Ovidio Roca
La cercanía a los hechos, nuestro involucramiento emocional con la problemática del país, nos impide tener una visión totalmente objetiva de la misma. Por ello es ilustrativo conocer una visión externa, mejor si de personas objetivas e inteligentes, como con la que hace unos días me invito un café charlado y de la que tome notas. Se trata de un profesional que eventualmente radica en nuestro país plurinacional y por ende tiene que sufrir el calvario de la burocracia y la extorción cotidiana.
Rememorando su vivencia plurinacional, (que me recordó el proceso de Kafka) me comentaba: “¿Cómo se explica y justifica que sea el Primer Mandatario del país el que autoriza el robo y la corrupción? Leo en la prensa y espanta lo que responde el Presidente cuando lo acusan del manejo alegre de fondos públicos: ´Ellos no son nadie para reclamar, cuando ellos también durante años han robado`.
Es una lógica complicada, pues es evidente que muchos de los anteriores gobiernos, han abusado del pueblo, alargando los trámites, complicando y adicionando los pasos y procedimientos, dilatando y dando vueltas hasta recibir “una grasita” o peor, un porcentaje. Lo cínico es que el Presidente se defienda señalando que si los anteriores lo hicieron, entonces no tienen el derecho de reclamar. Se entiende entonces que nadie tiene el derecho de reclamar. ¿Puede ser? ¿No será que con esta declaración, el Presidente está autorizando a los empleados públicos a robar descaradamente, con la seguridad que nadie tiene la moral para protestar?
Por lo que sé, nunca antes en la historia del País el Presidente defiende públicamente al funcionario corrupto, otorgándole la licencia de exigir abiertamente el monto que ve conveniente para cada trámite que realiza. ¡Y para colmo, cuando comete un error, exige el doble para corregirlo!
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La población señala que cada vez es mayor el costo de los múltiples trámites.
A pesar de encarcelar a algunos de los colaboradores del partido, la corrupción sigue en expansión. Como siempre, es el don nadie que trabaja, produce, gana y… paga”.
Lo anterior es, por supuesto, el punto de vista de una persona formada en un Estado democrático y de economía de mercado; pues como sabemos las percepciones de los individuos varían según se eduquen bajo una cultura liberal o de masas.
Mi amigo destaca y llama la atención hacia la actitud del Presidente, pues el perfil de la primera autoridad del país, su comportamiento y el de las de las otras autoridades, sumada a la falta de respeto por los derechos humanos y la ineficiente gestión gubernamental, es lo que expresa el verdadero espíritu del Estado y de la Nación.
En relación a las leyes y el gobierno, Hegel sostiene que “la Constitución es el espíritu colectivo de la nación y el gobierno es el cuerpo de tal espíritu”.
La Constitución del MAS como se menciona permanentemente, es un galimatías folclórico, pachamámico, etnicista y que ni los gobernantes la toman en serio, pues en su ejercicio del poder la aplican a su sabor y placer, generando ecocidio (destruyendo el ecosistema y envenenado la tierra) y etnocidio de pueblos (TIPNIS) e individuos librepensantes.
A su vez, la llamada hoja sagrada, la coca, ha sido convertida en el espíritu de la nación. En consecuencia, “Kausachun coca” es la divisa nacional.