Uruguay: segundo tiempo electoral

Emilio Martínez*rougeetnoir_thumbPara decirlo en términos hípicos, el oficialismo del Frente Amplio comienza la carrera para la segunda vuelta con media cabeza de ventaja, teniendo en cuenta el resultado de ayer domingo, que le dio una cifra del 47% que excede a la suma de los dos partidos históricos o fundacionales: 31% del Partido Nacional y 13% del Partido Colorado.En este contexto, el fiel de la balanza o “voto de oro” estará en el pequeño Partido Independiente, que con su votación del 3% puede convertirse no solo en el dirimidor del ballotage sino también definir quién tiene la mayoría en el Senado, donde el resultado fue paritario: 15 bancas para la coalición de gobierno y otras 15 para los demás partidos. El curul número 16 corresponde al vicepresidente y por lo tanto es resuelto en la segunda vuelta, pero la banca del PI puede adelantar esa definición en caso de inclinarse por una alianza con el oficialismo.Todavía es una incógnita hacia dónde se volcará esta pequeña fuerza socialdemócrata: por una parte, su adscripción a la centroizquierda haría prever que lo haga hacia el FA, pero lo cierto es que esa posibilidad ha estado abierta desde hace muchos años y sin embargo no se ha concretado.“La ilusión de ser gobierno sigue intacta”, dijo el domingo por la noche Luis Lacalle Pou (PN), el principal postulante opositor. Y es verdad que la chance continúa abierta, aunque las probabilidades hayan menguado moderadamente.Lacalle Pou tiene el mérito indudable de haberle dado su impronta personal, su tónica “Por la positiva”, no solo a la campaña de su partido sino también a la de los demás: el Frente Amplio intentó inicialmente la agresividad y un pésimo eslogan conservador (“Vamos bien”), pero a media campaña tuvo que echar mano a recursos parecidos a los del PN, cambiando consignas al “Uruguay no se detiene” y utilizando incluso una canción casi mimética con la del principal partido opositor.El tercer candidato, Pedro Bordaberry (PC), anunció su apoyo a Lacalle Pou de manera inmediata, apenas conocidos los resultados. Habrá que ver si la sinergia entre estos dos liderazgos jóvenes, que representan un salto generacional en la política uruguaya, permite concretar un cambio el próximo 30 de noviembre.*Escritor y analista político