El laberinto cambiario de Nicolás Maduro

INMADUROEl 24 de marzo el gobierno venezolano dio otra vuelta de tuerca a su complicado sistema cambiario al poner en marcha un sistema denominado SICAD II, cuyo principal objetivo es el de subastar dólares a un precio menor que el marginal e intentar, una vez más, desactivar dicho mercado.Tal es así que el propio presidente Maduro dijo que este nuevo mecanismo también apunta a tumbar la cotización de la «lechuga verde».Pese a que la divisa informal retrocedió un 30% en marzo, la brecha no se acortó demasiado y el billete paralelo cotizaba en 68 bolívares a principios de abril, unas 11 veces por encima del tipo de cambio oficial de 6,3 bolívares.El flamante sistema de subastas requiere que el interesado disponga de una cuenta en dólares, y funciona de la siguiente manera: al momento de solicitar billetes verdes, al individuo se le retienen los bolívares con los que pretende pagar la operación.Al final de la rueda cambiaria, a los que resultaron favorecidos les llega un correo electrónico con la «buena noticia». En cambio, si la solicitud es rechazada, reciben como respuesta la libre disponibilidad de sus bolívares.Pese al escaso lapso transcurrido desde el lanzamiento de esta plataforma, ya surgieron las primeras críticas. Así, por ejemplo, el economista José Guerra, quien fuera gerente del Banco Central de Venezuela, sostuvo que «el Sicad II no está cubriendo toda la demanda, de modo que todos los que quedan afuera acuden otra vez al mercado negro».En igual sentido, Raúl Huizzi, decano de la facultad de Economía de la Universidad de Los Andes (ULA), afirmó que «que este sistema no podrá satisfacer enteramente la demanda reprimida que hay de dólares, sobre todo por los atrasos de liquidación de divisas que el Gobierno tiene con varios sectores».Por su parte, la influyente Federación de Cámaras Empresarias -Fedecámaras-, advirtió que este método carece de transparencia y que se deben esperar muchos días para ver acreditados los fondos en las cuentas bancarias.A ello se suma que aún no existen precios de referencia en el mercado cambiario doméstico, por lo que éste ingresó en una especie de «limbo».De hecho, el primer día de operaciones se convalidó un dólar 8 veces más alto que el tipo de cambio oficial, ya que cerró a 51,60 bolívares por unidad.Este valor surge de los precios que ofrecen los distintos actores intervinientes, aunque el Banco Central de Venezuela se reserva el derecho de modificarlo, según su conveniencia. Cabe señalar que a este mercado puede acceder el sector privado, la petrolera estatal (PDVSA) y otras empresas del Estado.El Gobierno estimó que el SICAD II equivaldrá a un 7% de las ventas de dólares para cubrir la compra de bienes no esenciales.»La tasa del SICAD II es una ganga en comparación con la del cambio no oficial», indicó The Economist.»El nuevo sistema podría ser una bendición para los importadores que desean evitar el mercado paralelo caro y aliviar un poco la incertidumbre de divisas», agregó la publicación.Lo cierto es que el precio de subasta del dólar «causó conmoción en la plaza cambiaria, porque en las estimaciones previas ningún analista arriesgó semejante valor», afirmó un ejecutivo de un banco con sede en Caracas.Y agregó: «El Banco Central no hizo otra cosa que poner en blanco sobre negro que el tipo de cambio oficial es apenas una caricatura, y que parte de los dramas que hoy afectan a Venezuela provienen de esta situación».Al aceptar esta cotización, «el Gobierno trata de descomprimir la acuciante falta de alimentos ante la escasez de divisas que complica las importaciones y, obviamente, la presión sobre el paralelo», explicó Agustín Cramo, analista de mercados internacionales.»Pero lo que quizás es más grave, es que impulsa un aumento de los precios, cuyo ritmo de crecimiento ya antes del Sicad II se acercaba peligrosamente al 60% anual», completó el economista.Ese porcentaje se queda «corto» si sólo se considera la variación del precio de los alimentos que, según la FAO, fue de casi el 75% anualizado en febrero de 2014.Por su parte, la «lechuga verde» se negociaba a 68 bolívares, nada menos que once veces por encima del oficial.Semejante brecha entre el dólar más barato y el negro dificulta enormemente la medición del precio de un producto.»En cualquier país del mundo, cuando se pregunta cuánto cuesta un dólar, la respuesta suele ser inmediata. En este caso no es tan así», resumió The Economist.Antes eran dos, ahora son tresCabe señalar que el control cambiario implementado en 2003 está conformado por dos segmentos claramente diferenciados:• El dólar oficial para bienes esenciales como alimentos y medicamentos, y otra referencia más alta para viajes al exterior.• El SICAD I, por el que se realizan subastas semanales y que está destinado a sectores específicos del ámbito productivo que requieran divisas para adquirir insumos para sus procesos de producción.Y por fuera de todo control oficial, también se sumó el mercado marginal, que por mucho tiempo se convirtió y, aún lo es, en una verdadera pesadilla para el Gobierno.Precisamente, la implementación del SICAD II es otro intento por tratar de reducir su influencia en la economía venezolana.Más restricciones para viajes al exteriorPrevio a las medidas cambiarias, el gobierno venezolano cortó abruptamente los cupos anuales de dólares subvencionados para turistas que viajen a Perú, Costa Rica y el estado de Florida, con el argumento que eran plazas donde operan mafias que revenden las divisas subsidiadas en el mercado negro.Por lo tanto, quienes vayan a esos destinos recibirán apenas u$s700, frente a los u$s2.500 que se otorgan para otros países.Cabe señalar que para hacerse de estos billetes estadounidenses, los ciudadanos deben enfrentar un complejo procedimiento burocrático.Pero eso no es todo, ya que el precio de las divisas se encareció casi un 100%, ya que pasó de 6,3 bolívares a 11,3 por dólar. Por otro lado, para el resto de Estados Unidos, otros países de América latina, Europa, África y Oceanía, el límite seguirá siendo de entre 2.500 y 3.000 dólares anuales.¿Podrá Maduro salir del laberinto liberando el mercado?Para la revista inglesa The Economist, en Venezuela existe un sistema de cambio enmarañado y controvertido porque tiene un esquema con tres tasas.Tal vez queriendo darle la razón a esa publicación, y a días de haberse implementado el SICAD II, el Gobierno dejó trascender que estaría estudiando la posibilidad de tener un mercado abierto de divisas y dejar atrás el estricto control cambiario que rige desde hace 11 años.Lo dijo nada menos que el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, el diputado del partido gobernante Ricardo Sanguino, quien afirmó que «todas las transacciones cambiarias en los mercados financieros son, en un país como el nuestro, erráticas».Ante esta situación, el diputado sostuvo que «la tendencia puede ser que a mediano o largo plazo tengamos un mercado abierto de divisas sin la aplicación de un anclaje cambiario». Si bien no abundó en detalles sobre la fecha o la forma en que podría aplicarse la reforma, precisó que «se está estudiando dejar un sistema de flotación con bandas establecidas, para ser más flexibles en la relación bolívar/dólar».»En nuestra economía todavía no se dan esos requisitos de una participación de todos los actores financieros, sino que existe una importante presencia del Estado. Ésta condiciona el comportamiento y la evolución de esos mercados», agregó Sanguino.Un lunes negro que pasará a la historiaEl tercer lunes de marzo quedará en la memoria colectiva como el día en que los venezolanos comenzaron a asumir su realidad, luego de quince años de vigencia del mercado cambiario bolivariano.Ese día se fijó un tipo de cambio que implicó nada más y nada menos que una devaluación del 723%. De esta manera, se echó por tierra el mito oficial que apuntaba a que el salario mínimo era uno de los más elevados de América latina ya que, de golpe y porrazo, pasó a ser de u$s65. Es decir, casi un tercio que el vigente en Ecuador, por citar un ejemplo.Pero esto no es todo, ya que a partir del SICAD II la única forma que tiene el país para abastecerse de productos extranjeros es pagar las importaciones en dólares al nuevo tipo de cambio, es decir, multiplicando hasta por diez los precios actuales.iProfesional.com