La máscara conciliadora de Evo


quien se la cree En medio de un mensaje presidencial del 6 de agosto plagado de ofertas electorales, muchas de ellas de tono demagógico, Evo Morales asumió una pose conciliadora y anunció el fin de los enfrentamientos políticos en el país, tan frecuentes desde que su movimiento populista comenzó el ascenso al poder y también durante su ejercicio gubernamental.

“Se acabaron tiempos de confrontación, son tiempos de conciliación para bien de nuestra querida Bolivia”, dijo el mandatario con su particular sintaxis.

El giro discursivo, para un caudillo tan afecto a la retórica incendiaria como él, se debe sin duda a la circunstancia de la campaña electoral, sobre todo al objetivo de seducir a la clase media cruceña con miras a una hipotética victoria oficialista en el departamento oriental.



Desde la oposición se recogió el guante y se lanzó un desafío a Morales, para que pase de las palabras a los hechos mediante una amnistía a los perseguidos políticos, iniciativa que fue recibida con artillería pesada por voceros del partido de gobierno.

Lo cierto es que la nueva máscara conciliadora de Evo parece muy poco creíble, teniendo en cuenta sus profusos antecedentes confrontacionales, y lo más probable es que el talante violento y antidemocrático del presidente cocalero aflore en plena campaña para pesar de los guionistas del oficialismo…

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