Alternativas a la Policía Boliviana

Marcelo S. Dabdoub PeñaDABDLa Policía Boliviana debería ser una institución que garantice la seguridad y el orden en cada una de las regiones de Bolivia. Pero lamentablemente, ésta es y fue históricamente diseñada para mantener el orden y la subordinación dentro del país, no para mantener la seguridad de sus habitantes. Está diseñada para proteger al aparato gubernamental de sus ciudadanos, no para protegerlos.Asimismo, es una institución muy poco transparente. No presenta estadísticas oficiales de acceso público que pudiesen informarnos sobre su desempeño en la lucha contra el crimen.Con el ánimo de fomentar el debate dentro de la sociedad, propusimos la posibilidad de Policías Departamentales, es decir, la demanda por una sincera descentralización de los servicios de seguridad ciudadana.Esta alternativa podría ser cuestionada: ¿Es la descentralización de la policía una mejor alternativa a lo que tenemos en la actualidad?Antes de responder la pregunta, una consideración. Cuando la sociedad se enfrenta a innovaciones radicales y/o disruptivas que contribuyen avances a la humanidad en cualquier área, estas innovaciones son con frecuencia resistidas por un determinado número de miembros más conservadores de la sociedad, con mayor aversión a cambios. Recordemos la primera vez que vimos un Smartphone (innovación disruptiva). Acordémonos también de esas amistades que aún decían que no necesitarían uno, otras incluso que no tendría un impacto en el futuro. Esta primera impresión fue seguramente más cautelosa que cuando vemos las nuevas generaciones de Smartphones que son lanzadas al mercado anualmente (innovación incremental). Hoy, es difícil imaginarse un mundo sin estos aparatos. Lo anterior es también aplicable a nuestra temática en cuestión, la seguridad ciudadana.Volviendo a la pregunta inicial, si una Policía descentralizada garantizaría un mejor servicio de seguridad ciudadana, la respuesta adecuada sería un “no necesariamente”. Las particularidades de nuestra sociedad y de la región en la que vivimos dificultan un ejercicio de comparación con experiencias semejantes en otros países. Es cierto, no lo podríamos saber hasta que fuese instaurada y, después de un periodo de tiempo oportuno, se realizaran los estudios de su desempeño. Las innovaciones radicales tienen que someterse a este examen para comprobar si se convierten en disruptivas o fracasan.No obstante, podemos aún ponderar ciertos principios generales que nos asistirán a optar por una alternativa u otra.Sobre el desempeño de la Policía Boliviana podemos hablar sólo de nuestras experiencias personales y de lo que percibimos a través de los medios de comunicación, ya que ninguna entidad gubernamental nos permite hacer una lectura objetiva de su desempeño a través de estadísticas públicas. Está demás profundizar al respecto, la percepción de los servicios que provee la Policía Boliviana es que estos son deficientes, pésimos si pensamos en las Policías de países suramericanos, un insulto si los comparamos con Estados Unidos o Europa.Así como todos los servicios gubernamentales en Bolivia, la policía se asemeja a las viejas fábricas manejadas por la Unión Soviética. Estas eran manejadas de manera centralizada por burócratas que poco sabían (o les interesaban) sus consumidores. El resultado fueron los vehículos, zapatos y productos de fabricación soviética de mala calidad. Ningún producto comunista podía competir con los de occidente.La Policía Boliviana es controlada y administrada de manera centralizada por burócratas que poco saben de sus consumidores, es decir, las regiones y sus habitantes. El resultado es un inadecuado servicio. ¿Por qué sucede esto?Resulta que esta institución es privilegiada por el legislador, tiene el monopolio de la lucha contra el crimen en la totalidad del país. No tiene competidores que la pudiesen obligar a mejorar. La consecuencia de esta práctica es la falta de incentivos para proveer un buen servicio.Si cada departamento en Bolivia tuviese su propia policía, se crearía una suerte de mercado con competidores en seguridad ciudadana. El incentivo para mejorar el servicio sería mayor: si la Policía de su departamento fuese reprobable, tendríamos la opción de mudarnos a un departamento con mejores servicios de seguridad. Esta libertad la tenemos actualmente en el mercado laboral, si no encontramos trabajo en nuestro departamento de origen, podemos marcharnos a una región donde es más probable que seamos contratados. Nótese también el aumento de libertad a través de esta medida.Se debe también acentuar que las mejores instituciones policiacas a nivel mundial son de carácter descentralizado.Si el anterior argumento no es suficientemente convincente, podemos aún evitar el statu-quo mediante otra alternativa en forma de una innovación más radical: dejar en manos de los ciudadanos su propia seguridad a través de cooperativas o empresas privadas de seguridad, por ejemplo.Podríamos argumentar que el desempeño de la Policía, aun siendo descentralizada, no sería suficiente porque ésta tendría también un monopolio de la seguridad ciudadana en su departamento, en menor escala. Podríamos seguir con ese argumento hasta llegar a la unidad territorial política más pequeña.Sucede que lastimosamente, debemos considerar un aspecto inherente a la naturaleza de este servicio. Al ser éste uno de carácter estatal, manejado por políticos burócratas (sin importar el nivel de gobierno), jamás podría alcanzar los niveles de eficacia y eficiencia a los que podría elevarse una institución o empresa de privados. Un agente político u oficial de policía no tiene incentivos para preocuparse por costos, calidad de servicio, estadísticas. El dinero para pagar los servicios de seguridad no viene de su bolsillo y su empresa nunca puede irse a la bancarrota, es financiada por los impuestos de ciudadanos que no pueden hacer prácticamente nada al respecto.Otra desventaja de este servicio y de los organismos estatales en general, es que sufren de una paradoja bastante peculiar y disuasiva. Reciben más dinero, vehículos y equipos cuando atrapan a menos delincuentes. Los políticos frívolos y astutos solo pueden ofrecer más dinero y recursos como solución. Si la policía comenzara a reducir el crimen, los mismos políticos les recortarían su presupuesto. Bajo este perverso sistema de incentivos, sólo los funcionarios gubernamentales moralmente más rectos podrían intentar hacer bien su trabajo.A manera de conclusión, mientras más tengamos descentralización territorial de los servicios estatales de seguridad, mayor es la probabilidad de que los resultados de la lucha contra el crimen mejoren. Por otro lado, una descentralización más profunda que no solo comprenda el ámbito político territorial, sino también realice una transición de lo público a lo privado, aumentaría aún más la probabilidad de obtener mejores índices de criminalidad. Quizás hasta una reducción de impuestos. Está en nosotros optar y luchar por una de estas alternativas que indudablemente son superiores a la que tenemos en la actualidad.La próxima vez que nos encontremos a un amigo que nos replique que la descentralización de la Policía solo llevaría “a los mismos resultados de siempre”, no nos dejemos impresionar. Quizás estemos solo en frente de una persona adversa a innovaciones, aquellas que nunca aportaron ni aportarán al avance de la humanidad.