Desgracias vaticinadas

Álvaro Riveros TejadaAlvaro-Riveros-Tejada3111Del maravilloso repertorio de frases ingeniosas, aforismos y sentencias que Winston Churchill nos legó, hay en especial una que coincide con el propósito del presente artículo y dice: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene y poder explicar asimismo: mañana, el mes próximo y el año que viene, por qué no ha ocurrido”Desde el Río Bravo hasta la Patagonia, nuestra América se debate en medio de una de las crisis sociales, políticas y económicas más profundas, de que se tenga memoria. La corrupción, el narcotráfico y una absoluta decadencia moral de sus instituciones ha contribuido a esta debacle y, países que otrora eran el referente del orden y el progreso y las locomotoras del desarrollo como: México, Brasil y la Argentina, son ahora los furgones de cola de  este tren de la desgracia.Para justificar esta tragedia, los circunstanciales gobernantes populistas de estos países acuden al fácil expediente de echar la culpa de su desdicha a los EE.UU. olvidándose de que en la historia de estas naciones, no hubo jamás una conjunción de bonanza como la que les tocó administrar a estos regímenes en la década pasada, gracias a los altos precios de las materias primas, especialmente del petróleo y los minerales. Sin embargo, el despilfarro y la improvisación dejaron tras de sí monstruosas deudas, tanto internas como externas, cuya obligación de pago ha hipotecado el futuro hasta de nuestros tataranietos.Esta desinstitucionalización, sumada a las mafias del narcotráfico, se tradujo en México, en la insólita desaparición de centenares de ciudadanos, en medio de un operativo mucho peor que los que se generaban en los gobiernos militares, sin que hasta hoy se tenga la más mínima pista sobre su paradero.En Brasil el cuadro no es diferente, al haberse llegado al extremo de  desplumar a la gallina de los huevos de oro, encarnada en Petrobras, la principal empresa petrolera de la nación, con la aquiescencia de los gobernantes que no tuvieron reparo en desviar miles de millones de dólares hacia los bolsillos de sus adherentes de partido, con la agravante de hacer de la honestidad su bandera.La Argentina es el nítido ejemplo de lo que no se debe hacer y, so pretexto de que los buitres se comieron su riqueza, en una trama de robo y asesinatos nos han demostrado palmariamente que los buitres son sus propios gobernantes.La rica Venezuela se debate  en medio del latrocinio y la ineptitud, donde los índices de escasez, hambre y miseria campean y la van igualando con  Somalia. Sus inmensos caudales sólo han servido para mantener la monarquía comunista cubana y para crear parásitos políticos, como “Podemos” de España, donde Pablo Iglesias y su socio billetero, han abierto cuentas en Suiza que crecen  de forma inversamente proporcional a la pobreza que reina en los países que los subsidiaron.Todas estas tragedias son el corolario de una historia que se veía venir, pero que era imposible creer y menos aceptar. Un cúmulo de desgracias vaticinadas.