La unidad política posible

Susana Seleme Antelo

seleme La unidad de la oposición política lograda entre Samuel Doria Medina de Unidad Nacional (UN) y Rubén Costas del Movimiento Demócrata Social (MDS), es más que un soplo de optimismo y esperanza. Esa unidad apunta a crear un futuro deseado y compartido al que aspira gran parte de la sociedad boliviana.

El binomio Samuel Doria Medina-Ernesto Suárez, ex gobernador de Beni y representante de MSD para las elecciones de octubre 2014, suma inteligencia, experiencia, ganas y aval popular, respaldado por hojas de vida que abogan por sinergias para trabajar por el futuro deseado. Es decir, la unidad política de la oposición para la recuperación democrática, el Estado de Derecho y la separación de poderes, sin politización alguna. Unidad política para restablecer el poder de las instituciones, el perdido debate democrático e intercambio de propuestas entre representantes políticos, sobre políticas públicas, desarrollo sustentable, transparencia y rendición de cuentas. Unidad para respetar la alternabilidad democrática en el poder político, elecciones limpias con un órgano electoral imparcial y el derecho a la crítica, hoy sometidos al presidencialismo autocrático, centralista y continuista de Evo Morales.



Esta unidad esperada debe conseguir más apoyos y sumar votos, pero no ser un batido de siglas, ni una ‘juntucha’ como la calificaba el opositor Juan del Granado, excluido ahora por decisión propia. Esta unidad democrática para tener una sociedad mejor educada y con mejor cobertura de salud; mejor informada sin censura a los medios de comunicación ni a sus operadores. Una sociedad que no esté sujeta a la propaganda política oficialista que miente y adormece con danza de millones, pero no crea empresas productivas sino deficitarias y, por lo mismo, tampoco genera trabajo productivo, salvo rentistas e informales. Debe ser la unidad democrática para lograr una sociedad más justa y redistributiva, con políticas económicas no atadas a los perecederos recursos naturales, sino más competitiva, dejando de lado el actual “narcisismo económico”, como señala el experto Gonzalo Chávez.

No se trata de ser tozudamente optimista, olvidando la concentración absoluta del poder político que ejerce Evo Morales sobre todos los aparatos del Estado. Sin embargo, la unidad de la oposición puede forzar a una segunda vuelta en octubre. Y si no ganara, sí puede imponer una correlación de fuerzas lejana a los dos tercios autoritarios y antidemocráticos de hoy. Ese es el futuro político deseado que merece Bolivia.

El Deber – Santa Cruz