De cómo el cáncer me enseñó la importancia del amor propio

A propósito de que acaba de pasar el 14 de febrero, hablemos de amor, sí, de ese que nos debe envolver día con día a todos los seres humanos; el amor propio, el cual considero el más importante y es el que tenemos más relegado, olvidado y esquinado.

Una de las cosas que me ha dado el haber tenido cáncer es entender la importancia del amor, pero la de verdad, porque sí se habla mucho al respecto pero ¿realmente lo tenemos? Yo creo sinceramente que son contadas con nuestras manos las personas que lo poseen.



 

Empecemos por entenderlo de una manera muy sencilla, visto en nuestra cultura como un fenómeno similar al egoísmo. Para Freud, el amor a sí mismo se identifica con narcisismo, con lo cual no estoy de acuerdo; yo veo al amor como una expresión de productividad, de cuidado, respeto, ¿por qué no se concibe así cuando va hacía ti misma?

En México es muy común que como mujer lo sacrifiques todo, incluso es admirada la mujer resignada, la mujer entregada que deja todo por los demás; es importante resaltar que dedicarse y ver por el otro no está mal, pero irse a los extremos y poner primero al otro antes que a ti es donde viene el error.

Creo que por eso el cáncer de mama es muy común en nuestro país. Si bien no se puede atribuir científicamente este padecimiento a las emociones, las mujeres mexicanas se dejan de prestar atención a sí mismas y toda su rutina, incluido el trabajo, el hogar, lo hijos, se convierten en obligación, dejando entonces de lado el amor a lo que hacemos, a lo que nos rodea, pero sobre todo a una misma.

 

 

Debemos de entender y enseñar una regla fundamental que no solo aplica para las mujeres, sino también para los hombres: siempre vas tú primero, no lo olvides, no de un modo narcisista como lo define Freud, pero sí de un modo equilibrado, de un modo quedemos amor sin vaciarnos.

Fuente: www.imujer.com