El músculo energético de EEUU desafía a Oriente Medio y Rusia

images El incremento de la producción de petróleo y gas obtenidos gracias a técnicas como el "fracking" convierte a EE.UU. en un actor clave del mercado energético global.

Cuarenta años después de la crisis del petróleo de 1973, Estados Unidos se ha convertido en un actor destacado en el escenario energético mundial. Su producción de petróleo y gas obtenido de esquisto, y el impulso dado durante los últimos años a las energías renovables, permiten a EE.UU. abastecer cada vez más su demanda y la de otros países, rivalizando así con los países árabes y Rusia.



El 16 de octubre de 1973 entró en vigor la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de no vender más petróleo a EE.UU. ni a los demás países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur. De aquella crisis, EE.UU. extrajo una importante lección: para evitar futuras tensiones, debía emprender el camino a la autosuficiencia energética. Algo que, según las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicadas el 13 de noviembre, podría alcanzar en 2035.

Según explican Amy Myers Jaffe y Ed Morse en Foreign Policy, la “primavera árabe” ha puesto de manifiesto que el giro dado por EE.UU. tras la crisis del petróleo ha sido proverbial. Desde que estallaron las primeras revueltas en 2011, no se han podido exportar –bien por tensiones internas como en Irak, Nigeria, Sudán, Siria o Yemen, bien por sanciones internacionales como en Irán– más de 2 millones de barriles de crudo diarios. Cuando el verano pasado se desató una nueva ola de protestas en Libia, se perdieron otros 1,2 millones.

Pero, en ese mismo período, EE.UU. ha compensado en parte esas pérdidas gracias a sus propios recursos, alcanzando los 2,5 millones de barriles diarios gracias a su producción no convencional de hidrocarburos. En estos casos la forma de extracción no es la habitual: la fractura hidráulica o fracking permite aprovechar el petróleo y el gas natural que están atrapados en las rocas de pizarra bajo la superficie de la tierra. De ahí los nombres de petróleo ligero y gas pizarra.

El nuevo mapa global de la energía

El boom de los hidrocarburos no convencionales, junto con el aumento de la demanda en países emergentes como India y China, permite a la AIE pronosticar cambios notables en el mapa energético mundial de los próximos años. En sintonía con sus previsiones del año anterior EE.UU. se convertirá hacia 2016 en el primer productor mundial de petróleo, desbancando a los países de Oriente Medio. Por entonces también se habrá convertido en el líder global en producción de gas, por delante de Rusia.

El auge en la producción de gas de esquisto ha rebajado notablemente los precios energéticos de EE.UU., algo que envidian las industrias asentadas en Europa, Japón y China que pagan en torno al doble. La diferencia podría empezar a tener consecuencias en el comercio exterior, con claras ventajas para EE.UU.: en el mercado internacional, el precio del gas natural de ese país es un tercio del precio de importación de Europa y un quinto del de Japón.

El recurso a los hidrocarburos no convencionales también sitúa en un lugar destacado a Brasil. En 2015, este país se convertirá en exportador neto gracias a la explotación de sus yacimientos en aguas profundas. Y, si se lanza a realizar costosas inversiones, en 2035 podría ser el sexto mayor productor mundial de crudo.

El aumento del crudo ligero procedente de las nuevas tecnologías cambiará el mapa mundial energético en los próximos años.

No obstante, a largo plazo, el panorama podría dar un nuevo giro. Dado que las reservas de crudo ligero no son ilimitadas, la AIE cree que las importaciones de crudo convencional volverán a ser necesarias. De ahí que Oriente Medio –única fuente de petróleo a bajo precio– recupere su liderazgo a partir de 2020.

Otro cambio importante es que hacia 2035 buena parte de la demanda mundial de crudo se trasladará a China e India, que adelantarán a EE.UU. como mayores consumidores de petróleo. Este dato confirma la importancia que volverá a tener en el futuro Oriente Medio, ya que al estar más cerca de Asia podrá satisfacer más fácilmente las necesidades de petróleo de aquellos países emergentes.

Hacia un Silicon Valley energético

En su artículo de Foreign Policy, Jaffe y Morse defienden con optimismo el papel clave que va a tener EE.UU. durante los próximos años. Así como Apple contribuyó a democratizar la comunicación en el mundo, dicen, el auge de los hidrocarburos no convencionales y de las energías renovables en EE.UU. favorecerá la competitividad de los inversores y la elección de los consumidores en el mercado global de la energía.

Ciertamente, hay motivos para el optimismo. Si la producción de gas natural en EE.UU. ha sido notable (un incremento del 34% entre 2009 y 2012), la de las renovables no tiene parangón: en ese mismo período, la producción de energía eólica aumentó un 92% y la solar se cuadriplicó (ambas partían de un nivel inferior).

Frente a quienes dicen que las renovables solo suponen una pequeña porción del pastel eléctrico de EE.UU., el Wall Street Journal pone las cosas en perspectiva: solo la energía eólica representa el 5% de la potencia instalada de EE.UU., lo que equivale a la capacidad de producir electricidad que tiene México y algo más que la de Australia o Arabia Saudita.

De todos modos, habrá que ver si con EE.UU. el mapa global de la energía va a ser tan verde como competitivo. Un esclarecedor artículo del Washington Post explica que el boom del gas natural en EE.UU. ha provocado que caiga la demanda de carbón allí. Pero ha terminado exportándolo a Europa (un aumento del 26% en los nueve primeros meses de 2012), China o India, donde el precio de las renovables es mayor.

“Se ha aplaudido mucho que EE.UU. haya logrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el giro al gas”, dice David Baldlock, director ejecutivo del Instituto Europeo de Política Medioambiental, en Londres. “Pero si simplemente se está desviando el carbón a otros lugares, sobre todo a Europa, estamos perdiendo muchos de esos beneficios”.

El Diario Exterior – Madrid