Con la caída en un 60% de la exportación de textiles bolivianos a Venezuela, el modelo comercial de la “Alternativa Bolivariana para las Américas” (ALBA) parece acercarse a su colapso final.
El presidente de la Cámara de Exportadores (CADEX), Wilfredo Rojo, indica que “no es un gran negocio realizar las exportaciones hacia Venezuela”, debido a que ese país tiene un importante retraso en el pago de los productos que importa.
Esto se debe a la falta de divisas en las arcas venezolanas, algo que podría parecer inexplicable tratándose de un gran exportador petrolero, y que solo puede entenderse por el monumental desastre generado por el masivo intervencionismo estatal bajo el rótulo de “socialismo del siglo XXI”.
Esta política arrasó con el aparato productivo de Venezuela, en especial en lo tocante a los alimentos, de manera que ese país se ve obligado a importar casi todo lo que consume.
En este contexto, el modelo de comercio dirigido de la ALBA no pasa de ser un cruce de subsidios para el sostén de regímenes autoritarios, donde las economías con un estatismo de reciente implantación financian a aquellas donde tal sistema ya completó su labor de devastación de la iniciativa privada.
De esta forma, Venezuela fue el sostén de la dictadura cubana en los últimos años, y ahora le toca a los regímenes satélites del chavismo subsidiar con alimentos a precios inferiores a los del mercado a la “gran patria socialista” que tiene su capital en Caracas.
La alternativa a este fracaso está en el comercio libre, donde los emprendedores decidan de manera autónoma a dónde exportar y de dónde importar, sin interferencias burocráticas. Léase sin cupos y prohibiciones de exportaciones, ni controles cambiarios…