Aún con altibajos, Bolivia y Brasil buscan ir más allá del gas

La agenda bilateral entre Brasil y Bolivia ha estado tradicionalmente determinada por el gas; los últimos intentos apuntan a salir de ese presupuesto y tocar otros temas sin dejar de darle su lugar al tema energético.

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Evo Morales y Dilma Rouseff, Presidentes de Bolivia y de Brasil. (Foto internet)



A lo largo de la historia, Bolivia y Brasil han tenido una relación tan importante como conflictiva. Desde la nacionalización de los hidrocarburos dispuesta por el gobierno del presidente Evo Morales —con la mediática toma militar de las instalaciones de Petrobras, lo que puede o no considerarse excesivo— hasta los incidentes de salida hacia el país vecino del senador opositor Róger Pinto y del exfiscal Marcelo Soza, la fluidez de la comunicación entre ambos Estados se vio inocultablemente afectada.

Ahora, con señales fuertes de Brasil (como enviar a un diplomático con nivel de embajador para el cargo de Encargado de Negocios) y el impulso de la agenda bilateral en la reunión de cancilleres el lunes 31 de marzo en Cochabamba, parece que se quiere superar los incidentes y resaltar todos los puntos de la agenda para que el tema del gas no sea el que determine el vínculo interestatal, si bien es de gran importancia para ambos países.

En ese sentido, el encargado de negocios brasileño, João Pereira Pinto, enumera una serie de temas y de proyectos de cooperación como pasos para no centrar toda la relación en el gas. Así, menciona los temas fronterizos, la carretera interoceánica, la cooperación técnica, la lucha contra el crimen (narcotráfico, contrabando y trata de personas), la comisión binacional para investigar técnicamente la influencia de las represas brasileñas en las inundaciones de la amazonía boliviana, hasta la implementación de los bancos de leche materna en Bolivia con tecnología brasileña.

“Hablar de desgasificar la agenda es no centrar todo en el gas. Es poner al gas en su debida casilla y reconocer que hay temas más importantes en nuestra relación hacia la integración”, señala. El gas es un tema comercial, no uno político, si bien de- sarrolló un peso tan grande que “ofuscó lo restante de la agenda”.

Apuntando hacia el mismo lugar, el internacionalista Hugo Siles ve esa tendencia desde las primeras gestiones de Ignacio Lula da Silva y Evo Morales. Históricamente, la agenda estuvo caracterizada por el gas; sin embargo, a partir de Lula y “la compatibilidad y el sello que imprimieron con Evo”, se dio la posibilidad de que la relación asumiera otros temas, como las exportaciones no tradicionales, la orientación amazónica, infraestructura vial, cooperación en la lucha contra el narcotráfico, la complementación con nuestras reservas de hierro, las termoeléctricas. “Entonces se comenzó a desgasificar la agenda con otros temas”, afirma.

Esto se da en el contexto de la visita del canciller Luiz Alberto Figueiredo más de medio año después del escándalo de la fuga de Pinto. Aunque ahora se quiera impulsar otros temas fuera del gas, ha sido notorio que en el último tiempo las relaciones han tenido altibajos.

Como pregunta, cabe pensar si lo que piensa la socióloga Fernanda Wanderley está relacionado con esta desgasificación de la relación: “Brasil ya dio fuertes señales de disminución de su dependencia con relación al gas boliviano. En este sentido, Brasil puede y probablemente seguirá comprando gas de Bolivia, pero no en una relación de dependencia”. (Tras la nacionalización de Petrobras, fue el propio Lula da Silva quien dijo que Brasil debía buscar alternativas al gas boliviano).

Narcotráfico. De igual modo, esta académica coloca los asuntos fronterizos y la lucha contra el narcotráfico como “centrales”: “Es una preocupación creciente por parte de Brasil debido a los problemas de seguridad y criminalidad en las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro”. Los grandes eventos (el Mundial de fútbol y las Olimpiadas) pueden jugar un rol “en la centralidad del tema”, pero el problema es real y de “gran magnitud en Brasil”, insiste.

En efecto, el país vecino querrá dar una buena impresión en el Mundial como en las Olimpiadas, y disminuir el narcotráfico puede incidir en la baja de la criminalidad, si bien la lucha contra el crimen organizado en Brasil es una tarea que va más allá de estos eventos deportivos.

Sobre la cuestión de la agenda energetizada, el diplomático Carlos Antonio Carrasco no coincide del todo, pues para él la relación está “gasificada”, “si bien existen otros temas que se podrían tocar, como el estudio del impacto de las represas en las inundaciones, lo relacionado a la porosa frontera con el Brasil, donde hay problemas migratorios, tráfico de drogas y delincuencia común”.

No obstante, su conclusión si bien no es una rima consonante con las de Pereira y Siles, sí es una rima asonante: hay temas “más interesantes y de largo aliento” que el gas, como el cambio de la situación geopolítica en el continente; específicamente, la Alianza del Pacífico se ha establecido como “una suerte de contrapeso a la influencia brasileña”.

Esta última mención (a la geopolítica) puede ayudar a comprender los picos y bajos de la relación bilateral. El primer año de gestión de Morales, Da Silva vino con todo su gabinete. Extraoficialmente se dice que ofreció todo a Morales para establecer una relación íntima.

Como dice el Memorando Bolivia-Brasil del excanciller Gustavo Fernández (FES/Plural, 2014), Brasil tenía el temor de la influencia de Hugo Chávez en Morales y temía que Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) tome la posta de Petrobras en la implementación de la nacionalización de los hidrocarburos del 1 de mayo de 2006.Morales se inclinó por Hugo Chávez y Venezuela. Fue entonces que Da Silva tomó la decisión de hacer una política de Estado el dejar de depender del gas boliviano.

Es por eso que Wanderley ubica como hito del “enfriamiento de la relación” la nacionalización de Petrobras y el “show mediático” de la toma militar de las instalaciones petroleras brasileñas en el país.

Así, la salida del senador opositor Pinto —con ayuda del encargado de Negocios brasileño, Eduardo Saboia, en un auto diplomático— y el refugio temporal otorgado por Brasil a Marcelo Soza, no serían el origen de los malentendidos…

Desde los incidentes del señor Pinto y Soza se “modifica” la temperatura, pero eso “no significa que se enfríen las relaciones”, concede un aspecto y desmiente otro, a un tiempo, el embajador de Bolivia en Brasil, Jerjes Justiniano. En esto coincide Siles con ciertos matices: “El plano comercial no quedó afectado, pero sí el estado de la relación, lo que no detuvo la agenda bilateral y sus temas intrínsecos”.

A raíz de la fuga de Pinto —interpreta Carrasco— se produjo un “deterioro” en las relaciones bilaterales. “Naturalmente, la operación (de la salida de Pinto) produjo el alejamiento del embajador (Marcel) Biato de su cargo, así como el de todos los diplomáticos de su delegación involucrados. Brasil tomó una medida disciplinaria muy seria. Por ejemplo, se paralizó el nombramiento de Biato que estaba asignado a Suecia”.

A partir de ahí, Brasil parece dar fuertes señales de una buena disposición, pues nombra a un embajador regional de Itamaraty (João Pereira) para un cargo de relativo menor rango, lo que se puede considerar inédito en la diplomacia de ese país. Asimismo, el excanciller Patriota es retirado de sus funciones tras el incidente Pinto. La señal es clara: decir que los funcionarios de la embajada, Saboia y Biato, más otros subalternos, actuaron solos en el operativo de la salida del senador opositor.

Temperaturas. Las relaciones entre países tienen altibajos “de acuerdo a intereses e incidentes”, explica al respecto Justiniano. Entre Bolivia y Brasil hay “muy fuertes intereses y una muy larga frontera (3.400 kilómetros); ambas cosas originan varias temperaturas.

En esto coincide Pereira y pone el ejemplo de la relación “excelente” de Brasil con Mongolia: “pero bueno, Mongolia está muy lejos…”. Sobre las distintas temperaturas, Justiniano pone estos ejemplos: “si se está negociando el precio del gas, sube la temperatura; una vez que se firma el convenio del gas, entonces baja”.

De hecho, los cancilleres firmaron el lunes un contrato interrumpible (es decir, entre otras cosas, que se está negociando aún) para vender más gas a Brasil para su termoeléctrica de Cuiabá. Si se sigue el razonamiento de Justiniano, entonces se puede decir que las relaciones tienden a ser más “cálidas”.

También fueron cálidas las relaciones Lula-Evo, a pesar de lo que se dijo antes, de que Morales habría escogido inclinarse por una relación diplomática íntima con Venezuela, en detrimento del ofrecimiento de Lula, del que se tiene conocimiento extraoficial.

Acá se llega al momento de los contrastes… La identificación ideológica Da Silva-Morales se mantuvo aún con la molestia de sectores brasileños por la nacionalización de Petrobras. Incluso, los opositores al Partido de los Trabajadores le reclamaron ser blando y estar sometido por un país más pequeño económica, geográfica y demográficamente. Lula da Silva, con todo, siguió afirmando que respetaba la decisión “soberana de Bolivia”.

Pero, ¿y la relación Evo-Dilma? Hay matices marcados entre la comunicación de los actuales mandatarios y la de Morales con Da Silva. Carrasco afirma que con Lula, Evo tenía un “mayor vínculo de solidaridad política y de amistad”, lo que “no se nota” con el advenimiento de Rousseff.

Wanderley interpreta diferente: Lula tenía una “simpatía ideológica” con Evo debido a la similitud de “sus historias de vida y de sus raíces de izquierda”. Rousseff “no comparte la misma simpatía” porque encuentra “enormes” diferencias entre el liderazgo de Lula y el de Evo Morales, “este último muy próximo al fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez”.

Hay que recordar que Rousseff y Morales no pudieron hacer coincidir sus agendas, por lo que hasta ahora la Mandataria brasileña no ha venido aún en visita oficial a Bolivia, “no obstante que visitó todos sus países limítrofes”, remarca la socióloga Wanderley.

El Encargado de Negocios del Brasil, sin embargo, aclara que Rousseff “no terminará su gestión sin antes hacer una visita oficial a Bolivia”.  Hay que recordar que tanto Morales como Rousseff concluyen sus mandatos este año.

Un hecho que puede llegar a malinterpretarse es el no nombramiento de un embajador de Brasil para La Paz, afirma Pereira; no obstante, explica que ya se lo designó, pero que la oposición del PT en el Senado traba su aprobación así como frena otras iniciativas del oficialismo, en una dilación que tiene que ver más con asuntos políticos.

Concluyendo, para Siles, la visita de altas autoridades de la diplomacia brasileña sirve para “fortalecer la agenda” y para superar los desacuerdos o malentendidos con el caso Pinto y Soza.

Las señales desde la diplomacia boliviana y brasileña, con la visita del canciller Figueiredo a Bolivia, de alguna manera ratifican que se busca fortalecer y aclarar algunos temas que son de preocupación para ambos Estados, en el entendido de que se debe cuidar la relación, salir de la agenda gasificada y abordar otra más diversa.

‘Es falso que la relación esté mal’: João Pereira, encargado de Negocios de Brasil

A mí me sorprende mucho cuando leo análisis que dicen que la relación bilateral está “muy mal”, porque es falso. La relación está muy bien. Con dos países con una frontera común tan grande, una historia de más de 200 años y aspiraciones comunes, es inevitable que hayan puntos en determinados momentos que sean más candentes que otros.

‘Las señales son buenas para ambos países’: Jerjes Justiniano, embajador de Bolivia en Brasil

Indudablemente, las señales son buenas para ambos países. Si se analiza la conversación de los cancilleres, se ve la importancia que ambos Estados le dan al encuentro, por lo que se concluye que las relaciones entre Bolivia y Brasil están altas. El resultado es que se seguirá con buenas relaciones y haciendo buenos negocios. La comunicación bilateral es absolutamente normal.

‘Es prioridad de nuestro relacionamiento’: Hugo Siles Núñez del Prado, internacionalista

Brasil es una prioridad en el relacionamiento con Bolivia porque es nuestro mayor socio comercial, por la venta de gas. Sin duda, la no llegada de la presidenta Rousseff, la salida del senador Pinto y el problema de las represas generaron un enfriamiento que no se reprodujo en incidentes sobre el principal interés: la venta de gas, incluso hay la posibilidad de exportar más volúmenes.

‘Encuentro que la confianza está dañada’: Fernanda Wanderley, socióloga

Encuentro que la confianza en la relación está dañada. El indicador es la ausencia de nombramiento de un embajador brasileño en Bolivia. La disminución de los temas bilaterales por parte de Brasil a la lucha contra el narcotráfico y temas fronterizos es un mensaje. También creo que señala la política de Brasil de disminución de su dependencia energética con relación a Bolivia.

‘Hay que cultivar la relación con cuidado’: Carlos Carrasco, diplomático

Creo que habría que hacer esfuerzos para que la presidenta Dilma Rousseff asista a la cumbre del G77+China. De esa manera se tanteará mejor la temperatura. Al final de cuentas, la relación es tan importante como la de Bolivia con EEUU, si no aún más. Tenemos una frontera muy extensa, hay que cultivar la relación con mucho más cuidado de como se ha estado haciendo.