Si Samuel hubiera sido mujer

María Galindo

Los políticos han decidido promocionar sus respectivas biografías, en las que se muestran como el «elegido salvador de esta tierra trágica en que vivimos.



Ya  traduje la biografía de Evo en código mujer; hoy les propongo el mismo ejercicio para el relato de Doria Medina sobre su vida. ¿Qué habría sido de él si hubiera nacido mujer?

Su padre no hubiera puesto el ojo en la niña como futura heredera de la gerencia de la empresa, sino que hubiera dejado a samuelita idiotizarse con las barbies y la moda. Le hubieran puesto clases de ballet, inglés, modelaje, etiqueta y decoración de interiores.

Desde sus 18 años, Samuela hubiera tenido como única misión buscar un partido que sea blanco e hijito de empresario para casarse. Con una licenciatura sin terminar en la Católica se hubiera casado, recibiendo como herencia no la gerencia de una fábrica, sino el peso del control social y la obsesión por el físico.

Su único momento importante en la vida hubiera sido la fiesta de matrimonio. Hubiera puesto todas sus ilusiones en las cuatro o cinco horas en las que transcurriría la fiesta.

¡Las fotos, el velo, la peluquería, la decoración de la iglesia, la torta!… Y los regalos, los regalos de boda hubieran sido el mundo en el cual Samuela hubiera terminado de sepultar su cuerpo para consagrarse a una muerte en vida.

Una vez casada, su mayor preocupación hubieran sido los cuernos que le pone el marido, los tés de amigas que hubiera tenido que organizar y los vestidos que ponerse en las infinitas fiestas de sociedad, en las que en un rincón hubiera tenido que hablar con otras ignorantes y perfumadas mujeres de empresarios, ministros, presidentes y embajadores. Todas muy frustradas, todas muy inseguras, todas muy costosamente vestidas, todas sexualmente muy insatisfechas.

El movimiento terrorista MRTA no la hubiera elegido como secuestrada, porque hasta ellos saben que por una esposa sustituible ningún marido pagaría nada, mucho menos los dos millones de dólares que la familia pagó por Samuel como rescate.

No hubiera tenido la ocasión de gestionar la fábrica de su padre ni se hubiera enrolado en partido político alguno, porque a los ojos de Samuela la política hubiera sido cosa de hombres.

Tampoco hubiera tenido la ocasión de sacar créditos usando el Banco del Estado y de la CAF, menos hubiera tenido ocasión de ser ministra de Planeamiento, y menos hubiera aprovechado esa situación para liquidar a su acreedor y triplicar su fortuna gracias a la ayuda de Gonzalo Sánchez de Losada.

Ella, Samuela, hubiera conocido a Ximena Iturralde, hubieran comparado sus collares de perlas y no se hubieran atrevido a hablar de esas perlas como cadenas. Su máxima administración financiera hubiera sido la de una tarjeta de crédito de «oro,  tarjeta que hubiera usado  en sus múltiples viajes a Tierra Santa, al Vaticano, a Londres o París en busca de una cosa que jamás llegaría a conocer «la felicidad.

Si Samuel Doria Medina hubiera sido mujer, ocuparía ese lugar tan denigrante que es ser una mujer de clase alta casada con un empresario que te pone cuernos, te menosprecia, te tiene de adorno, te subestima y te ignora.

Desde ese lugar social en el que tu única ocupación es odiar a los indios, despreciar a los maricones y tiranizar a las trabajadoras del hogar, desde ese lugar jamás se hubiera planteado ser candidata a presidente.

Como mujer de clase alta, ella, Samuela, hubiera tenido que contentarse con dar limosna en la puerta de la iglesia y hacer caridad con los Rotarios o regalar su ropa usada a la sirvienta en Navidad.

No hubiera abierto tampoco los cites de confección; se hubiera contentado con enseñar al jardinero a ponerse frac para atender a los invitados. A la trabajadora del hogar la hubiera disfrazado como salen las mucamas en las películas de la realeza y le hubiera enseñado a limpiar y ordenar los cubiertos de plata y a poner la mesa, siempre lamentándose de la ignorancia de esta pobre gente que no sabe lo que es el cristal de murano, ni sabe por qué un tenedor de pescado no es el mismo que el para chancho.

Si Samuel hubiera nacido mujer,  no habría sido ni político, ni heredero ni ministro, sino que hubiera sido una simple esposa de empresario, condenada a la más gris, aburrida, intrascendente e inútil de las vidas que una se pueda imaginar; la vida de adorno de porcelana.

 

María Galindo es miembro

de Mujeres Creando.

Si hubiera   nacido mujer, no habría sido ni político, ni heredero ni ministro, sino que habría sido una simple esposa de empresario.

Fuente: paginasiete.bo