Crónicas de la vergüenza

Humberto Vacaflor Ganam

VACAFLOR OK En Santiago del Estero son detenidos dos camiones que procedían de Bolivia. Iban cargados de mercadería de contrabando. Toda la mercadería extranjera, es decir no producida en Bolivia, sino en otros continentes.

Los conductores y los propietarios de la carga van presos. Ningún documento que pueda acreditar la legalidad del ingreso de la mercadería a territorio argentino.



La sorpresa mayor: los dos camiones que traían placas bolivianas habían sido robados en Buenos Aires dos años antes. La carga y los vehículos, incautados.

Este es el resumen de una de las tantas crónicas que se publican en el norte argentino. Allí, Juan Carlos Romero, exgobernador de Salta, tiene pendiente un pedido formal ante el gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner para que haga algo para evitar que todo el norte argentino sea controlado por bandas de contrabandistas y narcotraficantes procedentes de Bolivia.

Los grupos que controlan este “comercio” se enfrentan todos los días. Romero dijo en su carta que en una sola semana murieron nueve personas en esos enfrentamientos.

La prensa de Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán informan de este “fenómeno”, de la mercadería que es secuestrada por la policía de ese país.

Ninguna reacción de las autoridades bolivianas. Ninguna explicación. El “fenómeno” es mostrado en Argentina como una fatalidad. La fatalidad de tener una frontera amplia con Bolivia.

Da la impresión de que del otro lado de la frontera existiera un territorio descontrolado. Un territorio sin gobierno, sin un Estado capaz de aplicar las leyes.

La existencia de fábricas de cocaína en territorio argentino, que procesan coca procedente de Bolivia, es cosa de todos los días. Lo curioso fue el descubrimiento de fabricantes de cocaína en la Patagonia.

En el cuerno del África se da una situación similar entre los países vecinos de Somalia, un Estado que dejó de existir en 1991, derrotado por las bandas de narcotraficantes, piratas y ladrones que han llegado a la sofisticación de cobrar “derecho de paso” a los barcos que surcan el golfo de Aden.

La ONU calcula que los piratas que operan en Somalia han llegado a tener utilidades anuales por 18.000 millones de dólares. No controlan un país, controlan un territorio exento de Estado.

En Bolivia el Estado no se ha disuelto, formalmente.

Pero los vecinos tienen la impresión de que aquí no existen leyes. Las leyes comienzan a mostrarse cuando las cosas pasan la frontera.