Los absurdos de la ambición de poder

Norah Soruco de Salvatierra*

SORUCO Cuando el poder de turno asesinó junto a otros siete, a un compañero y entrañable amigo, por defender la economía de los más pobres, no pude evitar preguntarme si valía sus preciosas vidas la lucha por la construcción de un país con respeto a los derechos de acceso al bienestar y las oportunidades, en condiciones de igualdad de todos los bolivianos.

Cuando vimos a cientos de ciudadanos pandinos buscando refugio en un país vecino, desterrados por pedir autonomía; cuando vemos a tantos hermanos benianos, sufriendo y muriendo por el azote de las inclemencias del tiempo, que piden declaratoria de desastre nacional sin ser escuchados en virtud de un cálculo político que los califica de opositores, volví a plantearme la misma pregunta, llegando a la triste como inaudita conclusión, de que la acción política como se la practica en estos tiempos, sólo tiene como norte y se alimenta de la ambición de poder.



A los unos por no perderlo y los otros por alcanzarlo, poco les interesan objetivos, programas, promesas, juramentos de respeto a la Constitución o cumplimiento de deberes al servicio de los mandantes; alcanzado el poder, todo queda olvidado en el camino en pro del interés de sus detentadores, denotando que hemos llegado al fondo de la crisis de los principios y valores en todos los ámbitos.

Los asesores y estrategas, están convirtiendo a nuestros actuales o potenciales gobernantes en personalidades distintas a los rasgos y motivaciones del inicio de sus carreras políticas, al punto de la propia deshumanización y por consecuencia, a políticos miopes, insensibles, absolutamente distantes de su pueblo, que sin opinión propia sólo deben seguir las líneas y consignas prefabricadas en los laboratorios expertos.

Esta dramática crisis, cimentada sobre bases que seguramente están en todos los manuales de cómo hacer política sin conciencia, podría llevarnos a la desesperanza, pero llegar al fondo, es más bien condición necesaria para que gobernantes, candidatos y gobernados, entremos a una profunda reflexión de hacia dónde vamos y dónde podemos terminar, para iniciar una cruzada por la erradicación total en nuestras conductas de este tipo de política y políticos.

*Ex Presidenta de la H. Cámara de Diputados de Bolivia