La estrategia de la oposición boliviana

Hugo Horacio del Granado

HHDELGRANADO Don Samuel Doria Medina es, según varios artículos periodísticos publicados en los últimos días, un gurú democrático, un implacable estratega electoral, una especie de oráculo andino al que se debe escuchar con respeto y veneración por su mucha sabiduría electoral: él y solamente él sabe cómo ganarle las elecciones al gobernante Movimiento al Socialismo. Al parecer su recentísima e inconmensurable sabiduría proviene no del más allá- es decir del tráfico con las divinidades que deciden los destinos de las campañas electorales- sino más bien de más allá de las fronteras bolivianas; la oposición venezolana y su fallida experiencia enfrentando electoralmente a don Nicolás Maduro y antes al extinto Hugo Chávez son las fuentes de inspiración de sus novísimas ideas.

Sin embargo es interesante hacer notar aquí que la experiencia opositora venezolana, además de haber fracasado en elecciones imposibles de ganar, responde a una realidad diferente a la boliviana. El razonamiento de don Samuel parecería ser el siguiente: “Dado que Evo Morales gobierna y gana elecciones imitando a los jerarcas demagogos del chavismo entonces los opositores bolivianos deberían imitar las estrategias electorales de los opositores venezolanos”.



Esta lógica no se diferencia mucho a la que siguieron los políticos tradicionales bolivianos que buscaban modelos a seguir en realidades ajenas y fundamentalmente diferentes a la boliviana. La copia de modelos foráneos y su implementación acrítica en territorio Boliviano ha sido, en general, desastrosa. Sí la oposición boliviana y el gobierno boliviano siguieran su propio rumbo y respondieran a la realidad boliviana concreta, la situación política y económica serían mucho menos preocupantes.

La propuesta de Doria Medina incluye, entre otros despropósitos, organizar unas elecciones primarias de las que debería salir un candidato opositor único. Sería interesante preguntarle al experto electoral cementero por ejemplo, quién ocuparía el cargo de arbitro en esas elecciones primarias ¿Un equipo de notables de la antigua Corte Nacional Electoral? ¿La actual máxima autoridad electoral boliviana? ¿Un tribunal ad hoc compuesto de impolutos opositores venezolanos nombrados por el ineficaz estratega electoral venezolano Henrique Capriles?

La otra propuesta de don Samuel es la de hacer una encuesta nacional para nombrar al líder opositor, me pregunto, ¿Qué empresa electoral dirimiría la disputa? ¿Cuál sería la elegida de entre las impecables empresas encuestadoras mundiales? ¿Quién la elegiría? ¿Deberían, acaso, también estas empresas someterse a unas elecciones primarias?

Los obstáculos prácticos a la propuesta del dos veces candidato a la Presidencia de Bolivia son obvias pero además se debería tener en cuenta que sería extremadamente imprudente, por decir lo menos, seguir las directrices de un autoproclamado experto en victorias electorales que no ha ganado ni una sola elección en su vida política. Los resultados de don Samuel como candidato presidencial han sido muy exiguos. En las elecciones del año 2005 su partido Unidad Nacional logró apenas 7.8% del total de votos válidos. El 2009 y con lo aprendido de los errores de su primera campaña presidencial, el crack electoral boliviano no subió su caudal de votos en las urnas sino más bien que éste menguó logrando apenas el 5.65% de los votos a nivel nacional.

Es interesante además advertir que las encuestas previas indicaban que Doria Medina iba a lograr más del 10% de los votos, es decir que tanto su apoyo pre electoral como su estrategia se desplomaron en las urnas. ¿Qué les hace pensar a los articulistas, expertos en redes sociales y gacetilleros que los resultados de Samuel Doria Medina serían diferentes en las elecciones de octubre? ¿Por qué fiarse de las estrategias de un candidato que triunfa en encuestas pero que sufre bajones bochornosos donde de verdad importa, es decir en las urnas?

Don Fernando Molina en un artículo publicado en los últimos días apunta a que la reticencia a asumir como propias las estrategias de Doria Medina respondería tal vez a “animosidades personales” de los candidatos opositores o a la falta de credenciales democráticas de los mismos. Yo me pregunto si el señor Molina contrataría por ejemplo a un mecánico automotriz que ha arruinado en repetidas ocasiones su vehículo para enderezar la dirección del mismo de una vez por todas.

Está claro que hay que dejar las estrategias electorales y las alianzas para enfrentar al candidato oficialista en manos más experimentadas. El futuro de Bolivia no se puede dejar, una vez más, en manos de diletantes.