Ni tan mártir ni tan santo

Agustín Echalar AscarrunzECHALARLa pequeña odisea que ha tenido que pasar el presidente Morales a su retorno de Rusia puede ser catalogada como uno de los gafes diplomáticos más grandes de la historia. Unas cuantas potencias europeas han ofendido de una manera extremadamente grosera a Bolivia, y desagravios explícitos y concretos deberían ser ofrecidos por esos países. Bolivia, por su parte, puede hacer poco; romper relaciones con esas potencias sólo sería una desventaja, porque mal que mal, por lo menos dos de ellas tienen interesantes programas de cooperación con nuestro país. La dignidad y el respeto a la investidura presidencial exigen gestos de molestia, pero tampoco hay que exagerar.Me refiero, por ejemplo, a pretender y reclamar porque se hubiera puesto en riesgo la vida de su Excelencia, o a pregonar que se lo hubiera secuestrado… Eso está bien para hacer creer a los ciudadanos que están acostumbrados a los discursos paternalistas del Vicepresidente; eso es algo que pueden tragarse quienes siguiendo las enseñanzas de don Álvaro le dedican un pensamiento de agradecimiento al líder espiritual, cada mañana y cada noche. Pero para el ciudadano mínimamente leído (no sólo el libre pensante), y por el bien de nuestras relaciones diplomáticas, debemos quedar en que el riesgo de vida al que fue sometido el Presidente fue mucho menor al que se tiene cuando en la mañana se toma una ducha, o cuando se toma un taxi. Secuestro tampoco lo fue, a menos que consideremos secuestro a todo bloqueo que impide a una persona llegar a su destino oportunamente. Actividad en la que, dicho sea de paso, el señor Presidente fue posiblemente el mayor experto que tuvo el mundo. Personalmente, no creo que eso sea secuestro, es simplemente una especie de bloqueo, y eso es suficientemente malo (de hecho creo que un insulto adecuado, y menos sexista que el tradicional, sería espetar a quien queremos ofender con un sonoro: ¡Hijo de bloqueador!), y albergo la esperanza de que las 13 horas en Viena hayan ayudado a su Excelencia a reflexionar sobre lo desagradable, perjudicial e indignante que es que a uno no lo dejen circular libremente.De hecho, tengo la esperanza en que don Evo recapacite respecto de las enormes injusticias que se están cometiendo en estos años del Estado Plurinacional. Trece horas en un aeropuerto no son nada comparando con años en un penal a la espera de un juicio, como es el caso de Leopoldo Fernández, ahora en arresto domiciliario; ni qué decir del caso del estadounidense Ostreicher, con más de año y medio sin libertad, y víctima de robos y extorsiones provenientes de personeros del Gobierno.La chambonada de algunas personas, o su mala fe, ha llevado a un grupo de potencias europeas a cometer un enorme error y ha catapultado a don Evo Morales -a los ojos de algunos- a las altas esferas del martirio, poniéndolo como personificación del abuso del primer mundo sobre el tercero. Evidentemente, es difícil imaginarse que una situación similar hubiera tenido lugar con un Presidente de un país de mayor presencia económica y demográfica, pero hay algo que se debe recordar, y es que el héroe de esta saga no es ni tan santo ni tan mártir.No deja de llamar la atención, aunque sólo sea para la sonrisa, que el avión, cuya compra es un insulto en el país, donde los niños viven con sus padres en las cárceles, le haya causado a Su Excelencia el disgusto más grande desde que llegó a la primera magistratura del país.Página Siete – La Paz