El Gobierno debe ser más claro sobre la política de coca y droga


Sostiene que en la lucha contra las drogas hay que ser más prácticos y se pregunta al respecto si se dejará que esa industria esté en manos de la mafia.

Pablo Peralta  / La Paz



El investigador Roberto  Laserna sostiene que el Gobierno debería ser más claro sobre lo que quiere hacer con la coca y las drogas.

En esta entrevista, el autor del Fracaso del prohibicionismo analiza los recientes hechos de Apolo, la política erradicadora y la posible salida al flagelo del narcotráfico, entre otros aspectos.   

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¿Apolo es el nuevo Chapare?

Depende de qué es lo que se entiende por el nuevo Chapare. Chapare no sólo ha sido un centro de producción de coca, sino que tenía una localización central muy importante en el país: estaba sobre la carretera troncal entre Cochabamba y Santa Cruz y ha tenido una enorme atención del sector público durante varios años, de la cooperación internacional, etcétera.

Entonces, ha sido una zona de altísima atracción migratoria porque no solamente había coca,  también había mucha inversión pública en caminos, servicios, etcétera, y eso le dio  un peso político y económico extraordinario. Y yo creo que eso no se va a repetir en otra zona. De hecho, Apolo es geográficamente un territorio marginal.

¿Se está aplicando el prohibicionismo de forma indistinta?

La Ley 1008, que todavía está vigente, establece que el área de producción tradicional de coca es el área de los Yungas. Esta zona de Apolo aparentemente queda fuera de esa zona tradicional, pero ellos pueden reivindicar que son parte de los Yungas. La ley es en ese sentido muy imprecisa.

El Chapare era una zona inicialmente en transición por una temporada. El plazo ya venció hace mucho tiempo, pero desde el gobierno de Carlos Mesa se ha dado tolerancia, al margen de la ley, para que los campesinos                    puedan  producir en un cato por familia, primero, y un cato por afiliado, en los sindicatos. Y entonces hay una relación distinta de control en la coca. Los sindicatos  tienen mucho peso y tienen una gran  capacidad de controlar, con base en el acuerdo que tienen con el Presidente.

 ¿Por qué se han dado las condiciones en Apolo para que sucedan  hechos de sangre?

No es la primera vez que ocurre algo así, sucedió antes en Chulumani,  en Chapare. Se cercó, se peleó, se mató a  policías y  militares en otras circunstancias.

No es la primera vez, creo que es un gesto que tienen los campesinos para tratar de mostrar la fuerza que tienen, la protección de que disponen y creo que ellos intentan abrir un espacio de negociación y de reconocimiento para su producción.

De hecho, así han visto que sucedió en otras partes  y tratan de reproducir ese modelo. Y están aprovechando la ambigüedad que hay en la política antidrogas y la política hacia la coca en el país (…).

¿Qué hay de nuevo en la política antidrogas del MAS? ¿Por qué no puede resolver este flagelo?

Hasta ahora no ha tenido la voluntad suficiente para cambiar la Ley 1008  y para legalizar el cato de coca. Eso ayudaría mucho a resolver el problema, otorgando permisos individuales y no simplemente dejando una cosa muy al aire, porque en este momento un campesino, para producir coca, tiene que estar afiliado a un sindicato y ser una persona muy obediente a las normas del sindicato. No tienen ninguna libertad por el lado chapareño.

En Yungas es distinto y en Apolo la gente está tratando de ver cómo insertarse en esta dinámica. No saben cómo hacerlo porque las leyes no son claras. Creo que esa ambigüedad es la que le está haciendo más daño al país.  El Gobierno debería ser mucho más claro sobre qué es lo que quiere hacer con la coca, con la droga, etcétera. Hay vientos cambiantes en el mundo para discutir la despenalización, pero el Gobierno de Bolivia está al margen de ese debate.

Usted dice  que el que Morales haya llegado a la Presidencia   demuestra el fracaso del prohibicionismo, ¿por qué es difícil cambiar esa política?

Es obvio que ha fracasado la política erradicadora, porque querían no solamente erradicar la coca, sino también la presión política que ejercen los cocaleros, y a la larga obviamente no lo han logrado. El presidente Morales está en la Presidencia no sólo por una gestión, sino por dos,  y parece tener la fuerza para imponer una tercera. Entonces, es una muestra clara de que la política que se siguió de erradicar y de ilegalizar es inadecuada. En otras partes del mundo ha generado violencia, más conflicto. En Colombia, por ejemplo, ha sostenido una larga guerra civil. Entonces, la política prohibicionista en todas partes del mundo ha demostrado que no es efectiva. Es necesario cambiarla.

¿Cuál es la salida?, ¿legalizar las drogas?  

Ésa es una de las opciones. Uruguay está dando pasos en ese sentido. Varios países de Europa ya los dieron hace muchos años, porque no es posible eliminar totalmente las drogas. Entonces, la pregunta que uno debe hacerse es ¿dejaremos que esa industria esté en manos de la mafia o en manos de industriales que cumplan la ley, paguen impuestos, respeten normas y al consumidor? Ésa es la  pregunta de fondo. No es una pregunta moral, si vale o no vale la pena consumir drogas, porque eso no nos conduce a ninguna parte.

Aquí hay que ser mucho más práctico y ver cuáles son las cuestiones políticas y económicas de la industria.

HOJA DE    VIDA

Trayectoria   Economista, se ha dedicado a la investigación desde 1977.

Tesis   Dedicó su tesis doctoral a El boom de la coca y su impacto en la economía regional.

Texto  Escribió  El fracaso del prohibicionismo, entre otras obras.

Fuente: paginasiete.bo