La moral invertida del evismo

ROM Con estupor escuchamos al ministro de gobierno Carlos Romero diciendo que denunciar la infiltración policial en la VIII Marcha Indígena es “una inmoralidad”.

La actitud es una muestra más de la curiosa inversión de los valores que tiene lugar bajo el gobierno de Evo Morales, donde los represores dictan cátedra de ética y donde el presidente se despacha contra la educación y la ley.

Es la cultura del “le metemos nomás” establecida por el mandatario cocalero.



Todo esto nos recuerda la definición de kakistocracia hecha por MIchelangelo Bovero, quien hacía referencia con ese término al “gobierno de los peores”.

Otro filósofo, Frederick M. Lumley, definía a la kakistocracia como un “estado de degeneración de las relaciones humanas en que la organización gubernativa está controlada y dirigida por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas y camarillas sagaces, pero sin escrúpulos”.

Con la inversión de los valores viene, inevitablemente, el falseamiento de la verdad, muchas veces a través de montajes con los que se busca trastocar los roles, convirtiendo a las víctimas en victimarios.

De esta manera, quienes sufrieron la brutalidad policial en Chaparina pasan a ser criminalizados, mientras los organizadores de la violencia pontifican sobre la moral…

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