidos de Warnes, entrevistas telefónicas u ofertas de jugadores para Sport Boys Warnes, el equipo de fútbol que acaba de subir a la Liga.
Se muestra como la personificación del camba del teatro costumbrista cruceño: es arrofaldado, confianzudo y arriesgado. Tal vez por eso suena a obviedad su confesión de que admira a Percy Fernández. Tal vez por lo mismo se animó, en 2010, a cumplir una orden de García Linera: “Vaya y gánese la postulación como alcalde de Warnes”.
Cronenbold dice que vivía hace cinco años en Valle Sánchez en una casa sacada por su suegro pero pagada por él. Sin embargo, en Warnes era un perfecto desconocido. Si para los que viven en el casco viejo warneño, que apellide Cronenbold no era suficiente, para los masistas era un advenedizo, demasiado camba para ser candidato a alcalde por el MAS. Frente a las cámaras de televisión, lo acusaron de haber gritado contra Evo, lo amenazaron con organizar bloqueos en su contra si lograba la postulación y con boicotear su candidatura. Él se mantuvo sereno, sonriente, pero la lucha estaba perdida. Ahí intervino otra vez García Linera. Le aconsejó que declinara su candidatura a favor de Vidal Villa, le recordó que el MAS nunca había ganado una elección allí, que ni siquiera había sacado un concejal, y le ordenó que tomara la primera candidatura oficialista al Concejo.
Fue el primer masista elegido para el Concejo. Nils Carmona ganó la elección, pero Cronenbold fue presidente del Concejo y en pocos meses se apoderó del despacho del alcalde.
La calle enseña
A los 14 años, Cronenbold vivía con su madre y su hermano en el barrio Oriental. Flaco, larguirucho, celoso, se comenzó a llevar mal con su padrastro y se creyó lo suficientemente fuerte como para irse a buscar la vida. Los 40 centavos que tenía en el bolsillo le sirvieron para pagar el micro hasta el parque El Arenal y la personalidad Cronenbold le dio el valor para pedir hablar con el ‘dueño’ de la editorial que funcionaba en el sótano del Cine El Arenal. “Dígale que lo busca Mario Cronenbold”, le ordenó a la secretaria.
Tuvo la suerte de que ‘el dueño’ de esa imprenta fuera Édgar Lora y de haber llegado a la editorial de la Casa de la Cultura. El profe Lora lo escuchó, le dio un trabajo y un techo. “Se lo veía muy flaco, ajado, maltratado por la vida”, cuenta Lora. Cronenbold recuerda al profe como su padrino, como el que le enseñó a que los hombres que dudan en cruzar un río terminan hundiéndose, que uno siempre debe dar el 100% en cualquier trabajo.
Allí se quedó tres años. Dormía, comía y trabajaba en la editorial, mientras estudiaba en el colegio nocturno Julio Salmón. Cuando cerró, Cronenbold ya había aprendido lo suficiente como para conseguir un trabajo como fotomecánico en la imprenta Sirena. Allí escaló hasta relacionador público y aprendió a bailar saya gracias a una novia.
Nunca se imaginó que eso le cambiaría la vida: Ivo Kuljis le compró sus primeros trajes de caporal a cambio de que bailara en su camapaña política, Utepsa lo becó a cambio de que dirija su ballet y eligió estudiar Márquetin y Publicidad, lo que lo llevaría luego a promocionar conciertos y a la gerencia de marketing de Blooming. En pocos años, el niño ajado que rescató Lora se había convertido en una cara conocida de la televisión. “Ahí la gente me comenzó a sonreír. Al que no le caía bien por bluminista, me buscaba para que le regalara una entrada a un concierto. Ahí supe lo que valía un pase al backstage del artista y a la fiesta después del concierto”, cuenta.
El poder se toma
Cronenbold era un gran vendedor y supo comprarse su cargo. Pactó con tres agrupaciones ciudadanas y cedió más del 80% de los cargos en la Alcaldía. Warnes tiene todo para progresar, pero no es fácil de gobernar. Con una década de inestabilidad política, él ha logrado mantenerse en la cuerda floja por dos años.
Dice que le ha cambiado la cara al municipio, que había plata pero los que estuvieron antes que él solo se dedicaban a robársela. En las calles del centro de Warnes se nota el apoyo. Lo saludan, le agradecen haber ascendido a Sport Boys a la Liga, mientras le piden uno u otro trámite. Pero un poco más allá, en las ciudadelas que forman barrios dormitorios cerca del aeropuerto, desconfían. En Satélite norte se queja de que deja las obras a medias y que entró con maña a la Alcaldía. Él jura que nada está a medias, sino en proceso y se pone un reto: ganarse la silla en las urnas. “Sé que entré por la ventana. Ahora quiero llegar por la puerta grande”
SPORT BOYS, SU PRIMERA PROMESA CUMPLIDA A LOS WARNEÑOS
Hace dos años, los dirigentes de Sport Boys le entregaron el club a Mario Cronenbold y este prometió subirlo a la Liga. No le creyó nadie. Pese a que el equipo azul está en Warnes, no tiene el arraigo de Guabirá en Montero y ni siquiera cuenta con socios que lo sustenten.
Cronenbold consiguió el auspicio suficiente como para contratar a la profesora Hilda Ordóñez como su mano derecha (delegada, utilera y representante). Armó un equipo con gente de Warnes y trajo a viejas glorias de la Liga que aún tenían un poco de pólvora por quemar. No firmó contrato con nadie. Les ofreció un sueldo de forma verbal y se los cumplió y así quedó segundo en el Nacional B, que otorgaba la posibilidad de jugarse el ascenso contra Petrolero del Chaco. Dos goles de Joaquín Botero lo llevaron a la Liga. Ahora le pelea al Mono Galarza a Blooming y dice que hay forma de mantener a Sport Boys en la Liga. “Warnes tiene 70 empresas, que pongan de a $us 1.000 al mes cada una y se puede armar un gran equipo”, dice.
PASAJES
TRES FRASES CLAVE MARCARON SU VIDA DESDE QUE ERA NIÑO
Édgar Lora fue su primer mentor
“El hombre que está a la orilla del río y va, da un paso y se arrepiente y vuelve atrás, termina hundiéndose. Siempre hay que ir hacia adelante”, le dijo Lora a Cronenbold el día que lo conoció. Nunca se le olvidó.
Admira a Percy por ser siempre auténtico
Para Cronenbold, Percy Fernández es el mejor alcalde que ha tenido Santa Cruz. Cree que lo mejor que tiene es que es auténtico. “Uno tiene que ser de una pieza, mostrarse como realmente es”, cree.
García Linera le enseñó a arriesgarse en la política
Tenía un celular en la mano y García Linera le señaló uno mejor: “Si quieres este, primero tienes que soltar el tuyo. A veces uno debe dejar lo seguro para conseguir algo mejor”, le dijo y entendió la metáfora.
ANÁLISIS
A Mario le admiraba su coraje y ganas de aprender
Édgar Lora | Profesor
Era director de la imprenta de la Casa de la Cultura y Mario iba todas las mañanas a ayudar. Se comedía a trabajar con nosotros en la limpieza y a cambio le dábamos la comida del día. Al cabo de un mes, aprendió a manejar alguna de las máquinas.
Me di cuenta de que era inteligente y trabajador. Primero aprendió a manejar la guillotina, luego la prensa y finalmente se hizo fotomecánico. Sabía el oficio de imprentero en todas las secciones, así que si faltaba algún trabajador, él se hacía cargo y cuando cerró la imprenta no tuvo problemas en conseguir otro trabajo en Sirena.
Cuando llegó, era un niño, si se quiere, de la calle, se notaba el sufrimiento en él, se le notaba el dolor. Estaba flaco, ajado, estropeado por la vida. Le dimos calor de hogar, de familia. Resultó ser una persona honradísima. Tenía todo a su alcance. Yo dejaba mi escritorio abierto para que hiciera tarea y nunca tuvimos una queja ni se perdió nada. Estuvo con nosotros hasta sus 17 años. Estudió y aprendió todos los oficios que estuvieron a su alcance. Mario se quedaba a dormir en el cuarto del sereno. Asumió la imprenta como su hogar, a nosotros como su familia. Lo educamos, le dimos valores y lo ayudamos. Le admiraba mucho su coraje y su deseo de aprender
Tiene el respaldo de la cúpula, pero la oposición del partido
Reunido con los transportistas. Atiende a todos los miércoles.
Había pasado unas cuantas semanas desde que Mario Cronenbold salió de la cárcel y Evo Morales lo convocó a jugar un partido en Okinawa. Ya allí hizo que su escolta policial los dejaran solos en el camerino del coliseo que inauguraban y le preguntó: “Mario, quién te hizo esto”. “Lo único que le voy a decir, presidente, es que el puñete fue azul”, le respondió.
Cronenbold dice que la mayoría de los enemigos que tiene los cosechó en la política. Que las intrigas, peleas y rencores dentro de su mismo partido son de lo peor y que, por ejemplo, pueden arruinar un municipio modelo como La Guardia en pocas semanas.
La política tardó poco en mostrarle su peor cara a Cronenbold. Luego de declararse masista, en pocos días se quedó sin financiadores para sus conciertos (la mayoría eran políticos de derecha), y Blooming, su club, le cerró las puertas.
Pese a la oposición de su propio partido se hizo con el poder en Warnes, y ahí vino el puñete azul. La madrugada del 10 de septiembre, un fiscal tocó a su puerta e irrumpió en su casa para acusarlo de narcotráfico.
Era el fiscal Roberto Achá, que encabezó un grupo de policías que trabuscó en su casa de Valle Sánchez y se lo llevó detenido. Dos días después pasó a Palmasola, acusado de lavar dinero para un narcotraficante colombiano. “Toda su prueba era que fui a jugar fútbol a una quinta de un supuesto palo blanco del narco. Soy el alcalde, me invitan a todos lados y no puedo saber los antecedentes de todo el mundo”, dice.
Estuvo 38 días preso. “Cuando te acusan de narcotráfico es como estar pringado de mierda, nadie se te acerca, pero a mí me pasó algo raro: la gente se me acercó más, fueron a visitarme y darme su apoyo”, cuenta.
Su mujer, Inés Gutiérrez, asegura que podía creer muchas cosas de su marido, menos que sea narco, porque sabe cómo ganó su plata.
La extorsión
Después de conseguir la libertad, contó a Evo que estaba siendo extorsionado y no le creyó. Dice que la red de corrupción que actuó desde Palacio era tan fuerte que era difícil de creer y que aún falta gente presa por lo que él pasó en septiembre.
“Me gustaría, cuando todo esto termine, que alguien salga y diga: ‘lo sentimos, nos equivocamos’. Sé que no va a suceder”, lamenta
PARA GANAR ADEPTOS
LE COPIA LAS ESTRATEGIAS AL ‘JOVEN’ PERCY FERNÁNDEZ
Mario Cronenbold tiene su propio programa de televisión que se emite en todo el país por cadena A. “No basta con hacer, hay que mostrar que se hace”, dice y confiesa que lo aprendió del Percy de los 90. También tiene una audiencia pública todos los viernes, donde atiende a los vecinos.
HIZO SU PLATA PROMOCIONANDO CONCIERTOS INTERNACIONALES
Es un tipo con suerte. La vida de Mario Cronenbold y sus giros se puede resumir como una serie de situaciones en las que supo estar en el momento indicado y en el lugar correcto. También en que supo afrontar el reto, aunque no sepa cómo hacerlo.
Así sucedió con los conciertos internacionales. Sin graduarse de márquetin, era gerente de la Udabol y llegaron los reguetoneros de Guanábanas pidiendo auspicio. Se ofreció para hacerles la promoción y no paró hasta sumar 44 espectáculos internacionales. Ganaba $us 5.000 por show y, en algunos, el 10% del caché del artista. Calcula que tiene un patrimonio de unos $us 350.000 gracias a ese trabajo.
También ha usado la intuición y el riesgo en la política. Julio Maldonado, que fue su oficial mayor administrativo en Warnes, le elogia la capacidad de aprender, la habilidad para rodearse de técnicos competentes y la apertura para dejarse asesorar. Sin embargo, le critica su falta de experiencia política, que lo hace aceptar casi chantajes de sus aliados. Cronenbold reconoce que cedió el 80% de los cargos en la Alcaldía a sus aliados que lo mantienen como alcalde y que tiene que preguntar antes de botar a alguien.
Por ello, la concejala opositora Mariela Paniagua dice que la transparencia y lucha contra la corrupción que pregona Cronenbold son solo una estrategia de márquetin pero no una realidad, que sigue habiendo corrupción en la comuna. Él lo niega, pese a que tiene unos 26 juicios en su contra. “Me han enjuiciado hasta por una factura falsa que me dio una empresa. Ya estoy acostumbrado”, dice Cronenbold.
Pese a todo, no se arrepiente en haberse metido a la política. “Yo me metí al MAS y siempre voy a ser del MAS. No me verá en otro partido o agrupación. Uno tiene que ser de una pieza”, dice.