Una cuestión de clase

Manfredo Kempff Suárezmanfredo-kempff-211Se ha hecho muy común oír o leer las afirmaciones de que en Bolivia muchos miles de compatriotas – se habla hasta de un millón – han pasado de la extrema pobreza a la clase media. No vamos a hablar ahora sobre si, efectivamente, el gobierno ha sido tan eficiente como para haber logrado ese milagro. Por lo visto en estos tiempos todo es posible y nada nos extraña. Lo que nos llama la atención es que – aquí y en algunos países vecinos – se mezcle la pobreza o la riqueza con la clase social. No tiene nada que ver una cosa con la otra. O, para ser menos terminantes, no siempre el nivel económico de un individuo coincide con su clase social. Lo que se debería decir es que, gracias a la bonanza existente en Bolivia como consecuencia de los excelentes precios del gas y de las materias primas, un millón de personas han salido de la pobreza extrema y ahora son moderadamente pobres o, mejor, ya no son pobres. Lo más probable es que esa gente que ha salido de la pobreza extrema, ciertamente se incorpore, con los años, a la clase media. Eso es otra cosa. Un campesino o un obrero que ha tenido importantes ingresos no pueden transformarse de golpe en parte de la clase media o alta, porque la clase se la obtiene, además de contar con dinero, que es importante, con educación, con cultura de vida.Dos acepciones del Diccionario de la Real Academia sobre la palabra “clase” nos interesan en esta particular materia. Dice: 1.- “Orden o número de personas del mismo grado, calidad u oficio”. 2.- “Orden en que, con arreglo a determinadas condiciones o calidades, se consideran comprendidas diferentes personas o cosas”. Está claro que para pertenecer a una clase determinada tienen que existir características comunes entre sus miembros, que los vincule social o económicamente. De ahí que no se entiende correctamente eso de que si a un hombre pobre, sin educación, le va bien con sus emprendimientos laborales o de comercio en una circunstancia determinada, pase, digamos, de una clase baja, a otra media o alta.La cuestión de clase no se determina por decreto. Eso puede ser utilizado solamente como una referencia para ilustrar un fenómeno. El tema es algo bastante más complejo. ¿O no puede haber un millonario que no sea de clase baja? Claro que los hay y muchos. Los hay por donde uno mire. ¿O acaso un narcotraficante por su cuantiosa fortuna se convierte en miembro de la clase alta? No creemos que sea aceptado sino tolerado con previo escándalo. Y veamos el tema inversamente. Si un aristócrata pierde sus muchos millones en la ruleta o en un mal negocio, ¿cambia de clase social? ¿Pasa a ser de la clase media o de la baja? De ninguna manera. Se morirá siendo un aristócrata pobre, eso sí, pero jamás dejará de ser un aristócrata. Tal vez luego de un par de generaciones sus descendientes empobrecidos, cultural y económicamente separados de la clase alta, sí pasen a conformar la clase media.En Bolivia la medición de clases se hace por dinero naturalmente, pero, por ejemplo, para pasar de la clase baja a la media, el asunto muestra aspectos culturales determinantes. El indio – todo el mundo lo sabe – pasa del campo a las ciudades (El Alto es un ejemplo) y con sólo dejar su atuendo campesino (chulo, poncho, ojotas) y cambiarlo por saco, sombrero y zapatos al estilo occidental, se convierte en cholo. Y el cholo, con dinero, se incorpora a esa clase media emergente a la que se refiere el actual gobierno. En una nación como la nuestra donde el mestizaje abarca el 70 por ciento de su población, el color de la piel no cuenta para determinar la clase, porque existe una auténtica uniformidad racial. Sólo la costumbre y el comportamiento del individuo, su conducta, podrían hacer que se notara alguna diferencia social que rompa este aserto.El editorial de un diario paceño nos ha ilustrado de manera certera, en base a datos de organismos financieros internacionales, sobre este tema de las clases sociales. En vez de hablar de clase baja, media o alta, se refiere a la “pobre”, “vulnerable”, “media” y “alta”. En Bolivia, el 50% de la clase “pobre” pasaría a la “vulnerable”, pero no todavía a la clase media, como afirma el Gobierno. Eso es más comprensible. La clase media nacional, a la fecha, está compuesta por el 20% de la población solamente, según estudios aparentemente serios.Como medición de ingresos solamente, sin que eso abarque el aspecto de clase, existe otra fórmula, mucho más lógica y práctica, que divide a las poblaciones de nuestros países en pobreza extrema, pobreza moderada, y población no pobre. En esta definición no existe confusión posible, todo es absolutamente racional, porque los individuos pueden perfectamente transitar de la pobreza extrema a la moderada y a la no pobre, sin ningún inconveniente. La única medida en este caso es la riqueza, son los recursos, y no tiene que ver con la cultura o la educación que se necesita para subir de un status a otro en la escala social.