Campañas y encuestas

Carlos Cordero CarraffacaRLOS cORDERO 1Las diferentes encuestas de intención de voto, que medios y analistas han comentado, van perfilando un posible escenario de salida para las elecciones de 2014, con las siguientes características: la realización de una segunda vuelta electoral en el mes de diciembre se diluye; el partido oficialista reproduce el poder; la fragmentación del voto opositor facilita la conformación de una mayoría legislativa cercana a los 2/3 y una bancada minoritaria, también fragmentada.Por tanto, las encuestas estarían provocando el efecto ‘voto a ganador’, por el cual el 80% de los ciudadanos consultados cree que ganará el partido oficialista, pero menos del 50% de los entrevistados afirma que votará por el partido que cree que ganará las elecciones.A 40 días de las elecciones, la propaganda electoral y hechos inesperados, sobre los cuales las organizaciones políticas no tienen control, podrían trastocar este primer panorama en el cual parece existir un ganador.Cuando el resultado final tiende a anunciar un escenario altamente favorable a un partido político, con la consiguiente concentración del poder, suele producirse otra reacción electoral, el voto indeciso (15%, más o menos) se decanta a favor de las minorías.Como la mayoría cree que la veloz liebre ganará la carrera a la lenta tortuga, entonces suele generarse en una parte del electorado una reacción, racional o emotiva, en sentido contrario a favor del aparente perdedor, con el propósito de introducir equilibrio en las relaciones de poder.Por estas consideraciones y efectos presentados en anteriores procesos electorales, no deberíamos sorprendernos ni tachar a las encuestas como engaños deliberados si los resultados de octubre son diferentes a lo que apuntan las encuestas, un mes antes de la realización de las elecciones.El Movimiento Al Socialismo, en las elecciones de 2002 y de 2005, encarnaba a la tortuga, hoy se parece más a la liebre. La vanidad de la liebre que se muestra confiada y arrogante con su supuesta victoria, genera en el elector un sentimiento de solidaridad que inclina buena parte del voto indeciso hacia la tortuga, a fin de sancionar a la liebre por abusar del poder que dispone, burlarse de la tortuga y festejar antes de tiempo.Las encuestas y campañas suelen inducirnos a ver a un partido como ganador, pero también los resultados de la votación suelen desmentir a las encuestas. En otras situaciones, las encuestas suelen acertar, entonces los ganadores elogian las encuestas y los perdedores las critican.El Deber – Santa Cruz