Usan a niños en situación de calle para vender droga

La mayoría de los adolescentes involucrados son adictos y con la comercialización del alcaloide financian su vicio.

imageCuando se hacen intervenciones en las favelas se encuentran personas con sobres de cocaína y marihuana. Foto: Rodrigo Urzagasti



EL DEBER, Santa Cruz

La realidad de los menores en situación de calle es cada vez más dura. Hace unos días, tres instituciones ratificaban el dato dado por la Gobernación cruceña de que al menos siete de cada 10 niños que viven así consumen alguna droga.

Gente que trabaja con los menores para retirarlos de la calle y personal de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn) desvelan  haber encontrado casos en los que los chicos son usados para vender sustancias controladas.

La encargada de Callecruz, Clotilde Morales, reconoció que en dos años conoció cuatro casos de adolescentes, de entre 13 y 14 años, que admitieron haber vendido droga, especificamente marihuana.

La profesional explicó que a los niños y adolescentes les toma meses e incluso años confesar esta actividad ilegal, porque tienen temor de represalias en su contra.

Los especialistas también dicen que quienes los utilizan lo hacen a sabiendas de que los chicos no pueden ser juzgados penalmente hasta los 15 años y solo son susceptibles a medidas rehabilitadoras, lo que no incluye la detención en un centro carcelario.

La directora del centro Sion, María José del Pino, aseguró que por los 18 años de experiencia que tiene trabajando con muchachos en situación de riesgo, la mayoría de los menores de más de 14 años, “con seguridad han vendido droga en las calles, para mantener su propia adicción, ya que la mayoría, lamentablemente, consume algún tipo de droga”.

Afirmación policial

Agentes antinarcóticos especializados en tareas de interdicción a clanes de microtraficadores, identificaron al menos seis puntos de venta al raleo de la droga en la ciudad, donde las personas en situación de calle son utilizadas por los traficantes como sus vendedores.

Según los policías, los que reciben la droga son adultos adictos que viven en los canales. Ellos se encargan de distribuirla a los muchachos de entre 12 y 16 años, que también frecuentan estos sitios y que con la venta de estas sustancias controladas entre sus pares o gente que conoce de este microtráfico, logran sustentar su propia adicción.

Ante este cuadro, típico del funcionamiento de una organización criminal de pequeña escala, el que más se beneficia con la venta del alcaloide es el proveedor de la droga, ya que mantiene un ‘mercado’ seguro para la venta de las sustancias ilícitas