Solo el comunismo sangra

Erick Fajardo Pozo

FAJARDO OK Moscú corre una carrera contra el tiempo, en medio de denuncias de Kiev de que tropas rusas evacuan misiles de territorio ucraniano y que los separatistas afines al Kremlin “borran evidencia” de la zona donde se estrelló el MH 17 de Malasya Airlines con 300 pasajeros, derribado por un cohete militar el penúltimo jueves de julio.

El País de España cita al jefe de Seguridad Estatal ucraniano afirmando que operaron sistemas balísticos Buk M-1 en la zona del siniestro y a la hora del siniestro. Kiev mostró fotografías de misiles siendo evacuados tras la frontera rusa mientras el régimen de Vladimir Putin insiste en declararse “marginal” al conflicto y se desentiende de llamar a un cese al fuego.



No es una posición que el Kremlin pueda sostener mucho tiempo. A la presión de la Unión Europea a través de la canciller germana Merkel se suma la del Primer Ministro holandés, que perdió 198 connacionales en el atentado, mientras decenas de familiares de las victimas esperan en la frontera de Donetsk, junto a la ICAO (Organización de Aviación Civil Internacional) y un equipo holandés de expertos en medicina legal, que les permitan llegar a la zona.

Especialistas de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), están desde el viernes en Kiev y denunciaron que separatistas no les dejaron llegar al sitio del impacto. El embajador suizo ante la OSCE Thomas Greminge declaró que “grupos locales ilegales y armados” impidieron su acceso.

Kiev no se queda ahí. No solo acusa a los separatistas pro-rusos de “limpiar evidencias” en torno a las causas del desastre o de intentar enviar las cajas negras del avión a Moscú, sino de pillaje y saqueo de los efectos personales de las víctimas, un extremo confirmado por el contenido de una dura comunicación entre Ámsterdam y el Kremlin.

No ayudan las torpes declaraciones de los separatistas buscando deslindar responsabilidad. El viernes, el líder separatista y ex agente de inteligencia militar rusa Igor Girkin, alias Igor Strelkov, declaró al portal Russkaya Vesna que “muchas de las víctimas posiblemente ya estaban muertas antes que despegara el avión”, agregando que “varios de los cadáveres no estaban frescos, que les habían drenado la sangre y olían a descomposición”.

Pero la crisis de Moscú no es solo diplomática, sino ahora mediática. La periodista Sara Firth, presentadora de noticias de la red Rusia Today (RT), renunció a la cadena alegando en su cuenta de Twitter “distorsiones” a los hechos en la cobertura del siniestro. A principios de año, la presentadora Liz Wahl ya renunció a la red RT tras la incursión militar de Rusia en Crimea.

Mientras, inmune a toda crítica, la cadena progubernamental rusa, y su subsidiaria informativa en Latinoamérica, Telesur, despliegan una vigorosa acción evasiva que intenta opacar el atentado y la crisis en Crimea destacando en la agenda informativa el conflicto de Israel y Hamas. Un despliegue mediático sin precedentes cubre a organizaciones no gubernamentales e “intelectuales” proclives, abogando por un cese al fuego israelí sobre Gaza, redundando en una cifra de muertos irónicamente similar a la de los pasajeros del Air Malasya.

Se rasgan las vestiduras difundiendo a unísono la demanda de cese al fuego en Palestina, pero evaden el imperativo internacional para que Rusia despeje cualquier duda sobre su participación directa e indirecta en el siniestro aéreo en el que una acción militar cobró la vida de dos centenas de civiles de seis nacionalidades, incluyendo una eminencia en la lucha contra el SIDA.

Y me vino a la memoria un graffiti que capturé en 2007 en Berlín, labrado en ocre sobre los vestigios de su célebre muro: Nur die Kommunisten bluten o “Solo los comunistas sangran”. Solo el comunismo sufre pérdidas y llora a sus víctimas. El sufrimiento y el dolor del resto del mundo, simplemente no cuentan para esa revolución de contrasentidos y paradojas que Moscú promueve de Crimea a Sudamérica.

El Día – Santa Cruz