Que abdique Evo I

evo_morales La abdicación del rey Juan Carlos ha motivado ríos de tinta, pero quizás lo más interesante sea el análisis comparativo entre lo que está pasando en la monarquía constitucional española y lo que viene sucediendo en varias naciones latinoamericanas, cada vez menos republicanas.

Tenemos que, mientras en la monarquía democrática se aplica un correctivo que permite subsanar los problemas que vienen con una excesiva dilatación del jefe de Estado en su cargo, en nuestra región se sigue el rumbo contrario: hacia la perpetuación, mediante sucesivas reelecciones en comicios poco transparentes.

Este reeleccionismo indefinido desemboca en la figura de presidentes vitalicios, que se ufanan de haber llegado al poder para “quedarse 50 años”.



Este neo-absolutismo tiene por primer modelo a Fidel Castro (sucedido en el trono por su hermano), y en la versión modificada “con urnas” a Hugo Chávez. Senda que siguen Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, pero que al parecer ya no podrá acompañar Cristina Fernández de Kirchner (quien a su vez había sucedido en el trono a su marido).

Todo esto con un agravante: mientras en las monarquías parlamentarias existe una clara separación entre jefatura del Estado (monarca con roles simbólicos) y jefatura del gobierno (primer ministro elegido por el Legislativo), en las “pos-repúblicas” latinoamericanas el gobernante concentra ambas funciones, en detrimento de la democracia.

Por eso, en el caso de Bolivia, decimos: que abdique Evo I…

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