Una antología del Irrealismo

Emilio Martínez*

IRREAL La editorial norteamericana Guide Dog Books publicó semanas atrás la antología “The Irreal Reader” (El Lector Irreal), compilada por G. S. Evans y Alice Wittenburg.

El libro, disponible en Amazon, reúne cuentos de 38 autores de distintas nacionalidades entre los cuales tenemos el honor de encontrarnos, junto a nombres como el Premio Pulitzer Charles Simic, el escritor checo Michal Ajvaz (Premio Magnesia Litera) o la argentina Ana María Shua (Diploma Konex).



Además de estos textos de ficción se incluyen varios ensayos, escritos por los antologadores junto a Garret Rowlan y Dean Swinford, donde se intenta una definición del Irrealismo, corriente en la que estos analistas literarios enmarcan a los cuentistas seleccionados, a los que consideran emparentados con la obra de Franz Kafka, Kobo Abe y Jorge Luis Borges.

En el ensayo “¿Qué es el Irrealismo?” G. S. Evans señala que la pregunta del título puede ser respondida “por el examen de las leyes físicas que subyacen a los objetos y acontecimientos en la historia”, acotando que “la física de una historia irreal se asemeja a la de un sueño, donde los eventos tienen tendencia a ser impredecibles e inexplicables”.

Sin embargo, el crítico traza una clara línea demarcatoria entre Irrealismo y Surrealismo, de la misma forma que diferencia a la primera corriente del realismo mágico o de la “ciencia-ficción dura”.

“Los surrealistas afirman que les interesa el arte como investigación de lo inconsciente (…) El Surrealismo busca relajar la mente consciente para que el inconsciente pueda comunicarse directamente”, dice.

Entretanto, según Evans, “el Irrealismo, que también considera que el estado de sueño tiene una importancia fundamental”, difiere del Surrealismo en que “el irrealista puede escribir una historia inspirada o basada en elementos de un sueño en particular, pero no reporta el sueño directamente”.

“Los surrealistas consideran que el estado de sueño refleja una realidad concreta (lo inconsciente)”, mientras que “el irrealista estima que no puede haber tal síntesis entre los sueños y la realidad”, proponiendo en cambio “la celebración de que existe una tensión inherente entre los dos y que, de hecho, el punto de una historia irreal es llevar a cabo esta tensión incesante entre lo que podemos imaginar (el soñar) y lo que es posible (la realidad)”.

Invito a los lectores (reales o irreales) a visitar las páginas de esta antología, a punto de agradecer la excelente versión en inglés de los extractos de mi primer libro** incluidos en ella, obra del talentoso traductor y poeta norteamericano Josh Hockensmith.

*Escritor uruguayo-boliviano

**“Noticias de Burgundia”, editado por Nuevo Milenio en 1999