“En esta elección hay que dejar a la derecha con cero diputados”. Esta fue la consigna lanzada ayer por Evo Morales durante el acto de proclamación a la (inconstitucional) re-reelección, dando una nueva muestra de su mentalidad antidemocrática.
Una oposición sin representación parlamentaria, o mejor, un país sin oposición, parece ser el ansiado objetivo del presidente, admirador de Fidel Castro, Muammar Gadafi y Bashar al Assad, siniestra filiación autoritaria que lo retrata.
Si el partido oficial, el Movimiento Al Socialismo, fue durante el primer periodo de gobierno de Morales un partido dominante de acuerdo a la clasificación en las ciencias políticas, se convirtió en la segunda gestión en un típico partido hegemónico, dueño de casi todos los resortes de la institucionalidad estatal.
Según lo dicho por el mandatario, se deduce que para la tercera fase se sueña con la construcción del partido único, lógico corolario del rumbo totalitario de su régimen.
Aunque se trate de una bravata difícilmente aplicable en la práctica, nos da la pauta de las intenciones liberticidas del caudillo cocalero, algo que debería impulsar a mayores esfuerzos para cohesionar una alternativa democrática…