Democracia y autoridad electoral

Carlos Toranzo RocatoranzoEl corazón de un sistema democrático radica en su autoridad electoral. Si ésta es transparente se puede confiar en la democracia; si no lo es, se siembran dudas sobre la legitimidad de la democracia, y los gobiernos que emergen de votaciones que podrían ser fraudulentas. Y ese podría –respecto de lo fraudulento- ser más grande cuando las autoridades electorales poseen poca legitimidad y cuando se percibe que ellas son obsecuentes ante el poder constituido. En suma: cuando no hay independencia de poderes, cuando el poder electoral es una pieza movida por el Poder Ejecutivo.El objetivo de la autoridad electoral es sembrar certezas sobre la limpieza de los procesos electorales, sobre su transparencia, fenómeno que no era parte de nuestra democracia hace más de una década y media.Pero, en estos tiempos del Tribunal Supremo Electoral, las dudas del pasado vuelven a estar presentes. Se duda de la autoridad electoral, se duda de su comportamiento y se dudará de cualquier resultado que emerja de las urnas.Quiere decir que la institucionalidad de la autoridad electoral ha sido destruida, con lo cual se ha debilitado a la democracia y se ha quitado credibilidad a los resultados de las urnas.Mirando la historia en otros lados, recordemos que hace muchos años los mexicanos vieron ganar las elecciones generales a Cuauhtémoc Cárdenas. Sí, eso lo observaron todos los mexicanos, pero curiosamente, cuando el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se imponía al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernaba por cerca de 70 años, la autoridad electoral (cercana al PRI),  dijo que se «cayó el sistema”.Con ese fraude dieron por victorioso al candidato oficialista, y así continuó en el Gobierno el PRI. Pero, como en México no existía demasiado juego democrático, los mexicanos, los más de ellos, se comieron ese sapo.No supieron defender su voto, pues la única posibilidad de enfrentarse al fraude es la movilización ciudadana, y ésa no estuvo presente en la medida necesaria en México para hacer respetar los resultados de las urnas.Y en Bolivia ¿habrá ciudadanía para velar por la transparencia del acto electoral? ¿O serán los movimientos sociales, de tipo corporativo, quienes convalidarán cualquier resultado, así sea poco transparente? La respuesta no parece ir por la vía positiva.En nuestro país, desde que se destituyó a la «Banda de los Cuatro”, desde que se hicieron reformas políticas en democracia, ellas permitieron que haya una Corte Nacional Electoral independiente.Tuvimos muchos años en que «no se caía” el sistema, tuvimos varias elecciones en las que pudimos confiar en nuestro voto y tener la certeza de la transparencia del acto electoral. Es eso lo que se reconoció del trabajo de la Corte Nacional Electoral que, en su tiempo, nos dio certezas políticas, nos permitió ver una verdadera institucionalidad que soportaba la democracia.Es ésa la institución que comenzó a construir Huáscar Cajías, es esa institucionalidad la que debió ser valorada y defendida como parte de la defensa de la democracia, pero esto implicaba también reconocer que algunas de las reformas políticas hechas en democracia fueron buenas y fortalecieron la democracia.Pero, el desmantelamiento institucional, el intento de fundarlo todo de nuevo, no podía reconocer que, en el pasado, algo se hizo, bien; no, eso no era posible para las ideología refundacional que, so pretexto de revolución, tiraron por la borda una de las instituciones que velaba y garantizaba la democracia.Hoy, el Tribunal Supremo Electoral convoca a elecciones con un padrón electoral inflado, sin entregar el mismo a los contendientes. La autoridad electoral es visiblemente obsecuente con las decisiones e imposiciones del Poder Ejecutivo, por tanto, todos dudan del TSE, y muchos dudan de la transparencia del futuro proceso electoral.Aunque todos saben que Evo Morales ganará las elecciones con holgura, sin embargo, y simultáneamente, la población duda de los resultados, justamente por las señales negativas dadas por el TSE.La autoridad electoral se ha caído, se ha vuelto ilegítima y por ese hecho está debilitando a la democracia y eliminado las certezas que debiera dar al elector. En lugar de sembrar certezas, el TSE siembra dudas sobre el proceso electoral.Página Siete – La Paz