Crítica de la Razón Populista

POPULISTASLos resultados de procesos electorales recientes, celebrados en distintos puntos del continente, parecen desmentir las tesis centrales del proyecto neopopulista de la ALBA y sus aliados.Es el caso de Argentina, donde la política confrontacional de Cristina Fernández y su tropa de asalto (“La Cámpora”) sufrió un grave revés en las urnas, mientras que el voto catapultó a un candidato neo-opositor, Sergio Massa, escindido del oficialismo con un discurso de unidad y concordia.Otro tanto sucedió meses atrás en Venezuela, donde la oposición democrática creció con Capriles Radonski hasta la mitad del electorado y un poco más allá, también con un discurso despolarizador.Y aunque no se tratara precisamente de un proceso electoral, la mayoritaria opción de los bolivianos por el mestizaje en el último Censo puede interpretarse como un “voto simbólico” contra la política de divisionismo étnico del presidente Evo Morales.¿Qué está pasando? En el fondo, que los ciudadanos están desmintiendo las ideas planteadas por uno de los filósofos favoritos del bloque “socialista del siglo XXI”, el argentino Ernesto Laclau, que en su libro titulado La Razón Populista había postulado la teoría “confrontacionista”, afirmando que “El populismo garantiza la democracia” mediante el impulso de las divisiones sociales antagónicas.Desde esta perspectiva, denominada “posmarxista” por Laclau y la belga Chantal Mouffe, se dice que el populismo es necesario para la “construcción imaginaria de un nosotros”, algo que, proponen, debe hacerse siempre contra alguien.“Una sociedad sin antagonismos es imposible”, dicen estos pensadores del neopopulismo. Lo cual es cierto, pero ante los antagonismos caben dos actitudes: exacerbarlos casi hasta el límite de la guerra civil (Venezuela) o buscar la manera de administrarlos de forma constructiva, tendiendo puentes en procura de una mayor cohesión social.El ensayista mexicano Jesús Silva-Herzog Márquez ha dicho que “Para Laclau y Mouffe, las identidades no pueden brotar espontáneamente, sino que se confeccionan política, discursivamente. Siguiendo la línea de Carl Schmitt, sólo pueden construirse antagónicamente. (…) Es igual que sea la rabia antioligárquica o el racismo antiinmigrante. (…) El postmarxismo resulta a fin de cuentas neoschmittismo. Antiliberalismo con traje folclórico”. Todo apunta a que, contrariamente a lo que piensan los ideólogos afines a la ALBA, la política de polarización social y el neopopulismo degradan la calidad de la democracia.Felizmente, los pueblos aprenden y estarían comenzando a apostar por liderazgos positivos y unificadores…[email protected]