El filósofo francés de la yihad

Pedro ShimosepedroshimoseRoger Garaudy (Marsella, 17.97.1913 – Chennevières-sur-Marne, al este de París, 13.06.2012) es un personaje de película. Filósofo, político y escritor comunista francés, convertido al islam, su vida fue una obsesiva meditación sobre cómo cambiar el mundo sin cambiar él, siempre ambicioso, veleidoso, resentido contra Occidente (léanse sus memorias, publicadas en 1989). Garaudy solo cambió de militancia política y religiosa cuando le convino.Mientras tuvo expectativas de ser secretario general del PCF, de la mano de Maurice Thorez, hizo la vista gorda a la represión de las huelgas obreras en Berlín Oriental (1953), la rebelión obrera polaca (1956) y la invasión de Hungría (1956). Reaccionó finalmente contra la invasión de Checoslovaquia (1968) cuando vio cancelada su posibilidad de dirigir el PCF, con la elección de Georges Marchais como secretario general. Abandona el PCF y, en 1981, se proclama candidato independiente a la Presidencia de la República y pierde.Abandonado, se aproxima a la Iglesia católica del Concilio Vaticano II y alienta, desde Roma y durante años, la Teología de la Liberación con su pretendido diálogo entre cristianos y marxistas, pero caído el Muro de Berlín, deja a un lado el ‘diálogo’ y se inserta en el redil eurocomunista, en compañía de Berlinguer y Carrillo (se actualizaban las tesis de Gramsci y Togliatti sobre la toma del poder –mediante elecciones– en los países capitalistas). Estas ‘ideas’ forman parte de la doctrina de la Alianza de civilizaciones, prohijada por el socialista español Rodríguez Zapatero después de ganar las elecciones presidenciales de 2004, gracias al atentado yihadista de Atocha, en Madrid. Las teorías de Garaudy fueron aplicadas por Hugo Chávez (Movimiento Bolivariano) y Evo Morales (Movimiento Al Socialismo), y siguen inspirando al español Pablo Iglesias (Podemos) y al griego Alexis Tsipras (Syriza).Concluida esta fase de su camaleónico deambular ideológico, Garaudy se convierte al islam y se dedica a propagar el ‘negacionismo’ del Holocausto judío y la recuperación del reino de Al Andalus (España). Fue honrado y premiado por Irán, Libia, Siria y los Hermanos Musulmanes de El Cairo, Jordania y Marruecos. Lo raro es que también mantuvo cordiales relaciones con los neonazis europeos. Su abundante bibliografía describe su sinuosa trayectoria ideológica. Condenado en Francia por racista, vivió en el exilio, principalmente en España. Solo retornó a su país para morir olvidado por sus compatriotas y reverenciado por los cinco millones de inmigrantes musulmanes que viven en Francia y que votaron por Hollande. Tres de esos inmigrantes yihadistas asesinaron a sangre fría a 17 ciudadanos franceses, ¿recuerdan? // Madrid, 30.01.2015El Deber – Santa Cruz